Cerca de 500 barcos faenaban en la ría de Vigo hace noventa años

j. miguel gonzález fernández

VIGO

El mar era la principal base económica y social de la ciudad

07 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La matrícula de buques de pesca que faenaban en la ría de Vigo o en la plataforma atlántica a finales de la década de 1930 sumaba el importante número de 455 embarcaciones. De ellas, tres cuartas partes eran de la ciudad de Vigo, un quinto de O Morrazo (de Marín a Cangas) y una décima parte pertenecían a A Guarda-Baiona, habiendo un puñado del Cantábrico; la primacía olívica era indiscutible. Según el sistema de propulsión, se repartían a un 44 % motor (a gasolina) y vapor, quedando el resto para veleros, los cuales eran muchos de Baiona, y se dedicaban a la captura de la centolla; como anacronismo se computa una a remo en Meira, de solo 5 toneladas y se aplicaba al xeito.

La mitad de los barcos se especializaban en la pesca de la sardina, siguiéndoles las parejas (dos barcos tirando de la red), las vacas (con rampa, capturas de calidad) y los de arrastre (lanzaban la malla en marcha); en mucha menor medida se capturaba centolla, jurel, bonito y faneca; el pasaje lo llevaban a cabo 9 vapores (los más de Vigo) y había tres de Cangas que se dedicaban al tráfico de mercancías por la ría. Poco más de la mitad habían sido construidos en la misma década y solo un 0,5 % se remontaban a la de 1910, pudiéndosele calificar como una flota moderna. Las joyas de esta escuadra civil eran los vigueses Aquiles, Audaz y Argos, todos de 1939 y que montaban 152 toneladas cada uno.

El nombre de los buques, muy en general, correspondían al armador, al grupo de hermanos o a una pariente femenina. Pero también los había más originales: de políticos (generales Franco y Varela, Plus Ultra), culturales (Don Quijote, M. de Cervantes, M. de Unamuno), religiosos (Virgen de Carmen), geográficos (Faro Sálvora, Cabo Home) y humorísticos (Non te rías, Que che importa, Que me querías...); los de Cangas acostumbraban a comenzar por un número.

El pescado y los crustáceos no destinados a la exportación se beneficiaban en la lonja de la Rivera (tenía bar propio), formando el personal tres conserjes, 25 vigilantes, tres hombres de limpieza y otras tantas mujeres.

El gran armador de la época era, con diferencia José Ramón Curbera (10 embarcaciones), al que seguían, entre otros, las grandes sagas tradicionales boucenses: Montenegro, Márquez, Gestoso, Costas Guisande, sin olvidar a los Vieira y a los Freire S.L. El negocio era tan atractivo que hasta la Compañía Carbonera de Vigo poseía dos. Incluso el alemán G. Kruckenberg, padre de la poeta. No es muy habitual, pero se dan casos en los que las viudas se hacen cargo de los buques, Como la de C. Veiga, I. Mera o S. Veiga.

Astilleros

Otro sector de capital importancia eran los astilleros, casi todos aún hoy conocidos: Barreras, Troncoso y Santodomingo, Freire, Cardama, y otros cuatro (La Industriosa de Sanjurjo Badía se dedicaba a la construcción y reparación de buques, maquinaria, etc). Los varaderos de barcos eran para las pequeñas embarcaciones, abundando en el litoral vigués, pero también en la costa de Moaña (Moaña, Meira, Domaio) y en San Adrián de Cobres, nada que ver con los anteriores en capacidad.

La industria de transformación de pescado era numerosa y puntera. Se dedicaban a la conserva y, a veces, al mismo tiempo a la salazón, sobre todo de sardina, y en mucha menor medida de anchoa (A. Escobio). Se contaban en esta época 32 fábricas punteras y otras 10 más modestas Estaban situadas, excepto dos de Cangas, en la linea de costa viguesa que abarcaba desde Oia-Toralla hasta Ríos-Teis, con una notable concentración en Bouzas (calle de Tomás A. Alonso) y Coia, así como en Ríos y aledaños. El propietario más veterano era J. Dotras, familia con actividad desde finales del siglo XVIII; además firmas de tanta importancia en su tiempo como Cerqueira, Albo,López Varcárcel, Alonso, Gándara y Haz, Portanet -el alcalde- Alfageme y Massó, quienes formaban la «sardinocracia» viguesa, debido a su poder económico, social y político.

Contaba Vigo con Capitanía Marítima propia, en Cánovas del Castillo, de la que era ayudante el capitán de navío L. Piñeiro Bonet, junto con 16 oficiales y cargos de Mar. Disponía de servicios jurídicos, médicos y tres lanchas de vigilancia tipo V y C-14 (militar).

Historiador y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses