Castros rotos y selfis pisando los petroglifos

María Hermida
maría hermida VIGO / LA VOZ

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Prácticas que rayan el surrealismo ponen en peligro el patrimonio arqueológico de la provincia

16 ago 2018 . Actualizado a las 06:00 h.

La foto del castro de Santa Tegra convertido en un merendero está dando la vuelta al mundo estos días. También llegó a los concellos de la provincia, donde ha servido para avivar la memoria de los gobiernos locales con respecto a prácticas, muchas veces surrealistas, que se hacen en bienes patrimoniales. Distintos ayuntamientos cuentan las peleas que tienen para que algunos visitantes -hay que decir que, afortunadamente, son casos aislados- no pisoteen petroglifos o muevan piedras de los castros. ¿Qué lleva a hacer semejantes cosas? Sobre todo, el ansia de sacarse los mejores selfis. Así de simple.

En Castrolandín (Cuntis), en el último año el Concello se llevó al menos dos disgustos. En una ocasión se encontró con que, al igual que pasó en otros yacimientos castrexos conocidos como Baroña (Porto do Son), alguien había movido piedras del castro, poniéndolas muy vistosas y apiladas, seguramente para hacerse una foto con ellas. Igualmente, también se toparon con que alguien arrancó una piedra de un muro que estaba sujetada con argamasa. Por si esto fuese poco, hace unos días, también hubo que llamar la atención al conductor de un camión que montó el vehículo encima de la burga Lume de Deus. Cierto es que la piedra sobre la que se apoyó es contemporánea, pero bajo ella están los restos romanos. En este caso, por lo que parece, no hubo mala fe, simplemente fue un despiste y punto.

Desde Campo Lameiro, desde el centro de arte rupestre, cuentan que ya advierten a todos los visitantes de que no se pueden pisar ni tocar los petroglifos. Aún así, tienen que llamar la atención de quienes hacen caso omiso a la prohibición.