A bordo del 061: «Hay urgencias que marcan, que conviven contigo como fantasmas»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

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M.MORALEJO

Las sanitarias Luisa Gorjón y Pilar Soler trabajan con la muerte acechando en la ambulancia medicalizada: «Estás poco tiempo con el paciente, pero lo haces tuyo, te vuelcas»

12 feb 2023 . Actualizado a las 00:37 h.

La muerte es, para los occidentales, una visita indeseada. Luisa Gorjón y Pilar Soler saben hasta qué punto puede ser también inoportuna. Un ictus, un infarto, quizás un accidente, una mala caída o un atragantamiento son retos complejos a los que hacen frente esta médica y esta enfermera de la Central de Urgencias del Sergas. Su trabajo consiste en salvar vidas en situaciones límite. En veinte años de carrera, han sido los ángeles de la guardia de muchos pacientes que forman parte del historial de estas sanitarias vocacionales y «de acción» que han prestado servicio en el helicóptero del 061 en Ourense y que atienden ahora en la ambulancia medicalizada con base en el hospital Nicolás Peña de Vigo. «En la última guardia he tenido tres ictus. No siempre acaban bien, pero sabes que el paciente ha tenido la mejor atención posible», explica la enfermera Pilar Soler (Vigo, 1972), que siempre supo que lo suyo eran las urgencias.

Han intervenido en sucesos como el accidente de O Marisquiño, donde la doctora Luisa Gorjón (Pereña de la Ribera, Salamanca, 1970) actuó como sanitaria al mando. «Fuimos los primeros en llegar y era caótico. Tuve que organizar los equipos que iban viniendo. Fue duro, pero cuando vimos que no había heridos graves fue una relajación». Son guardias de 24 horas en las que puede suceder de todo. «Es muy intenso. Haces tuyos a los pacientes, te vuelcas. Luisa siempre dice en las paradas: ‘Tenemos que seguir’. Es la diferencia real entre la vida y la muerte», relata Soler.

Los sanitarios de ambulancias de soporte vital avanzado no solo tienen que estar preparados para atender a pacientes de todas las edades, intervienen además en entornos hostiles, con pocos medios y en situaciones límite. «Al principio lo pasé muy mal. Vienes de un entorno controlado, como un hospital, donde pasa algo y llamas a especialistas, pero en la ambulancia como médico estás solo. Por eso es necesaria una especialidad en urgencias», explica la doctora Gorjón cuya formación inicial fue como especialista en Medicina de familia. Junto con los técnicos de la ambulancia, estas sanitarias funcionan como un equipo perfectamente engranado, todos saben cómo y dónde actuar. «El espacio en la ambulancia es muy reducido, el médico está en las vías aéreas, yo en un lateral, los técnicos en la parte de atrás. Empujas, te metes...», relata la enfermera. «Luego está el domicilio. A veces llegas y no hay espacio entre la cama y la pared... Coge una vía subida encima de la mesita... O un accidente, de noche, lloviendo...».

Son todoterreno en lo físico y también en lo emocional. Gestionar la intensidad de esas situaciones es una complicación añadida durante el trabajo, y después de él. La enfermera Soler lo explica así: «A mí me funciona posponer el pensamiento, me acuerdo de la frase de Escarlata O´Hara: ‘Ya lo pensaré mañana...’. Cuando estás en la base, o en tu habitación es cuando lo piensas. Pero hay urgencias que se te quedan marcadas, que conviven contigo como fantasmas. Hay servicios que recuerdas diez años después». A su cabeza vuelve con frecuencia el caso de un paciente que perdió el equilibrio en un centro comercial y se quedó tetrapléjico. «Cuando atiendes accidentes, te invade una sensación enorme de fragilidad. La vida es corta, hay que vivir», confiesa Pilar Soler.

La doctora Gorjón lo define como «una mochila, de pacientes y servicios» en los que se pueden llegar a colar casos personales, como cuando recibió la alerta del derrumbe del muelle de O Marisquiño, sus hijos iban a ir a ese concierto. «Iba en la ambulancia con el móvil, intentando localizarlos. Hasta que mi marido me dijo que estaban en casa, fue muy duro». Trabajar en tu ciudad es una complejidad añadida, explica la enfermera Soler: «Te avisan por un niño de cinco años de una calle donde vive tu sobrino de la misma edad... Lo pasas mal». Atender una parada cardiorrespiratoria de un bebé con los mismos meses que su hijo fue otra prueba dura.

Cada día es distinto y casi nunca tranquilo en una ambulancia que atiende el área más poblada de Galicia. «Todos los días salvamos vidas, si no, no podríamos, pero la muerte está presente a diario. Emocionalmente es duro, pero no es lo mismo que llegues y esté muerto un bebé que un anciano. Y no solo atiendes la situación médica, también al entorno, hay que dar consuelo, forma parte del trabajo», relata Gorjón. La médica explica que los partos en domicilios son siempre momentos inolvidables: «Hasta que el niño no sale llorando, lo pasamos mal». «El último que tuvimos juntas fue complicado —explica la enfermera—. Cuando me levanté, fui a ver que mamá y bebé estaban bien, y cierras el capítulo. Los pacientes están poco tiempo contigo pero te implicas. Este trabajo engancha».

Sus canciones favoritas

Pilar Soler: «She´s always a woman», de Billy Joel. «Habla de una mujer fuerte y valiente. Me gusta que los hombres valoren la fortaleza de las mujeres».

Luisa Gorjón: «You are my love», de Freddie Jackson. «Me relaja y me lleva a momentos con mi familia, que me aguanta cuando llego cansada de una guardia».