Una ceremonia de té para los más de 300 alumnos de japonés de Vigo

Pedro Rodríguez Villar
Pedro Rodríguez VIGO / LA VOZ

VIGO

Cedida

El departamento de nipón de la Escola de Idiomas es de los mayores de España

15 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«El té es una bebida muy importante en Japón», explica Junko Kurita (Omaezaki, 1973). Ella es una de las embajadoras niponas de la bebida en Europa. Nació en una ciudad de la prefectura de Shizuoka, «conocida en Japón como la tierra del té» por sus grandes extensiones de cultivos. Allí, aprendió la importancia de una tradición y un ritual asociado a la bebida, que fue introducida en Japón por un monje budista que llegó de China en el siglo IX. Recuerda una canción tradicional que decía «El verano se acerca a su 88º día. Los campos y las montañas están llenos de hojas nuevas. Allí se pueden ver las cosechas de té. Lazos rojos y sombreros de hojas. Son unos días muy hermosos, en los que cantamos con alegría: Recojamos, recojamos, debemos recogerlo. Si no recogemos, no tendremos té japonés». La citó en una especial ceremonia del té que ofició en la Escola Oficial de Idiomas de Vigo. Fue la encargada de abrir el Festival do Xapón, que cada año organiza el departamento de japonés, el tercero más grande de la escuela con 300 alumnos.

Junko dejó su hogar en 1998 para ir a estudiar a Estados Unidos. Allí conoció a un hombre húngaro con el que se casó. Se fue con él y trabajó desde una ciudad cercana a Budapest para una empresa japonesa «mientras cuidaba de sus tres hijos». En 2020, en plena pandemia, su vida se truncó. «Se incendió mi casa y me diagnosticaron cáncer de mama», explica. El desastre le hizo «reflexionar» y volvió a sus raíces, al té. «En Japón es también una bebida para meditar y pensar», explica. Fundó la empresa Csillagerdö Moments Kft, que tiene como objetivo importar y vender el té japonés e introducir la cultura nipona en Hungría. Se convirtió en embajadora de la bebida y ahora se dedica por completo a ello. Su deseo es que, «a través del té japonés, cada persona sienta un poco de felicidad y brille»

La ceremonia del té en Vigo reunió a una veintena de alumnos de la Escola de Idiomas que, como Sika, querían «aprender sobre la tradición asociada a unos tipos de té que aquí no son fáciles de encontrar». Para Junko fue una «gran sorpresa y un orgullo» descubrir el amor que hay en Vigo por su cultura. Este verano hizo el Camino Portugués por la Costa y a su paso por la ciudad conoció a Suevia Sobral, jefa del departamento de japonés de la Escola de Idiomas. Se compartieron los contactos y se han vuelto a ver en la ceremonia del té. Junko lo preparó en varias teteras distintas. Cada una para las tres variedades que llevó a Vigo. «Las acabaron todas. Fue un éxito», reconoce con una sonrisa.

«A verdade é que hai algo especial en Vigo co xaponés», destaca Suevia. La vicedirectora de la Escola de Idiomas, Helen Avery Burr, está de acuerdo e indica que el de la ciudad «ten o departamento de nipón máis grande de España xunto ao de Barcelona». Durante el Festival do Xapón, el vestíbulo de la escuela se llena del color de los kimonos de las profesoras y de los alumnos. «Eu penso que a cultura xaponesa ten tanto éxito por varios factores: hai unha xeración Xabarín Club que creceu vendo animación xaponesa en galego, logo hai moita xente nova que desexa aprender o idioma e cultura xaponesa porque teñen afinidade e, tamén, hai algún que busca un reto e descubrir algo novo», explica. Tienen alumnos de todas las edades, que van desde los 14 a los 70 años. Una base que les permite soñar con que Vigo cuente con un gran festival dedicado a Japón como el de Barcelona o Valencia.

El amor de Suevia por la cultura japonesa también se fraguó con Dragon Ball, Shin Chan o Detective Conan. Ya más mayor, fue a la universidad a estudiar Derecho. Allí, «vin que había clases de xaponés e entrei», destaca. Acabó la carrera, pero hizo del idioma nipón su profesión. Por el camino conoció a su pareja, también japonés. Ahora, cada año va de visita allí y vive enseñando el idioma. «A súa cultura, moi volcada ao mar, e as súas cidades costeiras lembran a Vigo. Non son tan diferentes como se pensa», destaca. Tampoco su forma de ser. «Son tímidos, pero moi hospitalarios. Vaia que son un pouco coma nós», concluye.