Juan Miguel González, historiador: «No hay nada de la presencia de Julio César en las islas Cíes, es un mito»

VIGO

Oscar Vázquez

El investigador publica un libro en el que repasa el pasado del archipiélago vigués

10 feb 2023 . Actualizado a las 23:41 h.

Juan Miguel González-Alemparte Fernández, miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses, acaba de publicar, a través de Morgante Edicións, una versión ampliada del libro Crónicas históricas das illas Cíes (De mitos, ermitáns, piratas e mar polo medio), un ameno y riguroso trabajo imprescindible para conocer la historia del archipiélago vigués.

—¿Cómo se gestó este libro?

—Nació en 1979, pero aquella primera edición fue ampliada en el año 2002, a través de Edicións Briga, de Betanzos. Y ahora, llega esta versión de Morgante Edicións, de Cangas, todavía más ampliada que las dos anteriores.

—¿En qué consiste la ampliación?

—Con un diseño similar, el libro ha pasado de tener 170 a 200 páginas, así que tiene más contenido que los anteriores. Es el fruto de una recogida de datos de veinte años de duración. Los datos relacionados con estas islas son escasísimos debido a que eran unas islas deshabitadas. Los añadidos de información están por el medio del libro, no al final; están integrados en el texto original, así que no son libros iguales.

—Póngame algunos ejemplos de esas novedades.

—Hablo de la cetárea de ostras y langostas existente en el lago hacia 1910, o de que siempre se pensó que las Cíes eran un paraíso de piratas y, sin embargo, hay constancia de que los habitantes de tierra firme se enfrentaron a ellos en varias ocasiones. Por ejemplo, en el siglo XVII, llegaron a capturar a veinte piratas moros que vendieron como esclavos en A Coruña.

—¿Pertenecieron siempre a Vigo?

—No. Cuando se hicieron los ayuntamientos de nueva planta, tras una fuerte polémica entre varias poblaciones, fueron adscritas a Vigo a través de un decreto de la regenta María Cristina en 1840. Ahí no hay duda ninguna. Otra cosa es la jurisdicción eclesiástica, que se correspondía con la antigua colegiata de Cangas, perteneciente al Arzobispado de Santiago. Otra cuestión es el nombre de islas de Baiona. Es debido a que entre los siglos XVI y XVIII pertenecieron a Baiona. El corregidor de aquella villa tenía la obligación de acudir todos los años para que no se moviesen los marcos. Después quedó el nombre de Cíes, que significa islas áridas o islas secas.

—¿Cuándo empezó la explotación económica de las islas?

—Quienes primero la explotaron de alguna manera fueron los monjes, pero en tiempo más reciente fueron las fábricas de salazón del vigués Ramón Buch, en la isla sur, y del cangués José Graña, en la isla del medio, que funcionaron hasta comienzos del siglo XX. Construyeron allí estas factorías para evitar el pago del impuesto de la sal.

—¿Hubo población fija?

—Fue a comienzos del siglo XIX cuando comenzó la repoblación de las islas, con gente llegada de Vigo y del Morrazo, tanto de Cangas como de Bueu. En los padrones de Vigo aparecen habitantes. Por ejemplo, el mayor número de habitantes fue en 1930 cuando había 57 personas viviendo allí. Se dedicaban a la pesca y a trabajar la tierra, aunque no era muy fértil.

—¿Pasó Julio César por las Cíes?

—De eso no hay nada, es un mito. El asalto a los herminios es un mito, como también es un mito identificarlas con las Casitérides de los autores clásicos. En Cíes no hay estaño ni se han localizado restos fenicios. Sí puede ser que fuera un punto de intercambio comercial entre los fenicios y los pueblos de aquí, porque sí se conserva en la isla sur una vaguada que parece que fue una explotación de mineral, pero no está datada.

—¿Tuvo otros usos al margen de los comerciales?

—Antes de la existencia del lazareto de San Simón se colocó allí una estación sanitaria encargada de realizar la inspección de los barcos que procedían de América. Fue en las primeras décadas del siglo XIX.

—El libro explica algunos elementos de la isla.

—Sí, este libro puede servir de guía para los visitantes. A través de él se puede conocer más de algunas construcciones existentes. Por ejemplo, me parece importante destacar que el muro que une las islas del medio y la del norte no es una pasarela de paso, sino que se construyó para amparar la explotación de ostras y langostas que hubo en el lago. O el caso de la construcción que acoge el centro de interpretación; mucha gente piensa que es el antiguo convento medieval, cuando en realidad es un almacén de artillería de principios del siglo XIX, único elemento que se conservó de un proyecto de defensa del Felipe Paz. En un edificio neoclásico.