Subastan en Panxón dos casas del Culebras, el narco que eludió la prisión tras blanquear 30 millones
VIGO
Los chalés de piedra salen a la puja por 720.000 euros; en uno vivía él y en otro, su hija; el traficante fue condenado por el Tribunal Supremo a pagar 56 millones de euros, y murió sin abonarlos
22 oct 2022 . Actualizado a las 01:08 h.Juan Carlos González Martín, apodado Culebras, falleció en el 2018 sin llegar a cumplir la condena de seis años y pagar la multa de 56 millones confirmada por el Tribunal Supremo. Desde marzo de 1989 hasta finales de 2006, blanqueó más de 30 millones de euros procedentes de las ganancias que obtuvo con el tráfico hachís. Clareó las ganancias, principalmente, en el sector de la construcción y con la ayuda, según sentencia judicial, de su mujer y sus tres hijos. Parte de aquel patrimonio, extirpado por mandato judicial, empieza a salir a subasta a través del Plan Nacional sobre Drogas. La próxima puja está fijada para el 13 de diciembre y en el lote, con bienes repartidos por todo el país, se incluyen dos chalés de piedra ubicados en Panxón a muy poca distancia uno del otro. Ambos pertenecieron al clan Culebras: en uno vivió su líder, y otro estaba a nombre de la hija.
El primero, que daba cobijo al Culebras, se ubica en la calle Tomás Mirambell, número 76, y se subasta por 421.000 euros. Se trata de una casa de planta baja unifamiliar que ocupa una superficie de 150 metros cuadrados construidos. Ya la parcela, en total, alcanza 635 metros. Se trata de una vivienda levantada sobre piedra, próxima al mar, desde donde la investigación sostuvo en su día que González Martín coordinaba y organizaba todo lo relacionado con los movimientos financieros.
A muy poca distancia, apenas 30 metros, se ubica la otra vivienda que saldrá a subasta. En este caso por 299.000 euros. El inmueble estaba a nombre de la hija de González Martín y se levanta también sobre muros de piedra, pero de un estilo más contemporáneo que la otra: «Sobre el terreno existe construida una vivienda unifamiliar con sótano, baja, primera planta y bajo cubierta de 589 metros cuadrados con jardín y piscina.
Ambas viviendas no desentonan con los otros muchos chalés de aspecto parecidos que se reparten por Panxón y el resto del litoral de Nigrán. Sí tienen la particularidad de haber pertenecido al, posiblemente, narcotraficante más conocido en Vigo, al que se condenó por organizar la mayor trama de blanqueo constatado judicialmente en la ciudad. Está por ver si ambos inmuebles son del interés de los participantes en las pujas. En no pocas ocasiones, las propiedades que pertenecieron a integrantes del submundo del narcotráfico acaban estigmatizadas y los posibles compradores desisten de pujar por este motivo o miedo a que los antiguos dueños, herederos o personas vinculadas a sus organizaciones ejerzan algún tipo de presión sobre ellos.
Pero el afán inversor de Juan Carlos González Martín iba mucho más del ladrillo o la piedra. También le interesó el arte, de ahí que una pequeña de su patrimonio embargado inicialmente, y extirpado judicialmente tras la sentencia firme que probó el origen ilícito de su patrimonio millonaria, incluyera lienzos pintados por dos de los artistas más reconocidos en Galicia. Y es que el Culebras formó su propia pinacoteca con cuadros de Xaime Quessada y Laxeiro. Una arista más de las inversiones realizadas con el dinero de la droga que sumar a la compra de naves, locales comerciales y pisos en pleno centro de Vigo mediante un entramado de personas interpuestas, sociedades y otras complejas formas jurídicas para ocultarse como dueño de un millonario patrimonio.
También ingresaba grandes cantidades de efectivo en un banco de Portugal, donde sus captores lo ubican haciendo, en otras muchas entregas, una de seis millones de euros en efectivo. Y es que a González Martín se le considera uno de los pioneros en el negocio del hachís en Galicia, haciendo de la costa de Vigo, su ría y el litoral hasta el río Miño, su oficina de trabajo. Un histórico del negocio que, pese a la sentencia firme, logró esquivar la cárcel alegando problemas de salud. En mayo del 2018, con 80 años, murió en libertad pero con su mujer y tres hijos en prisión sin poder despedirlo.