La viguesa Carlota Cao y el músico DePedro, unidos por Agua de Coco en Madagascar

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

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La joven ingeniera y el madrileño conocieron de cerca la situación precaria de la isla africana y ambos difunden los proyectos educativos de la oenegé

29 abr 2023 . Actualizado a las 02:44 h.

Un hilo invisible pero fuerte, hecho de música, cariño y ganas de echar una maño une a la viguesa Carlota Cao y al cantante DePedro. Ambos han atravesado todo el continente africano en diagonal para llegar a la exótica isla de Madagascar. Y ambos por los mismos motivos, aunque cada uno desde diferentes caminos.

A la joven ingeniera de Minas se le metió en el corazón este país en medio del océano Índico cuando hace tres años lo intuyó a través de los reportajes gráficos del asturiano Yeray Menéndez en las minas de zafiro de Ilakaka. El fotógrafo colaboraba desde hace tiempo con la oenegé Agua de Coco, por lo que ya conocía la isla bastante bien gracias a este colectivo. «Precisamente, yo había estado buscando viajes con alguna organización solidaria. Tenía varios destinos en mente, como Costa Rica o Cabo Verde, porque quería empezar a moverme por el mundo con un cierto sentido social o al menos, conocer la realidad de otros países», cuenta añadiendo que cuando supo que Menéndez iba a llevar un grupo de amigos a Madagascar, no dudó agarrase a un guía como él, que además habla malgache.

La ingeniera viguesa Carlota Cao (primera izquierda) en  Madagascar donde conoció el trabajo de la  oenegé ONG Agua de Coco
La ingeniera viguesa Carlota Cao (primera izquierda) en Madagascar donde conoció el trabajo de la oenegé ONG Agua de Coco

La pandemia truncó sus planes, pero también dio paso a nuevas oportunidades. En ese tiempo sin posibilidad de cruzar fronteras, el fotógrafo puso en marcha una agencia de viajes llamada Experiencia Madagascar, así que cuando las restricciones se relajaron, se retomó la idea. Carlota hizo la maleta el verano pasado, nuevamente con Yeray como cicerone en una aventura que ofrecía una parte de naturaleza «y la parte social que yo buscaba, que era conocer la labor de Agua de Coco, destino de parte del dinero que pagamos por el viaje», relata la viguesa, única gallega entre las 18 personas que componían la expedición.

Durante tres semanas recorrieron el país y la última, en la ciudad costera de Tulear, conocieron al fin todos los proyectos de la oenegé española que trabaja en la isla más grande de África y coordina José Luis Guirao. Entre ellos, ella destaca el Centro de Atención Integral a la Mujer y residencia para adolescentes en riesgo de exclusión. «Les dan alojamiento y formación hasta la universidad. Esta parte me gustó mucho, conocimos a un montón de chicas que están en el programa», cuenta. Aunque el que más le impresionó fue la Escuela de Las Salinas, «un colegio enorme y muy bonito, con servicio de guardería para que las madres jóvenes puedan continuar estudiando, con biblioteca con libros en español, un gran patio para jugar, comedor para los niños, todos los niveles de enseñanza y varias clases por nivel. Además, está situado en una de las zonas más pobres, donde se te queda el corazón encogido viendo su situación», asegura.

Carlota también tuvo la oportunidad de conocer el Centro de Acogida Socioeducativa y Musical (Casem): «Estuvimos con las niñas de Bloco Malagasy, una batucada formada por niñas que busca darles un mejor futuro dentro de la música. Dan conciertos a nivel internacional, son una pasada», asegura.

Ahí es donde se cruzan las historias de DePedro y Carlota, aunque en momentos distintos, algo que la ingeniera que trabaja en el sector de la automoción, lamenta muchísimo: «Hubiese sido maravilloso, ¡con lo que me gusta!», reconoce.

DePedro, que estrenará el 12 de mayo el escenario del festival vigués Terraceo con las entradas vendidas desde hace semanas, llega con otra gran experiencia en la mochila. Acaba de finalizar en Madagascar la grabación de un documental solidario con Agua de Coco. Se titula Fanantenana, música para la esperanza, y en su recorrido ha estado junto a Kilema, músico malgache afincado en España. En su empeño en visibilizar la difícil situación que vive la infancia en el sur del país, convivieron con los niños que se forman en diferentes disciplinas musicales en Casem, y contactaron con Georgina Andrinani, antigua usuaria de las escuelas de Agua de Coco y actual directora de la coral MalagasyGospel. En sus redes sociales, el músico madrileño da cuenta de una experiencia que le ha marcado.

También a la viguesa: «Sembró en mí la idea de poder volver a trabajar en algún momento de mi vida». Recuerda que para ello es indispensable hablar francés y explica que quien quiera ir a colaborar, «a cambio de tu aporte económica te ofrecen alojamiento y comida con otros voluntarios, por lo que estás en buenas manos desde el minuto uno. Da igual tu perfil profesional, si quieres, tienes sitio», afirma Carlota, que reconoce que era un poco escéptica con las oenegés, «pero al conocer a Jose Luis, a su equipo y el trabajo que hacen, me di cuenta de la gran labor humanitaria que están haciendo con las niñas y las mujeres en un país tan olvidado».