El puente de Rande, una obra maestra de la ingeniería «made in Spain»

j. miguel gonzález fernández VIGO

VIGO

Oscar Vázquez

Antonio Palacios ya lo había propuesto en su plan urbanístico de 1934

25 sep 2023 . Actualizado a las 01:08 h.

Los antecedentes se sitúan en el plan urbanístico de Vigo y su área metropolitana del arquitecto Antonio Palacios, en 1934. En él se contemplaba unir con un puente ambas orillas de la ría y, en 1946, Gerardo Campos, impulsor del Centro de Iniciativas Turísticas, también defendía la construcción de un puente en el estrecho de Rande.

El origen del puente se enmarca en el Plan de Accesos de Galicia del ministro de Obras Públicas Fernández de la Mora por acuerdo de Consejo de Ministros. Las obras comenzaron en 1973 y terminaron en diciembre de 1977, pero su inauguración debió esperar a la conclusión del tramo Vigo- Pontevedra, que tuvo lugar el 7 de febrero de 1981. Hubo problemas con las expropiaciones forzosas de terrenos. El puente de Rande fue diseñado por el ingeniero napolitano Fabrizio de Miranda, Florencio del Pozo y Alfredo Pasaro. Comenzó con un tráfico de 10.000 vehículos y ahora supera los 80.000. Costó 3 658 millones de pesetas, cifra muy superior a la fijada en un principio. La concesión se adjudicó a Audasa en 1975, haciéndose cargo de la construcción, gestión y conservación. Realizaron la infraestructura las empresas MZOV y Cubiertas y Tejados (hoy Acciona).

En las excavaciones se hallaron restos de la Edad del Bronce y trabajaron 150 obreros y técnicos las 24 horas del día, incluso los fines de semana. Es un puente atirantado, de 695 metros de longitud y 836 de acceso, con 23 metros de ancho de materiales acero y hormigón armado, novedoso entonces, elevado a 50 metros obre el nivel del mar, que constaba de un tablero central que descansa sobre dos pilares y tenía 192 pilotes, con dos carriles en cada sentido. Su luz (vano entre las pilastras) es de 401 metros, paralelo al de Saint-Nazaire (Francia) y cuenta con 40 vanos.

El tablero pesa 6.115 tonelada, 820 los 80 tirantes de sujeción y las 90 los 800.000 tornillos que contiene. La prueba de esfuerzo, con un masa de camiones y autobuses, se verificó a principios de los 80. Hasta su apertura oficial se utilizó para marchas ciclistas y carreras de atletismo. Cuando se construyó era el puente atirantado más grande del mundo, y el más largo de España de todo tipo tras Sifón de Santa Eulalia (Huelva).

El 30 de diciembre de 2017 se abrió al uso los dos carriles laterales que se le adicionaron, a base de planchas de metal fabricadas en Alemania, cortadas en Asturias y ultimadas en talleres gallegos; total, 78 piezas inmensas. Para no cortar el tráfico se trabajó de noche, desde el mar y en enormes plataformas. Esta ampliación ganó dos importantes premios, siendo considerado como el mejor puente del mundo tras el de Mersey, en Liverpool.

El conflicto surgirá con motivo de la gabela del peaje del tramo Vigo Rande ya que la única alternativa era dar un rodeo de 62 kilómetros. La iniciativa partió en 1989 de la Asociación de Comerciantes e Industriales de Cangas. En seguida fue asumida por el alcalde de Moaña, que en dos plenos de 1989 y 1990 acordaron solicitar la liberalización del peaje, mientras que se involucran asociaciones y ayuntamientos de la zona. Hubo una iniciativa popular, que fue tumbada en el Parlamento de Galicia por la mayoría. Encuentros con Manuel Fraga y con los ministros Borrell (1994) y Álvarez Cascos (2003) acabaron en promesas infructuosas. Entre medio se creó la Plataforma Cidadá pola Gratuidade da Peaxe na A-9 de Rande-Vigo-Pontevedra, que lleva adelante manifestaciones en la carretera de Moaña al acceso al puente (Domaio), en las que participaron vecinos de ambos lados de la ría. Una, en 1998, llegó a convocar a 15.000 personas. Ya desde 1995, comenzando con cuatro amigos, se practicó la insumisión nocturna, saltándose a la brava el peaje sin ser molestados por la Guardia Civil. Otra medida de la plataforma consistió en pagar en monedas las 105 pesetas, lo que causó largas colas. En el 2003 consiguieron un bono-peaje minoritario que no satisfizo, y por fin en el 2006 la gratuidad del tramo Vigo-Domaio, financiado a medias por la Xunta de Galicia y Administración del

Estado.

(Agrademos a X. C. Villaverde, de Moaña, la ingente documentación facilitada sobre el tema).

Historiador y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses