Pensionistas que no llegan a final de mes recurren a comedores sociales en Vigo

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Oenegés como Sal de la Tierra alimentan a un mayor número de personas de la tercera edad

24 sep 2022 . Actualizado a las 01:28 h.

Las pensiones bajas y la subida generalizada de precios forman un binomio muy preocupante para cientos de familias de la ciudad. Muchos pensionistas no pueden estirar sus ingresos hasta que vuelven a cobrar y se ven obligados a recurrir a los comedores sociales. Su liquidez cada vez dura menos tiempo con los precios desbocados de la electricidad y el gas, así como de los productos de primera necesidad.

Este fenómeno lo están percibiendo en la ONG La Sal de la Tierra, que tiene su sede en el número 9 de la calle Manuel de Castro. Su coordinadora, Maica Cantalejo, destaca que cada vez les llega más gente de la tercera edad. «Viene mucha más gente mayor. Están viniendo porque las pensiones son mínimas y, como han subido tanto los precios, no les queda más remedio que venir a llevarse un plato de comida», afirma.

Esta asociación benéfica reparte a diario menús a entre 60 y 80 personas de bajos recursos. La cantidad de beneficiarios varía en función de los días del mes. «Hay días que viene más gente porque se ve que se les ha acabado el dinero», afirma. Una decena de voluntarios trabaja todas las mañanas de lunes a viernes para preparar los menús. Cocinan todos los alimentos que les llegan del Banco de Alimentos o empresas como Mercadona, El Molino, el Froiz y varias panaderías. «Hacemos el almuerzo para la gente que está en la calle o no tiene medios económicos para poder subsistir», afirma. Los paquetes que se llevan los beneficiarios contienen un primer plato, un segundo y un postre, de acuerdo con los alimentos que les vayan llegando.

Antes de la pandemia contaban con un comedor social. La gente llegaba, se sentaba y comía. Hoy en día ese servicio no lo pueden prestar porque ha aumentado el número de personas que llaman a su puerta y son menos voluntarios. «Lo hacemos porque somos cristianos y queremos ayudar a las personas que más lo necesitan», afirma Maica, que lleva más de 30 años como voluntaria. Hace tiempo también necesitó ayuda y acudía al comedor social de La Sal de la Tierra de Alcalá de Henares. Ahora es ella la que presta su tiempo en favor de los demás. Su marido, hijos y sus esposas también son voluntarios. La Sal de la Tierra también gestiona un rastro en Balaídos y hacen diferentes trabajos de pintura y portes, que les sirven para financiarse. La inflación les ha puesto una difícil situación económica. «La comida nos la dan, pero hay que pagar la luz, el alquiler del local y nos cuesta mucho», afirma. «Todo ha subido mucho y las facturas de la luz nos pegan un sablazo», afirma.

Convenio

Recientemente, el Concello ha renovado el convenio de colaboración con esta organización para el sostenimiento del comedor social y el reparto de alimentos.

El nuevo acuerdo tendrá una vigencia hasta el año 2025. De esa forma, la administración local ayudará a la asociación benéfica con un importe de 10.000 euros al año durante el periodo de vigencia. Es decir, la aportación municipal se eleva hasta los 40.000 euros .«O comedor social da rúa Manuel de Castro constitúe un valioso recurso ó servizo de moitas persoas en situación de necesidade e complementa os servizos sociais de atención primaria», justifica el Concello en el convenio de colaboración recientemente aprobado por la Junta de Gobierno Local.

«Llegan recibos de luz que nos dejan boquiabiertos», dice el responsable de Vida Digna

Las ONG sin ánimo de lucro que desarrollan una labor de ayuda a las personas en situación de necesidad están teniendo grandes dificultades para afrontar los gastos de funcionamiento de sus instalaciones. «Nos llegan recibos de electricidad que nos dejan boquiabiertos», señala el director de la entidad, Ricardo Misa. También acusan la subida de precios de productos como el plástico. «Acabo de pagar una factura de casi 500 euros en tápers», afirma.

Reconoce que la labor que desarrollan se está haciendo más ardua y complicada. El encarecimiento de los productos de alimentación y la energía también hace que aumente el número de usuarios. Cada vez hay más vigueses que se quedan sin dinero para comprar alimentos después de hacer frente a las facturas. Prueba de ellos fueron los 291 menús que entregaron el sábado y los 254 el domingo. «No son solamene menús, son personas que comen un plato de comida caliente en fin de semana gracias a comedores como el nuestro», señala.

Inmigrantes latinos

Ricardo Misa informa de que durante las últimas semanas están pidiendo ayuda ciudadanos que llegan de otros países como Venezuela, Colombia o Perú. «Necesitan de todo y nosotros tenemos un departamento de orientación para que sepan donde tienen que acudir y las ayudas a las que tienen derecho», dice. El reparto de ropa está en aumento porque se acerca el invierno y muchos inmigrantes llegan con lo puesto y carecen de prendas de abrigo porque proceden de climas cálidos en los que no resulta necesario.