Volei para sonreír a pesar del cáncer de mama

M. V. F. VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

La canguesa Patri Piñeiro, entrenadora y directiva del Maniotas, siguió ejerciendo de árbitro durante la dolencia

19 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Patri Piñeiro Barreiro (Cangas, 1979) es exjugadora de voleibol, entrenadora, árbitra, directiva del club Maniotas cangués y, además, superviviente de un cáncer de mama. La enfermedad le fue detectada hace alrededor de año y medio, pasó por quirófano en estas fechas en el 2023 y ahora, se somete a «la ITV cada cuatro meses» tras haber completado los tratamientos de quimio y radioterapia. A lo largo del proceso, el voleibol siguió formando parte de su vida, y no solo eso: «Fue fundamental».

Una vez detectada la dolencia, les explicó a las niñas que entrenaba que tenía que apartarse por razones médicas. «No sabía cómo iba a reaccionar mi cuerpo y aunque luego fue bien, tenía miedo de que no», recuerda. Pero no desapareció. «Seguí yendo al pabellón de vez en cuando. No quería tener que estar aquellas horas ni preparar entrenamientos, pero nunca me dejaron de ver. Estaba mucho allí metida», recuerda.

Paralelamente, sí continuó ejerciendo de árbitra, incluso una semana después de haber sido intervenida. «Es la faceta que más me gusta y seguir me hizo muchísimo bien. Mantener la normalidad lo máximo posible es fundamental, para mí fue muy importante», expresa. Solo en una ocasión se encontró mal y tuvo que pedir ayuda a un compañero. «Fue un día puntual, en la última semana de quimio. Era un torneo, mucho tiempo seguido en un día de calor, y me mareé», recuerda.

Durante ese tiempo, cuando se le cayó el cabello por efecto de la quimioterapia, su elección fue ir con la cabeza al descubierto. «Iba sin pelo, natural, de la manera que yo lo asumí. Mi madre tuvo el mismo cáncer e iba con peluca siempre, pero yo me compré veinte mil pañuelos que están sin estrenar», dice constatando que cada persona es un mundo también en estos escenarios. No se sentía observada, más allá de alguna anécdota inocente. «Me hizo gracia que, un día, en el club, un niño se me quedó mirando y me dice: ‘Patri, ¿estás sin pelo porque tienes cáncer?’. Le dije que sí, contestó que como su abuelo, se dio la vuelta y se fue. Con la misma naturalidad que yo quería transmitir», apunta.

Si se hubiera visto mal, estaba preparada para cubrirse la cabeza, pero no fue así. Del mismo modo que sabía que si su cuerpo no le permitía hacer deporte durante la enfermedad, tendría que escucharlo, pero tuvo suerte. «Hago mucho deporte, hora y media de bici eléctrica diaria como mínimo. Salía de la quimio y también la hacía», rememora. Su madre le comentaba a la oncóloga que estaba loca por hacer aquello. «La doctora decía que si mi cuerpo me lo permitía, qué problema había, que al contrario, que era buenísimo. Si mi cuerpo hubiera dicho ‘hasta aquí’, era ‘hasta aquí’», plantea.

Visibilizar y normalizar

Este 19 de octubre, Día Mundial contra el cáncer de mama, no es una fecha cualquiera. «La Federación Galega de Voleibol pidió a colaboración de los clubes para hacer pancartas o logos y pensé que si enviaba mi foto sin pelo iba a impactar más y ayudar a darle visibilidad», cuenta. Hoy será un sábado más en el ejercerá de árbitra. «Intentaré que el día sea lo más normal que pueda para no pensar mucho en ello», señala.

Porque Patri cree que en su día a día todavía no ha terminado de asumir por lo que ha pasado. «Cuando hablas con alguien de ello es cuando dices: ‘Párate, que tú lo has vivido’. Y lo que estoy viviendo yo lo ha vivido mi madre y muchas otras. Si lo piensas, te pones triste. Soy fuerte mentalmente y, a la vez, muy llorona, de lágrima fácil».

En este camino celebra haberse encontrado con grandes profesionales cuyo papel reivindica. No solo médicos, sino otros como, por ejemplo, «la persona que te da las citas». «Hay gente que ha nacido para trabajar en lo que trabaja. Que te apoyan desde el primer día. Y eso es importantísimo y una suerte», subraya esta hija y madre de pacientes oncológicas, pues su hija de casi 23 años pasó por un tumor de tiroides poco antes que ella.

En el caso de Piñeiro, más allá de seguir con las revisiones, le descubrieron un gen que hace que sea propensa a nuevos cánceres, y ese descubrimiento que explica tantos casos en su familia fue, quizás, la parte más dura. Además, tiene secuelas como osteoporosis, neuropatía y problemas dentales. Pero sigue adelante con una sonrisa y con el voleibol como un bastón en que apoyarse.