«Me preocupa más rescatar el gato que recuperar mi casa, pero la jueza no deja entrar»
VIGO
Un vecino de Moaña pide ayuda para salvar un minino que dejaron inquilinos al irse sin pagar 6.000 euros de alquiler
20 oct 2024 . Actualizado a las 01:00 h.«Me preocupa mucho más rescatar al gato que dejaron los inquilinos al irse que recuperar la propia casa, pero la jueza no dejó ni pisar el balcón a los bomberos, estando también el Seprona», asegura Vicente Ferradás. Este vecino de Moaña es propietario de un piso que alquiló en abril del 2022 a una familia, «pero que dejó de pagar en julio del 2023».
Hay una orden judicial de desahucio desde enero, explica, pero «no se ejecutó porque decían que había que esperar a que servicios sociales encontrara una casa para la inquilina y su hijo menor de edad». De la noche a la mañana, la mujer ha desaparecido, explica, pero en la vivienda quedó su gato y fueron sus maullidos los que alertaron tanto a Vicente como a los vecinos de la zona, que han hecho un frente común con él para intentar cuidar al minino. Calcula que la mujer se fue el lunes de la semana pasada porque la vio salir «con muchas bolsas» y los maullidos del gato alertaron a todos enseguida. Afirma que pidió ayuda a cuantos pudo: «La prioridad ahora es salvar al gato».
El martes, finalmente, pertrechados con una larga escalera ya que la propiedad está en el segundo piso de una casa con planta baja también, se personaron bomberos, Protección Civil de Moaña y Seprona. «La jueza no permitió siquiera que accedieran al balcón, pero llegaron hasta la barandilla y, desde allí, le dejaron más de un kilo de pienso y un balde con agua», explica Vicente. El despliegue de medios en la vivienda, sobre la P0-551, a la altura del Eroski de Moaña, sorprendió a lugareños y conductores, pero más aún la imposibilidad de acceder tan solo para rescatar al animal. Vicente insiste en que es su prioridad y, de hecho, baja varias veces al día hasta la casa solo para saber cómo está. También lo hizo ayer, pero el gato no apareció. Quiere pensar que está en el interior del inmueble, ya que la inquilina dejó abierta la ventana del salón y puede saltar hacia el balcón. Prefiere incluso pensar que su duela volvió a por él sin que nadie la viera alguna de estas noches, pero no puede dejar de temer que le pase algo.
Todos los vecinos del entorno mostraban la misma incomprensión. «Se trata de un gatito siamés acostumbrado a estar en familia y lo único que se pide es que dejen recogerlo y cuidarlo. No se entiende que no se priorice su protección», alegan. Dudan que la mujer vuelva a la zona. «Vivía con un hombre en el piso y a ambos se les veía a diario por la calle. Ahora llevan más de once días sin dar señales de vida», dicen.
Vicente tampoco cree que regresen y se pregunta cuánto tiempo le durará el alimento al gato y qué va a pasar después. «Ya estaban muy avanzados los trámites del desalojo y como lo sabían, directamente desaparecieron», sostiene. Explica que alquiló la casa porque conocía a la expareja de la mujer. Ambos firmaron el contrato, pero la relación acabó mal y el hombre ya no residía en el domicilio desde diciembre del 2022, «aunque siguió asumiendo el alquiler de 350 euros mensuales hasta julio del año pasado». Vicente había acudido ya antes a la justicia por el impago de facturas de luz «que superaban los 100 euros al mes» y se había iniciado el procedimiento de desahucio, señala. Calcula que le adeudan unos 6.000 euros y eso, sin contar lo que se puede encontrar de puertas adentro cuando lo dejen volver a entrar en su casa.