«Silence please», A Franqueira recibe a sus hermanas

L.Míguez A CAÑIZA/LA VOZ.

A CAÑIZA

Casi 70 imágenes se congregaron en la romería de Las Pascuillas, cuyo fervor se extendió este año hasta en inlgés

25 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Un letrero de neón enciende y apaga la fe en el santuario de A Franqueira, perdido entre los municipios de A Cañiza y Covelo. Un corrillo de señoras parlotean ajenas al cartel luminoso: Lugar de oración. Se ruega silencio. El reverso es aún más llamativo: Silence please. Es el toque internacional de la romería con más tradición de la comarca de A Paradanta, anunque no el único. La fe por la estatua de piedra guardada tras el altar está extendida por todos los rincones del mundo y autores populares como el compositor Rogelio Groba o el pintor Diego de Giráldez, han fijado su vista en ella. La obra de este último fue estrenada ayer en la capilla, por donde pasaron miles de personas a lo largo de la jornada.

Romeros de toda la provincia caminaron durante toda la madrugada para llegar a primera hora de la mañana al recinto. «Dende as catro ou cinco xa sae xente, sábese porque tocan as campás o u tiran fogos. Nós saímos ás sete e algo porque viñamos de Casteláns, en Covelo», apuntaron Serafín Palleiro, Mateo Carballo y Gerónimo González, que viajaban en un grupo de 38 romeros. Los más madrugadores tuvieron la posibilidad de elegir el mejor sitio para implantar allí su «campamento base», con mesa, sillas y mantas por el suelo para la comida y siesta posterior. La medida también les permitió ahorrarse los dos euros de los «leira parking» instalados en las fincas más altas y cercanas al santuario o evitarse las colas que se formaban para pasar por debajo del carro de la estatua.

«Llevo repartidas más de 2.000 estampas y solo estoy desde hace una hora. Aún nos quedan miles y lo fuerte empieza al acabar la misa», recordaba uno de los feligreses, encargado de organizar las colas y entregar las imágenes que la gente se llevaba de recuerdo.

El escaso silencio que reina en la capilla o el atrio donde se celebra la misa contrasta aún más con los jaleos que proceden de los puestos, a escasos metros. Vendedores ambulantes de todas las nacionalidades compiten con los puestos de comida por atraer a los vistantes. Parece que ganan estos últimos, porque cuando la misa aún reza sus últimos cánticos, en los bares aledaños ya se escucha corear A Rianxeira .