En 1984, la corporación decidía acotar una playa de las Cíes para el nudismo
30 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Vigo entró en el verano de 1984 en un estado de shock provocado por el decreto de reconversión naval dictado por el primer gobierno de Felipe González. La huelga general del 12 de julio paralizó todo Vigo y puso en la calle a más de cincuenta mil manifestantes. No pudieron evitar la desaparición de miles puestos de trabajo. Fue un verano agridulce. La droga, especialmente la heroína, reinaba en la ciudad y los atracos eran tan corrientes como variados. Autobuses de Vitrasa, pisos, joyerías, gasolineras y bancos eran los principales objetivos. La gasolinera de Puxeiros fue atracada nueve veces entre enero y julio de aquel año.
Pero también estaba la Movida, el Vigo de vino y rosas que se promocionaba en Madrid como si fuese una gran capital cultural. Por lo menos, era una gran potencia en bares nocturnos. La brigada de la policía local, creada por Soto para atender el horario nocturno, cursaba ocho denuncias diarias por exceso de ruido en discotecas y discobares. El 80 % de los sancionados eran reincidentes. La Asociación de Veciños do Casco Vello pedía el cierre del Telmo’s, Vangelis, Coco’s, Bongo y Charango porque «fuera de esos establecimientos la gente canta y toca el claxon por la noche».
Para preparar el verano, la corporación municipal, presidida por el socialista Manuel Soto, aprobaba la «liberalización» del top less, a propuesta de Carlos Núñez, padre del músico y entonces concejal de Tráfico. Ese mismo día se decidía acotar para el nudismo la playa de los Alemanes en las Cíes, en este caso a petición del concejal Suso Santomé. La oposición, entonces compuesta por el viguista Leri y Alianza Popular, protestó, aunque la ciudadanía aceptó de buen grado la medida. El 12 de julio, tras varias acciones violentas por diversas partes, el Gobierno Civil también autorizaba el nudismo en la playa de Barra, en Cangas.
No fue un verano muy cálido. Quizás por eso solo se ocupasen la mitad de las plazas hoteleras de la ciudad. No obstante, dos compañías realizaban el transporte de viajeros a las Cíes. Y hubo polémica. Vapores de Pasaje era propietaria del muelle principal por lo que la nueva empresa, Cruceros Ría de Vigo, tuvo que construir un pantalán en medio de Rodas con las consiguientes quejas de los bañistas.
Conexión con Londres
Hispania Líneas abría la comunicación aérea con Londres, una vieja aspiración de la ciudad, que resultó un éxito. Abajo, en la ciudad, se debatía en torno al futuro Plan General, y el Colegio de Arquitectos proponía la creación de una gerencia de Urbanismo. El alcalde Manuel Soto «rompió la historia» —tal como afirmó Leri— al no acudir a la procesión del Cristo de la Victoria.
Pero, en lo que no cabe duda alguna es que Soto sí sabía organizar fiestas. Durante varios días, la ciudad acogió el 7º Festival do Mundo Celta, con 1.700 artistas, entre los que se encontraban los músicos irlandeses The Chieftains. Hubo polémica porque coincidía con el Festival de Ortigueira. Por Castrelos pasaron aquel verano numerosos artistas, atendiendo a todos los gustos posibles. La Sinfónica Popular, dirigida por Luis Cobo, aportaba una velada de zarzuela; los amantes de las variedades, estilo programas de televisión, pudieron ver a José Luis Moreno, Tip y Coll y La Trinca; para los amigos de la canción social y poética tuvieron la oportunidad de contemplar a Joan Manuel Serrat —quien pidió que estableciese el delito de lesa humanidad contra los pirómanos de los montes gallegos— Amancio Prada, Pablo Milanés, Emilio Cao y Javier Krahe. Pero la cita del verano para los más jóvenes tenía dos funciones. La primera, la del día 22 de agosto, reunía a Aerolíneas Federales, Bar y Radio Futura, mientras que la segunda, ya el 24 de agosto, ofrecía a Siniestro Total y Golpes Bajos. Y las fiestas de la ciudad de Vigo aún permitían asistir, ya en el García Barbón, al III Ciclo de Guitarra, en el que participó Paco de Lucía con una formación de lujo: Jorge Pardo, Carles Benavent, Ramón de Algeciras, Pepe de Lucía y Rubén Dantas.
Ah, además también había entonces fiestas en algunos barrios y en las parroquias, incluso aún aguantaba la de O Berbés, cada vez más constreñida por ese empeño histórico de la ciudad por acabar con el barrio más pintoresco de Vigo.