Desesperados tras la okupación en Vigo de la casa de su madre fallecida: «Nos dijeron que ahora es de ellos»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Lamentan que la policía no actuó ante un allanamiento de morada en Teis, Vigo

28 sep 2022 . Actualizado a las 17:35 h.

«Impotentes, defraudados con la justicia e indefensos». Son los sentimientos que invaden a Consuelo Lago tras ver cómo un grupo de okupas ha tomado posesión de una vivienda familiar cercana a la playa de Arealonga. La policía llegó el día de la okupación, pero no los echó. Era la casa de su suegra, que falleció en febrero del año pasado y que han heredado su marido y su cuñado.

La vivienda está amueblada y conserva todas las pertenencias de su antigua propietaria. Los desconocidos tomaron la casa el viernes 18 de septiembre por la noche. Al parecer, accedieron al interior forzando una ventana. Una vez dentro, cambiaron el bombín de la puerta y, de esta forma tan sencilla, tomaron posesión. Poco después de hacer este trabajo de cerrajero, llegaron varias personas cargadas con maletas, perros y un carro. Algunos vecinos de la zona llamaron extrañados a los propietarios. «Nos preguntaron si habíamos vendido la casa y les dijimos que no», recuerda Consuelo. Inmediatamente, se presentó su marido con su hermano en el domicilio y avisaron a la policía. Al llegar vieron a una mujer fumando un cigarrillo apoyada en la ventana viendo el mar. «Les dijeron que son okupas y que ahora la casa es de ellos», afirma Consuelo. Lamenta que los agentes no hicieran nada en ese momento. «No habían pasado 48 horas desde que entraron en la casa. Es injusto, ignoraron un delito de allanamiento de morada», asegura. Creen que hay unas cuatro personas viviendo en el lugar. La casa, de dos plantas, se encuentra a la venta. Está ubicada en el Camiño da Cacharela 14, en el límite del Concello de Vigo con el de Redondela. Los herederos no tienen prisa en venderla y, mientras tanto, la disfrutan con frecuencia al estar cerca de la playa. Dos hijas de los propietarios tenían previsto irse a vivir allí dentro de unos días. «Como mi sobrina venía de Londres, la idea es que las dos primas viviesen juntas en la casa. Ya se truncó todo», dice Consuelo.

Mientras tanto, los vecinos del barrio están condenados a convivir con unos extraños. Muchos han puesto alarmas en sus casas y se solidarizan. «Están hartos de llamarnos. Nos dicen que suelen estar quemando cables. Creen que se dedican a la chatarra», afirma. Les han visto sacar algo muy pesado en una maleta. Creen que puede ser la máquina de coser de la abuela. Los afectados ya están temiendo el estado en el que les dejarán la vivienda cuando un juez ordene el desalojo.

Pocos recursos

Los dueños tendrán que gastarse ahora un dinero que no les sobra para contratar abogados que los defiendan para que se marchen por orden judicial. Y hasta que no haya una sentencia firme tendrán que seguir pagándoles el agua y la luz. «Esto nos pilla en una situación económica difícil. Llevo meses en los que no estoy teniendo ganancias, y encima tener que pagar a un abogado, un procurador y a estos señores el agua y la luz», se queja Consuelo. Los okupas hacen buen uso de la electricidad que les sale gratis. La afectada afirma que se pasan el día cortando metal y usando taladros, a pesar de que tienen contratada la mínima potencia. «Tenemos acumuladores de calefacción nocturnos. Mi difunta suegra no los encendía porque gastaban mucho y ahora esto», afirma.