Vecinos de Mos pasan el día asustados y no pegan ojo con los socavones de la autovía
08 jun 2024 . Actualizado a las 01:53 h.Sortear baches, obras, exceso de tráfico y seis radares en doce kilómetros. Es la gran yincana de la autovía A-55 en la que se juegan la vida los 60.000 conductores a diario. La mayoría conocen tan bien dónde están los agujeros del asfalto como las cámaras que controlan los límites de velocidad y ahora hay hasta quienes atajan por vías de servicio para no dejarse las ruedas o la vida en el asfalto. Los vecinos de Tameiga, en Mos, aseguran estar «desesperados». A ellos, el problema les quita el sueño «porque es imposible descansar con estos sobresaltos, llevamos dos meses sin poder pegar ojo».
A escasos cincuenta metros del gran socavón de casi dos metros de longitud que hace justo un año los tuvo en vilo varias semanas, se han abierto otros dos «que hacen temblar toda la casa». «Vivimos asustados todo el día, pero el temor es aún peor de noche. Salimos seguido a la ventana porque ya no sabes si los golpes son accidentes o baches», asegura Francisca. Tanto ella como sus vecinas Divina y Lola viven en la zona desde hace medio siglo. «La autovía cambió la vida de todo el pueblo, pero la situación ahora es insostenible y da igual lo que hagamos o pidamos porque nadie arregla esto en serio, solo ponen parches», afirman. Aseguran que también para los vecinos es un serio problema de salud porque no pueden descansar y viven sobresaltados día y noche. «Esta vez son los dos baches seguidos, así que cuando te asustas por el primero has de esperar al segundo. Estos últimos días ya hubo varios accidentes por intentar esquivarlos», apunta Francisca. Los acelerones, frenazos y pitidos ponen a prueba a diario la paciencia de los vecinos que ni para ventilar pueden abrir las ventanas, pero aún con todo cerrado, «por la noche retumba la casa». «Hay quien tiene que contar ovejas, pero nosotros contamos coches sin pegar ojo», afirman.
Basta estar diez minutos en cualquiera de las casas de los afectados para entender su exasperación. «A cualquier bar, discoteca o local llevan medidores de ruido. Si los traen aquí, los revientan, no ponen ni unas pantallas protectoras», lamentan los vecinos. Están acostumbradas a convivir con el ruido de los coches muy a su pesar, «pero lo de los socavones es imposible». «Las noches son una auténtica pesadilla sin llegar a dormir. Es un susto tras otro, como si los camiones entraran en casa», sostienen estas vecinas. El ruido es ensordecedor todo el día, pero de noche se amplifica aún más. «Muchos motoristas se desvían ya por la vía de servicio que da acceso a la gasolinera para no comerse el segundo bache. Algunos coches intentan esquivarlo, pero eso les obliga a invadir el otro carril y así ya llevamos varios accidentes estos días», apuntan.
Los mayores problemas se concentran a la altura de las curvas de Tameiga en dirección a Tui, en el entorno de la salida 10, pero los baches reaparecen casi siempre en los mismos puntos en los que se parchea por lo que los vecinos muestran su angustia.
El mal estado de la autovía A-55 no parece tener remedio más allá de tratamiento puntuales e insuficientes. Muchos de los baches, como estos de Tameiga que traen de cabeza a los vecinos, están también señalizados metros antes, pero es imposible evitarlos sin invadir el segundo carril. El límite de velocidad está en 60 kilómetros por hora, así que, aunque se tire de freno, el riesgo se multiplica de nuevo en la autovía con más accidentes de España y la gran mayoría por alcance.
Reciben con cierta incredulidad el anuncio de rehabilitación que esta misma semana confirmó el alcalde de Vigo, Abel Caballero, que avanzó que habrá obras en verano. Prefieren dormir con el ruido y los pitidos de las apisonadoras, porque las obras se harán de noche «para minimizar el impacto sobre el tráfico», que «a golpe de susto en la cama». El deterioro del firme de la autovía se ha vuelto crítico en los últimos meses y se ha extendido hasta Tui. Los primeros grandes baches, señalizados también sobre el asfalto varios metros antes, están en la salida del municipio fronterizo hacia O Porriño y el goteo es constante. Otro de los puntos negros en dirección a Vigo está en la salida hacia el aeropuerto y en el segundo carril de las curvas de Tameiga.
«En el tiempo en que contamos 300 coches por la autovía no han pasado ni 20 por la autopista. Está claro que no es una alternativa real y que lo que tenían que hacer es liberar la autopista», defienden los vecinos. Piden una actuación urgente «porque poder dormir y descansar es fundamental y esto es un auténtico suplicio». Los reventones de ruedas son otros de los quebraderos de cabeza de conductores y vecinos que, una vez más, advierten de la situación límite en la que llega al verano la principal arteria de Vigo.