Dani Pérez: «Siento que saldé una deuda con el club, la directiva y la afición»

M. V. F. VIGO

VIGO

Oscar Vázquez

El técnico deja Meira tras cinco años, habiendo logrado el ascenso a ACT, y entrenará el curso que viene a Zierbena

20 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Dani Pérez pone fin a su segunda etapa como entrenador de Samertolameu. Lo hace feliz, con la satisfacción de haber logrado el objetivo que se marcó a su llegada: devolver a Meira a ACT. Orgulloso de haberlo hecho tirando de cantera y con un equipo que se ha sobrepuesto a las dificultades, comenzará una nueva etapa en Zierbena (Vizcaya).

—¿Qué significa este ascenso para el club y para usted a nivel personal?

—Para todos culmina el objetivo que iniciamos en el 2017. Volví a Meira después de años fuera con la intención de devolver al club a ACT. Era un equipo veterano que se fue transformando, fuimos apostando por trabajar en casa con la cantera y aunque no conseguimos ese ascenso hasta ahora, sí estuvimos a un nivel alto. Para mí también es cumplir esa meta que no era fácil y la satisfacción de sentir que devuelves la confianza depositada en ti.

—¿Ese orgullo es mayor por la apuesta por gente de casa de la que hablaba?

—Sí, supone una doble satisfacción. Apuestas por gente que sube de categoría juvenil y contigo se van haciendo remeros. Te sientes orgulloso de conseguir engancharlos, que aguanten temporada tras temporada y se sigan formando como deportistas para dar un salto grande. Hemos tenido canteranos muy jóvenes y con mucha responsabilidad dentro de la trainera que han respondido. No es una apuesta por rellenar, sino por hacer que sean el núcleo fuerte del equipo.

—¿Comenzó la temporada con la sensación de que este sería el año?

—Fue un año diferente, duro. Veníamos de una temporada con un equipo potente a nivel físico y nos quedamos a las puertas. Hubo bajas y el objetivo de subir se aleja. Pero en el día a día y en el transcurrir de las competiciones de batel y trainerillas ya fue saliendo todo bien y fue una inyección de moral altísima. Luego, en Liga Galega, encontramos un rival de nivel altísimo como Bueu que nos exigió ir buscando pequeñas mejoras durante tres meses.

—¿Cómo vivieron esa rivalidad con Bueu, que comenzó ganando todo?

—Como entrenador, tranquilo, porque el equipo me transmitió confianza en todo momento. Cuando no ganas pero ves que el equipo apoya tus ideas y tus planes, te da una tranquilidad extra. El equipo tuvo un punto de humildad grande. Meira siempre sale a ganar en Liga Galega y que te ganen de forma holgada al principio de la temporada podía habernos desestabilizado o generado dudas, pero no fue así. No sintieron que ser segundos o incluso terceros fuera un demérito. Analizamos en qué fallábamos y la competencia nos dio más margen de mejora. Al tener un equipo tan duro a nivel psicológico, es más fácil mejorar.

—¿Y cómo afrontaban el play-off?

—Partíamos con confianza y, sin embargo, el sábado salimos con un resultado bueno pero con malas sensaciones. Técnicamente, no hicimos el trabajo para el que estábamos preparados o que creíamos que debíamos hacer y eso nos puso en alerta, porque ya se nos había escapado en el último momento el año anterior. Salimos con el orgullo herido, aunque les recalqué que había que mantener la tranquilidad, que teníamos que hacer nuestro trabajo, con nuestra remada, no querer ser más ni menos de lo que estábamos siendo durante la liga. Y el domingo salió eso.

—¿Qué sintió al tenerlo ya en su mano?

—Fue agridulce. Es el trabajo culminado y sientes que saldas una deuda que tenías con la directiva, con la afición, con el equipo... Fue enorme la alegría de los que remaron el domingo y de los que no. También fue muy especial el recibimiento en Moaña: te das cuenta de que hay gente que te sigue y que disfruta con lo que conseguimos. Fue muy especial.

—Además, era su despedida del club.

—Sí, la decisión estaba tomada y la directiva y el equipo lo sabían. A nivel profesional, es un salto grande. Tengo que agradecer la comprensión y cómo se alegraron. Por mi parte, fue sumar más responsabilidad para intentar terminar el ciclo consiguiendo el objetivo, pero también me sirvió de motivación para arañar cualquier mejora.

—¿Tenía la sensación de que el ciclo había acabado?

v—No, yo no me planteaba irme hasta que surgió la opción. En lo personal, mi familia está aquí y no me apetecía el cambio, y a nivel profesional, Meira es un club muy atractivo y donde estaba a gusto. Nunca me iría de no ser por una oferta como esta. Seguiré estando para lo que necesiten.