La cara B del cine: «No puedo ver una peli sin pensar dónde está la prótesis»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

Alejandra Montiel

Es una de las pocas maquilladoras de efectos especiales en Galicia, capaz de modelar caras y bustos, crear heridas o esculpir monstruos para cine y series: «No hay límite»

18 feb 2023 . Actualizado a las 21:11 h.

Puede esculpir un cuerpo, recrear un cadáver, una cabeza decapitada o una herida abierta, aunque lo que realmente motiva a Alejandra Montiel (Vigo, 1983) es modelar rostros. Coloca pelo a pelo, labra los rasgos, dibuja cada línea de color en el iris de sus personajes y talla los dientes con la precisión de un cirujano. «Recreas el personaje y vas dotándolo de vida». El trabajo de los técnicos de caracterización es una labor desconocida fuera del mundo del cine, pero esencial en los rodajes. Sin ellos sería imposible ver envejecer décadas a los actores, estremecerse con los daños físicos de accidentes o catástrofes o poder ver ese cadáver que lleva años sumergido en un lago. Tampoco un personaje como el Fauno de Guillermo del Toro hubiera conseguido emocionar a través de la pantalla; ni ganar tres Oscar y siete Goyas.

Durante su carrera ha trabajado en 4Ojos Estudio, en A Coruña, y Dharma Estudio, en Madrid, cada uno de ellos con premios Goya en la estantería. Entre proyecto y proyecto audiovisual, Alejandra Montiel talla en su taller de Mos bustos de personajes conocidos para coleccionistas. El Joker de Batman, interpretado por Jack Nicholson, o David Bowie son ya como de la familia, ha esculpido cada rasgo de sus rostros multitud de veces. «Tardo uno o dos meses con cada uno, dependiendo de las piezas». Lo primero es el boceto, de ahí a la creación del molde donde se recrea luego la fisionomía del rostro en una capa de látex o silicona y, a partir de ahí, convertir esa superficie uniforme en una cara hiperrealista.

La culpa de la vocación de Montiel la tiene Michael Jackson y su videoclip Thriller. «Mi padre me lo ponía de pequeñita. Veía el making off, que dura una hora y es muy chulo. Me llamaba mucho la atención, pero yo no sabía que había una profesión detrás y que se podía hacer esto en España». Estudió, primero, maquillaje y peluquería: «Vi que eso no me llenaba y empecé a hacer cursos donde descubrí los efectos especiales». Se formó en un ciclo de caracterización y, a partir de ahí, en cursos con los mejores profesionales a nivel nacional.

En Galicia los técnicos de caracterización se cuentan con los dedos de una mano. Es un sector ampliamente masculinizado, en contra de lo que pueda parecer. «Hay caracterizaciones de seis o siete horas, que obligan al actor a empezar en maquillaje a las cuatro de la mañana para poner capa a capa de prótesis, montadas unas sobre otras». 

«Soy la auténtica Montiel»

En el museo de TVE en Sant Cugat, Barcelona, se conserva la media que colocaban en la lente de las cámaras con las que se rodaba a Sara Montiel con el objetivo de disimular sus arrugas. Esta otra Montiel, Alejandra, no necesitaría ni media ni filtros digitales para restar años a la actriz manchega. «En los efectos especiales y el maquillaje no hay límite». Tanto se puede envejecer décadas a un actor como restarle años, algo que los profesionales del sector dominan, en pleno rodaje y también en su faceta como espectadores. «No puedo ver una película en paz, sin pensar dónde están las prótesis, cómo han hecho un efecto... Es horroroso» —bromea—, «pero también tiene sus ventajas, antes lo pasaba fatal cuando salía un animal herido en el cine, ahora ya sé que es un efecto».

Esta Montiel siempre ha trabajado detrás de las cámaras, en los estudios de creación de efectos. Con la otra Montiel, Sara, solo la une un apellido poco común que la artista se atribuyó y que a ella le viene de familia. «Me viene de mi padre, aunque reconozco que no he conocido a nadie con este apellido más que a los míos. Además, la actriz no se apellidaba así realmente, yo soy la auténtica Montiel», bromea.

Su labor requiere de mucho talento artístico pero también mucha introspección. Son horas y horas, días y semanas trabajando en soledad, compitiendo contra su perfeccionismo para conseguir imágenes que deben llegar a confundirse con la realidad. «Antes estaba encantada, pero he tenido un proceso de cambio con una psicóloga que me ha ayudado a descubrir que pasaba demasiadas horas sola, tenía problemas de gestión emocional. Siempre he sido solitaria y acabé desarrollando cierta fobia social. Te metes en tu mundo y trabajas y trabajas, y cuando algo no quedaba milimétricamente como yo quería, era un disgusto. Me estaba castigando a mí».

En pleno proceso de cambio asegura que el mundo del creador es, muchas veces, difícil de gestionar. «Es algo que hay que hablar con los demás, a la mayoría de la gente no le gusta escuchar a la gente que dice que está mal, pero hay que decirlo. Además me ha ayudado en el trabajo, me organizo mejor y tengo más energía». Entre la realidad y la ficción, esta Montiel que conoce como nadie la cara B del cine, se queda con la realidad.

Su canción favorita

«Halo», de Beyoncé. «Habla de alguien que conoce a su amor y es capaz de romper barreras. Yo pienso en mi perro Shaggy. Cuando llegó me ayudó a curar una depresión y cuando murió me dejó un duelo muy heavy. Tuve que pedir ayuda para superarlo y gracias a eso soy una persona nueva y me organizo mejor en el trabajo».