Los tesoros que esconde la concatedral

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

El templo neoclásico de Santa María de Vigo acoge numerosos atractivos artísticos e históricos

20 oct 2024 . Actualizado a las 00:56 h.

En 1851 dejó de ser oficialmente colegiata, aunque el acervo vigués mantiene esa forma de referirse a la iglesia de Santa María de Vigo. Desde entonces, el templo ha ganado los títulos de concatedral y basílica. La primera de las categorías religiosas le fue otorgada por el papa Juan XXIII en 1959, cuando se creó la Diócesis de Tui-Vigo. Ya en el 2020, el Vaticano añadió la dignidad de basílica al templo. Además, desde 1946, es un monumento de interés histórico y artístico.

El edificio religioso contiene un importante tesoro artístico que compite con el propio continente. Esta iglesia tiene menos de doscientos años de antigüedad, pero hubo, por lo menos, otro edificio anteriormente en su lugar. La documentación histórica nos lleva a 1156. Entonces, en Vigo había dos parroquias. Santa María tenía su iglesia en el mismo lugar en que se encuentra hoy en día, aunque era otro edificio. Y, en las laderas de O Castro se alzaba Santiago de Vigo, que con el tiempo se trasladó a donde se encuentra hoy en día.

Posiblemente en esa época hubiera un templo de estilo románico. Sí está más estudiado el edificio que obtuvo la categoría de colegiata a finales del siglo XV. Este hecho fue debido al notable crecimiento que experimentaba entonces la villa de Vigo, especialmente por el comercio. La colegiata ya reunía entonces a un prior y a seis racioneros.

En el nártex, espacio situado entre las dos puertas de entrada al templo, se puede ver hoy en día una réplica del tímpano de aquella iglesia. La pieza original, que representa la adoración de los Reyes Magos, está en el Museo Provincial.

El edificio era de estilo gótico. Fue esa iglesia, la que se cayó de vieja poco después de la expulsión de los franceses, ayudada por la explosión de un polvorín. Fue entonces cuando el arquitecto Melchor de Prado y Mariño proyectó el actual edificio siguiendo los cánones neoclásicos. Montserrat Rodríguez Paz, en su libro Santa María de Vigo, explica que no se pudieron reutilizar las piedras del anterior templo por lo que fueron aprovechadas para nivelar el terreno donde hoy en día está el paseo de Alfonso XII.

Desde mediados del siglo XVII, el templo de Santa María incorporó la advocación de la Virgen de la Asunción, a quien está consagrado. Hasta hace algo menos de 150 años, las fiestas de Vigo eran las fiestas de la Asunción, ya que era la patrona del antiguo Vigo. Sin embargo, el culto al Cristo de la Victoria le fue ganado terreno y hoy en día es el principal protagonista religioso del lugar.

La imagen del Cristo de la Victoria ya existía con ese nombre años antes de la reconquista de Vigo a los franceses. En 1998, cuando se realizó la restauración de la imagen en Madrid, los expertos señalaron que la talla puedo ser de la autoría de Sebastián Ucete, un maestro barroco con taller en la ciudad zamorana de Toro. En cualquier caso, la imagen experimentó una notable mejoría respeto a sus momentos anteriores. Esta imagen mueve todos los años el primer domingo de agosto a miles de fieles, aunque no siempre fue así. La procesión del Cristo de la Victoria comenzó a salir en 1810 como acción de gracias por la liberación de Vigo de las tropas napoleónicas. Esa procesión se hacía el 28 de marzo, pero debido a diversas circunstancias, como las habituales lluvias o la coincidencia con Semana Santa, se fue trasladado hacia el verano hasta estancarse en el primer domingo de agosto.

Uno de los grandes atractivos artísticos que tiene la concatedral es la presencia de unos espléndidos mosaicos realizados por el artista catalán Santiago Padrós, mismo de los mosaicos situados en la cúpula de la basílica del Valle de los Caídos, hoy Valle de Cuelgamuros. En Vigo, sus mosaicos, de estilo bizantino, recorren distintos espacios del templo, especialmente el ábside y el arranque de la bóveda de cañón, aunque también se sitúan en el altar. Como curiosidad, en uno de ellos se representa la puerta de A Gamboa y, en otra zona, numerosos santos de las parroquias de la diócesis. Y aún pudo ser más espectacular el trabajo, pero el artista falleció en un accidente de tráfico en 1973 dejando inacabado el proyecto.

Hace unos meses, un artículo del historiador Daniel Bravo Cores, publicado en La Voz de Galicia, recogía la historia de un cáliz de oro del siglo XVII, donado a la antigua colegiata por el misionero vigués Juan de Lago. La pieza no se guarda en el templo debido a su gran valor, pero es parte de su tesoro artístico. En la fachada sur se puede ver un cuadrante solar realizado en 1860 por Juan Agustín Domínguez. Años después, el Concello de Vigo compró un reloj de cuartos con campanas para las horas, que estuvo situado en una de las torres hasta que fue reemplazado por uno eléctrico en 1973.

Aunque el edificio es neoclásico, las dos torres que lo coronan son de influencia barroca debido a que fueron levantadas años después del resto. En la torre norte están las campanas litúrgicas, que son cuatro antiguas y grandes en la parte baja (dos del siglo XX, una del XIX y otra del XVIII) y dos pequeñas y modernas en la parte alta, ambas del 2000, año en el que fueron refundidas. La campana llamada de Santa María, en la torre norte, de 1876, luce la inscripción: «Soy que en alto suena a María gracia plena».

Y entre otros muchos tesoros, la antigua colegiata contiene un órgano de tubos de gran calidad, construido en Barcelona en los talleres Lope Alberdi en 1909.