Una botella con las cenizas de un surfista viaja desde Florida hasta la costa de Oia

Monica Torres
mónica torres OIA / LA VOZ

VIGO

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La carta incluía 2 dólares para tomar una cerveza tras tirar al mar los restos

30 nov 2023 . Actualizado a las 09:57 h.

Si las posibilidades de que los mensajes lanzados al mar en botellas lleguen a miles de kilómetros de distancia y puedan ser leídos por otras personas son verdaderamente escasas, que una misma persona pueda toparse de frente con hasta tres cartas a lo largo de su vida se antoja algo muy remoto. Sin embargo, es lo que le ha pasado a un vecino de Oia. Su familia se encontró hace 18 años con sendas botellas en una de las calas del municipio y aún mantiene relación con la familia de Canadá que envió la primera misiva, pero la última supera todos los clichés literarios. Secundino Vicente Refojos ha recogido esta vez una botella en la que viajaban cenizas de un hombre supuestamente fallecido hace tres años en Estados Unidos.

«Cuando vimos el plástico hasta pensamos si sería droga, pero en la nota decía que eran las cenizas de un surfista», explica.

Este vecino de Mougás sale a andar a diario por las piedras en la zona de Os Centinelas. «Iba con un amigo y pensé que era un boya porque hasta que la recogimos no nos dimos cuenta de que se trataba de una pequeña botella de whisky Jameson con una red y sellada con espuma de poliuretano», recuerda Secundino. Por fuera, totalmente plastificado, había además un billete de 2 dólares con un mensaje pidiendo que se abriera la botella. También figura una dirección de correo electrónico y la dirección de una taberna de la ciudad de Atlanta.

Secundino se llevó la botella a casa y ayer se topó con la mayor sorpresa: al abrirla, se encontró otro recipiente que contenía supuestamente cenizas de un difunto y con indicaciones sobre qué hacer con ellas. «El escrito en inglés decía que era la voluntad del fallecido, Paul Nichols, de 35 años y de Florida, que sus cenizas se echaran al mar justo en el lugar de la costa en las que se localizasen. Así que fue lo que hice», confirma este vecino de Mougás.

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Lo que aún le queda pendiente es cumplir con el resto de las supuestas últimas voluntades del surfista, que la carta describe como «una persona feliz enamorada de la gente». Además de echar las cenizas al mar, dentro de la botella había otros dos dólares «para que quien encuentre este mensaje se tome una cerveza a mi salud en un bar de playa». No era el único recado desde el más allá, pues también emplazaba al receptor de la misiva a que la botella se colgase en la pared del bar, «para ser un simpático fantasma de chiringuito con el que se puedan hacer fotos», y pide que se pongan en contacto con su hermana a través de la dirección que remiten. «Cuénteselo a mi hermana y a mi madre. Ellas le dirán a mi hija Zoe que yo sigo surfeando por el mundo», concluye el mensaje. En la botella pone «recipiente 44», por lo que ha de haber más misivas surcando el océano.