Vecinos de Tui se organizan para evitar que se lleven a Lúa, una perra que adoptaron hace años
VIGO
Un cazador luso reconoció como suyo al animal, pero en Pontenova quieren que se quede, porque es «una institución»
10 ene 2023 . Actualizado a las 20:18 h.No es un cuento de Navidad, pero podría. Vecinos de una parroquia de Tui que hace años acogieron a una perra que apareció deambulando en busca de cariño han hecho frente común para evitar que tenga que marcharse. «Lúa es una institución y muy respetada por ser buena vecina y repartir su tiempo con todos», explica José Manuel Caballero. Este tudense, que conoció a Lúa en la panadería A Cancela, donde ambos desayunan a diario, y que sabe de todas las andanzas del can adoptado y de la alegría que reparte por todo el barrio, se topó hace unos días con el presunto dueño del animal.
Un cazador luso intentó llevárselo en su coche alegando que era de su propiedad. Adujo que lo había perdido hace años porque se le había escapado del remolque, pero cuando ya lo tenía el maletero, ante la desazón del animal y tras más de una hora de negociación con el humano, el portugués accedió a soltarlo de nuevo. «Le dije que Lúa es una vecina más de Pontenova, especialmente querida y famosa y, como no me acababa de creer, le tuve que explicar que hasta formaba parte de un libro que escribo y que íbamos a publicar su historia en el periódico por lo importante que era para todos», indica Caballero. «Queremos que Lúa siga viviendo feliz aquí con todos sus amigos y vecinos, por eso queremos visibilizar lo fundamental que es el día a día del barrio», afirma.
La perra tiene unos hábitos muy concretos y comparte el día a día con varios vecinos de la zona. Acude a diario al taller de Electromiño, lugar en el que apareció por primera vez y donde le dieron su primer lavado y plato de comida. «Es como la encargada de seguridad laboral porque está siempre atenta y si por ejemplo hay una cable suelto o un hierro tirado, ella se pone encima señalando el peligro», afirman los vecinos. Tiene cama fija en la gasolinera, donde hace más llevadera las guardias como perro de compañía, y por la mañana se va directamente hacia la panadería, en la que los clientes habituales ya la saludan como una más.
Estos días descansa, pero entre sus quehaceres está el de acompañar a los niños que esperan el bus escolar cada mañana antes de ir al taller. Allí comparte hasta el bocata de media mañana. Desde hace unos meses saca tiempo también para acompañar al médico a una vecina de edad avanzada. «Va con ella hasta el centro de salud, espera fuera a que salga y regresan juntas. Luego ficha otra vez en la empresa y, después de comer, se echa una siesta», explican. «Quienes la conocen saben que solo pierde los papeles cuando ve remolques de animales y ahora sabemos la razón. Es aquí donde Lúa quiere y tiene que estar», dicen.