Ana María Fernández, la monja viajera y poeta con 101 años

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña R. Sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M. MORALEJO

Su libro «Con los pies en el suelo», prologado por el obispo de Tui-Vigo, fue presentado ayer en el Colegio de las Jesuitinas Miralba, donde dio clases de inglés

16 dic 2022 . Actualizado a las 01:39 h.

Ana María Fernández del Riego, hermana de Francisco Fernández del Riego, acaba de publicar el libro de poemas Con los pies en el suelo. Esta religiosa, de 101 años de edad, encierra en este poemario sus vivencias como misionera, en la docencia y en la vida, en general. El libro fue presentado ayer en el Colegio de las Jesuitinas Miralba y contó con la presencia del obispo Luis Quinteiro Fiuza, que prologó la obra; Beatriz Tenorio, directora del centro; Jorge C. Alonso, editor del libro; y la propia autora, que intervino a través de una conexión por vídeo.

Al igual que su hermano, Ana María nació en Vilanova de Lourenzá en 1921, trece años después que el ilustre galeguista al que estará dedicado el Día das Letras Galegas del 2023. «O seu amor a Galicia foi o motor do seu dinamismo», dijo ella sobre su labor en el acto de descubrimiento de una placa en el edificio de la Alameda viguesa donde residió.

China, Filipinas y Vigo

La vida de la jesuitina Ana María transcurrió por un derroteros muy diferentes a los de sus hermanos. Fue la séptima de once hijos y con 19 años ingresó como misionera en la congregación de las Hijas de Jesús, en Salamanca. Su primer destino fue China y para esa labor se preparó como enfermera haciendo prácticas durante tres años en la Cruz Roja de San Sebastián. Llegó a China en 1947 y estuvo cinco años en un dispensario para indigentes Pekín, hasta la llegada de Mao. El Gobierno la expulsó junto a cuatro compañeras más y su siguiente destino fue la Filipinas de Ferdinand Marcos, donde se graduó como profesora y trabajó durante 20 años en colegios de la orden de las Hijas de Jesús a la que pertenece. En 1975 la religiosa regresó a España y se asentó en Vigo, donde fue profesora de inglés en Miralba Jesuitinas, y más tarde, de gallego. Sus poemas son fruto de la meditación, «reflejos de una inquieta vida espiritual», destaca el obispo sobre la obra de la autora, que reside en una residencia para monjas de edad avanzada que tienen las Hijas de Jesús en Granada.