«No quería ser padre y jefe»; «y yo no quería ser hijo y subordinado»

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Francisco Tardáguila es el histórico jefe de servicio de radiodiagnóstico en Povisa; su hijo, Gonzalo, coordina el anillo radiológico de Ribera Salud

13 nov 2022 . Actualizado a las 21:02 h.

Al principio, estos dos hombres habrían preferido no encontrarse cada día en el trabajo. «Yo no quería que él se formase aquí. No quería ser padre y jefe», dice el doctor Tardáguila; «y yo no quería ser hijo y subordinado», completa el otro doctor Tardáguila. Francisco, Paco (Cambados, 72 años), es el jefe de servicio de radiología de Povisa y una institución en el hospital vigués, con un liderazgo absoluto en las tres últimas décadas en las que el centro sanitario se ha desarrollado tecnológicamente a su alrededor y lo ha llevado a la vanguardia en su campo. Gonzalo (Lugo, 41 años) es su hijo, es adjunto en su servicio, vicepresidente de la Sedia (la Sociedad Española de Diagnóstico por Imagen del Abdomen) y además coordina el anillo radiológico de todo el Grupo Ribera Salud, un grupo de radiólogos que informan a distancia pruebas que se practican en otros hospitales.

Gonzalo conocía la radiología de casa, porque la devoción del padre hacia el trabajo era absoluta. Le atraía el diagnóstico más que el tratamiento. Pero cuando le tocaba elegir plaza tras el mir, en la familia surgieron dudas. Dudas compartidas. Las disipó la madre, que además de tener autoridad de madre y esposa, tenía cierta autoridad médica, porque era patóloga: «Vete con tu padre, que en ningún sitio vas a aprender tanto», recomendó. Y por eso Gonzalo empezó a llamar jefe a su padre y a tratarlo de usted (dentro de Povisa).

El jefe se reconoce exigente. Llega al hospital a las 6.15 horas y se pone a informar pruebas, hasta que a las 8.00 la actividad empieza a bullir. No admite en las sesiones clínicas a quien llega tarde ni consiente que los estudios queden sin informar. Exige excelencia en el trabajo y reclama a sus adjuntos que se mojen: no que describan de forma aséptica lo que ven en las pruebas, sino que diagnostiquen y propongan alternativas terapéuticas. «Nuestros informes son distintos al resto, porque nosotros también somos el médico de este paciente», defiende. En el último Monitor de Reputación Sanitaria, el servicio de radiología de Povisa fue reconocido como el más reputado de Galicia en su ámbito.

La Sociedade Portuguesa de Radiologia acaba de distinguir a Paco como socio de honor por haber formado a tantos especialistas de ese país. Él había llegado a Povisa de rebote. Tenía plaza en el Sergas y se presentó a una jefatura que no consiguió, aunque creía que los méritos estaban de su parte. Lo llamaron del hospital vigués, le ofrecieron dirigir un proyecto y crearlo a su medida, de la nada. Povisa era el único centro de España que en aquel momento tenía un escáner (tac) de cuerpo entero. «Cuando llevaba seis meses estaba profundamente arrepentido», reconoce ahora. Tener ese aparato le permitió adquirir mucha experiencia muy rápidamente. Los médicos se forman viendo casos, igual que los pilotos lo hacen con horas de vuelo. Al tener una tecnología de la que carecían otros hospitales, se derivaban a Povisa estudios de todo el sur de Galicia de patologías complejas. Esas fueron las horas de vuelo, que se tradujeron en publicaciones y prestigio. En 1990, Povisa adquirió la primera resonancia de la comunidad.

Pero hay algo más que tecnología. «Lo que define el servicio no es la tecnología sino la generosidad con la docencia. Todo el mundo, desde el jefe hasta el último radiólogo, te va a enseñar todo lo que sabe. El objetivo es que el alumno sea mejor que el profesor», señala Gonzalo, que fue alumno y es profesor.

Con esa reflexión en el aire, la pregunta es obligada: ¿son mejores los pupilos (incluido el hijo) que el maestro? «Sí, son mejores que yo», dice Tardáguila padre, consciente de que atraviesa su última etapa profesional, «pero me preguntan en los casos más difíciles, y eso me llena de orgullo». «No, no, la respuesta es no», apura Tardáguila hijo, «de forma global no, aunque sí sabemos otras cosas».

Estos dos hombres que al principio habrían preferido no encontrarse cada día en el trabajo, porque son padre e hijo, y jefe y subordinado, no se arrepienten: «Nos gusta trabajar juntos».

El anillo radiológico, más que pruebas a distancia

Paco Tardáguila es consciente del peso del apellido y por eso se apresura en reivindicar la valía profesional de su hijo: «Es lógico pensar que Gonzalo está ahí por ser hijo mío, pero no he movido un dedo». El Grupo Ribera Salud, dueño de Povisa y otros siete hospitales estudió varias opciones y lo eligió a él coordinador del anillo radiológico. Es como un servicio de radiodiagnóstico, que organiza a sus especialistas por áreas anatómicas (abdomen, neurológico, cardíaca, etc) en las que son expertos, para que informen pruebas que se hacen otros hospitales, de modo que estos centros, que quizás no tienen un radiólogo disponible ni un equipo suficiente como para hiperespecializarse, tienen acceso a profesionales expertos. Son un total de veinte especialistas, siete de ellos de Povisa. Es un trabajo extra, que a veces hacen desde casa. Hacen pruebas para el grupo y a veces para el Sergas. «Aceptamos las pruebas solo si nos dan acceso a los estudios previos y a la historia clínica del paciente», dice Gonzalo.