Los arqueólogos hallan evidencias de un proceso de extracción de hierro; también se han encontrado restos de cerámica púnica
07 nov 2024 . Actualizado a las 16:29 h.El la parroquia mosense de Pereiras hay un museo de más de dos hectáreas enterrado. Allí donde se abre una zanja salen a la luz restos que aportan un caudal de información sobre el castro de esta parroquia de Mos, sobre las relaciones sociales y los modos de vida o vínculos con otras culturas entre los siglos IV antes de Cristo y el cambio de era. El equipo de Castelos no Aire al frente de la nueva excavación en este ámbito, que trabaja en colaboración con Tempos Arqueólogos, acaba de sacar a la luz tres construcciones de lo que parece ser una segunda muralla del poblado y nuevo material púnico que permite vincular esta sociedad castreña con el Mediterráneo.
La de Pereiras es una prolífica campaña dirigida por Mario Pereiro que permite desenterrar misterios de toda una época. En septiembre habían localizado producción, «un feito moi interesante por si mesmo porque se coñecen poucos sitios nos que aparecesen restos metalúrxicos», pero la nueva intervención permite dar un salto cualitativo. «En Galicia temos constancia da elaboración do ferro, de pezas, pero non da creación desas ferramentas. Aquí temos o proceso», apunta. Es decir, ahora existen evidencias «en toda a superficie da transformación completa do mineral, do procesamento dende a pedra que ten anacos de ferro ata a extracción dun lingote ou dunha ferramenta». «Podería dicirse que o castro de Pereiras era un centro metalúrxico no Val da Louriña porque durante os tres séculos de ocupación había persoas que tiñan o coñemento e pasaban da pedra ao metal, algo inédito en toda a zona», concluye Pereiro.
Otra de las claves de esta campaña ha sido la localización de cerámicas que permiten establecer los vínculos comerciales del poblado. «As pezas de cerámica que usaban a diario eran indíxenas, pero temos evidencia de comercio», expone. Tienen cerámica romana, «que se asociaría ao século I, a ese cambio de era, cando comeza o proceso de romanización e o abandono do castro, pero tamén moi anteriores, dos III ou IV antes de Cristo». «Este castro non era unha illa senón que tiña lazos comerciais. A cerámica púnica confirma a relación con roteiros marítimos que entraban por Vigo desde o Mediterráneo», explica.
Desde el 2020, año en el que los comuneros y la asociación de vecinos iniciaron la cruzada para desenterrar su castro comprando los montes privados bajo los que estaba escondido el castro a particulares y cofinanciando con la Xunta las excavaciones, Castelos no Aire ha sacado a la luz siete cabañas y parte de lo que posiblemente sea un segundo recinto amurallado.
Es solo la punta del iceberg. Comuneros y vecinos siguen trabajando para que «todos puedan disfrutar de este patrimonio». Tanto Jorge Lorenzo y Antonio Gómez, presidente y secretario, respectivamente, de la comunidad de montes, como Moisés Domínguez, de la de vecinos, confirman el interés que ha suscitado el conjunto. Ya se han consolidado y señalizado con paneles informativos las primeras cabañas, convirtiéndose en un foco de atracción turística, y siguen invirtiendo en cultura. «Nuestro sueño es que todo el castro salga a la luz, sea visitable y disponer de una sala de exposiciones con las piezas originales o réplicas», explican los directivos. La mayor parte de los beneficios que les reporta el alquiler de la ciudad deportiva los invierten en terrenos.