Maestra de origami y experta en estética nipona: «Vigo es un pequeño Japón»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Aficionada al manga desde los cuatro años, da clase de dibujo, anime y papiroflexia. «Los que crecieron con series como ?Sailor Moon? deberían volver a verlas de adultos»

27 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Riquiño sí tiene traducción. El concepto al que el castellano no ha conseguido ponerle sinónimo sí existe en japonés. Kawaii refleja la fascinación por algo o alguien que se adora, en algún punto intermedio entre la admiración y el afecto. Este concepto compartido por las culturas gallega y nipona es solo un ejemplo de las numerosas coincidencias culturales que hay entre la isla oriental y el otro extremo del mundo. La cultura de la pesca y la intensa actividad portuaria es también pareja, al igual que la proliferación de plantas como hortensias y camelias, que brotan con intensidad en ambas tierras. La ciencia está tratando de explicar el porqué de la longevidad en los dos territorios, separados por 10.000 kilómetros.

«Vigo es un pequeño Japón», asegura Eva Gallardo (Venezuela, 1982) mientras defiende que son extremos culturales muy próximos. Esta venezolana es apasionada de la cultura nipona desde niña. Empezó leyendo manga —cómic en japonés— y visionando anime —animación japonesa— y acabó estudiando Bellas Artes en su Venezuela natal, para poder dibujar esos personajes de grandes ojos y pelos puntiagudos. «Mientras otros niños veían Tom y Jerry, yo veía Ninja Kamuy». Su sorpresa fue mayúscula cuando, al emigrar a Galicia, descubrió generaciones de jóvenes —y no tan jóvenes— que bailaban al ritmo de un porco bravo rockero y que crecieron con Dragon Ball, Arale Norimaki, Doraemon o Sailor Moon. «Noto mucha nostalgia aquí hacia personajes como Goku. Son series que creo que ayudan a evolucionar como persona. Los que crecieron con animaciones como estas deberían volver a verlas de adultos».

Hace nueve años que esta licenciada en Bellas Artes llegó a la ciudad olívica con su marido, también venezolano con raíces gallegas. Con ella se trajo su pasión por la estética nipona y su proyecto Zenryoku: «Significa querer algo con todas tus fuerzas», explica. Abrió una tienda física en Vigo de inspiración oriental y con prendas de personajes manga. «Yo voy muchas veces por la calle vestida como estos personajes, hay quien me mira de forma rara, pero también hay quien me para y me dice que le encanta». Problemas de salud la obligaron a bajar la verja, pero sigue adelante con el proyecto para enseñar origami e ilustración.

De niña, en Venezuela. Desde muy pequeña le interesa la cultura japonesa y el anime
De niña, en Venezuela. Desde muy pequeña le interesa la cultura japonesa y el anime

Sus creaciones más populares son paraguas y abanicos de papiroflexia, con los que arrasa en los eventos monográficos. Figuras que elabora a base de horas y paciencia, pero también conocimiento que adquiere en largos manuales que hay que seguir con precisión quirúrgica y que ella domina. «Hay a quien le relaja el origami, pero también hay a quien le estresa». Entre sus piezas más admiradas están también los pendientes e incluso jarrones. «Se barnizan y pueden contener agua perfectamente. El origami, en contra de lo que la gente cree, es muy funcional».

Analfabetos en cultura oriental

Dar las gracias es, para los japoneses, un rito constante. En la mesa se agradece la comida, antes y después. Se reconoce al que la compró, al que la preparó y al que la pone en la mesa. Hay otros ritos nipones, como sacarse los zapatos al llegar a casa, que se asemejan más a lo habitual en Occidente, sobre todo tras la pandemia, pero ciertas cuestiones tienen pocos adeptos en Europa. Eva Gallardo duerme con el colchón en el suelo. «Sueño que tengo mi futón japonés», explica. Practicar la meditación y tratar de ser estricta con el orden en casa son sus rutinas orientales, «aunque con dos hijos es difícil», añade. Su inmersión cultural es voluntaria y cree que no difiere mucho de la adaptación que tuvo que hacer cuando llegó a Vigo. «Mi marido y yo nos vinimos escapando de la política. Él tiene la nacionalidad española, llegó el momento en que tomamos la decisión por nuestros dos hijos. De eso hace nueve años». Eva es una de las 2.300 personas con nacionalidad venezolana que están llamadas a votar en Vigo este domingo en los comicios nacionales.

La cultura latina y la japonesa reinan en casa, pero la española va ganando terreno. «Cuando me dicen que al ir de vacaciones a Japón te sientes analfabeto, siempre digo que analfabetos somos todos en un país nuevo. Tienes que adaptarte a las reglas culturales y sociales de cada sitio. Me pasó en España, yo había leído mucho, pero me sentía extraña. Algunas palabras no las entendía, tuve que diferenciar las expresiones, lo que significaban en Venezuela y aquí... Es importante tener ese respeto por las culturas, hay que observar y luego actuar». Ella ha estudiado varios cursos de japonés y conoce los tres alfabetos del idioma.

La suya es una inmersión buscada pero cree que se debería hacer más por difundir otras culturas en Occidente. Defiende que los colegios deberían dedicar más tiempo a una educación multicultural. «Hoy en día estamos más mezclados que nunca. Sería interesante que las personas tuviesen más respeto por otras formas de vivir que le son ajenas. Aquí hay mucha afición por Japón, gente con mucho talento que dibuja al estilo manga. Yo también he creado mis historias. Hablé con tres editoriales y les interesaron, Quizás me anime a publicarlas».

Su canción

«All year around falling in love», de L’Arc~en~Ciel. «Escucho este grupo desde el año 1993. Es muy popular en Japón, pero también ha triunfado en occidente. Mi hijo se llama Hyde por el líder de la banda. Esta canción se la dediqué a mi marido, trata de un amor que durará todas las estaciones del año».