El ejemplo viviente del rugbi vigués

MÍRIAM V.F. VIGO / LA VOZ

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El Vigo Rugby homenajea a Manolo Lago, fundador y aún ligado al club

26 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El Vigo Rugby se prepara para una tarde especial. Mañana, viernes, la emblemática entidad viguesa celebra 35 años de vida en un acto en el que se reunirán personalidades de este deporte en Galicia, así como personas que han estado ligadas al club a lo largo de este tiempo o que siguen estando. Todo, alrededor de un Manolo Lago que es reacio a que los focos le apunten, pero que se ha ganado que así sea, por haber sido uno de los fundadores y por no haberse alejado nunca.

«De primeras, no se lo tomó muy bien, pensaba que lo estaban matando», confiesa Adrián Lago, hijo de Manolo y actual directivo del club que antes fue jugador y entrenador, incluso del primer equipo en un momento de transición. «Cuando me comentaron cómo estaba planteado el acto, tan centralizado sobre él, ya les dije que se olvidaran, que así ni se presentaba», cuenta entre risas. El homenajeado es amigo de trabajar en la sombra y pasar desapercibido. «No quiere hablar, quiere ser secundario y que se ponga más el foco en todos los fundadores», desgrana.

Finalmente, Manolo ha entendido este homenaje como una manera de honrar la evolución del club y que él haya sido siempre partícipe de la misma y sobre todos los que la han hecho posible, incluidos presidentes o patrocinadores. «Se va a reecontrar con gente a la que tiene mucho cariño y no ve desde hace años. A cualquiera le gusta recibir eso por parte de amigos y que te devuelvan ese afecto», ahonda. También para Lago hijo es especial. «Mis conversaciones con mi padre son de rugbi en un 95 %. Él en el club es como un chamán, un gurú al que todos conocen y saludan, que habla con los jóvenes y tiene influencia, porque su opinión pesa».

Agustín Bargiela, otro directivo que además sigue siendo jugador y que lleva bastante más de media vida ligado al Vigo Rugby, constata que «han pasado miles de personas por el club, sin exagerar», pero que el caso de Manolo Lago es único. «El viernes, cuando lleguemos allí y celebremos este aniversario, vamos a intentar hacer un homenaje a su altura a una persona que lleva desde el día 1 en el club, que jugó incluso en uno anterior que había en la ciudad, el Bocoi, donde ya jugaba», relata.

A Lago padre «lo conoce todo el mundo del rugbi en Galicia y buena parte de España» y desde su casa, el Vigo Rugby, tenían claro que había que hacerle un acto acorde, señala Bargiela. «Se va a reunir un montón de gente en torno a una figura que lleva 35 años conectada al club. Está todos los días o por lo menos una vez a la semana en el Cuvi. Es una persona que a veces dice las cosas demasiado a la cara, pero todo el mundo le quiere», apunta al tiempo que incide en que es un homenaje «más que merecido» que hacen extensivo a todos los que han formado parte de esta historia, sigan estando o no.

Un club donde todos hacen de todo

Tanto Bargiela como Lago hijo comenzaron como jugadores, fueron entrenadores y coincide que ahora son directivos. Como tantos otros miembros del club, tienen claro que se trata de echar una mano en lo que se pueda. «Aquí se hace el trabajo entre todos un poquito: quien pueda pintar el campo, que lo pinte; quien pueda hacer el papeleo, que lo haga; quien pueda arbitrar, que arbitre», dice él, que también se desempeña en esa faceta. Esa manera de entender esto es «la única forma de que las cosas salgan en un voluntariado como este».

Indica Bargiela y coincide Lago hijo en que Manolo es también un ejemplo claro de esa manera de entender la entrega al rugbi y al club, de estar dispuesto siempre y en una tarea u otra. «Dejé de jugar con 26 o 27, había necesidad de entrenadores de las categorías inferiores, me formé y arranqué ahí. Más adelante, acabé de entrenador del primer equipo en una etapa de transición. También fui delegado y ahora, directivo, llevando el área deportiva con otro compañero», recapitula. Y al hacer ese resumen entronca con su figura paterna: «El reconocimiento a él va por ahí. Es el único que ha estado estos 35 años vinculado, ayudando a un deporte minoritario».

Adrián Lago, además, fue testigo gracias a su padre de los primeros compases del club. «Recuerdo ir con él cuando empezaron a entrenar en los campos de tierra de O Vao en las Navidades del 87 -nació en 1980-. Después, se fueron creando equipos y empecé a jugar con doce, cuando se creó el de mi categoría», rememora. Se enamoró desde el principio, igual que Bargiela, que conoció el rugbi más tarde. «Fue en el 2000, siendo juvenil. Un compañero de instituto jugaba y me dijo que fuera a probar. Subí un día de lluvia, con muy mal clima. Y hasta hoy».

Agustín, que venía del fútbol, sostiene que encontró otros valores. «Parece manido el tema del compañerismo, el sacrificio dentro del campo... Pero es así. Y creo que es un deporte que o te gusta y lo amas, o lo odias. A los que jugamos nos gusta ese trabajo en equipo, ayudar al compañero... Se refleja en todo en la vida». Y del Vigo Rugby cuenta que «es un club donde todo el mundo tiene un espacio que ocupar. Da igual la condición física o económica, la capacidad. Todo el mundo tiene un lugar que ocupar y puede ayudar siempre».

El actual tesorero conoció a su pareja y a la mayoría de sus amigos en este club, donde lleva desde los 16 y sigue jugando a los 41. «Toda mi vida social del los últimos años está relacionada con el club. A final de temporada decidiré si me retiro, pero vinculado voy a seguir siempre», señala. Exactamente igual que Lago: «Vendrán otras generaciones y seguiremos cambiando de funciones dentro del club. Si hicieran mi mapa de calor como en algunos paridos, casi no salgo del entorno reducido de Vigo y alrededores, con el Cuvi. Más o menos activo, esto es para toda la vida». En Manolo Lago tienen ambos, y otros muchos, el mejor ejemplo.