La ola de pinchazos a chicas jóvenes se desinfla con menos de 15 casos en Vigo

Ángel Paniagua / javier Romero VIGO / LA VOZ

VIGO

Un kit para la recogida de indicios biológicos del trabajo del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses
Un kit para la recogida de indicios biológicos del trabajo del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses Isabel Infantes / Europa Press

No hay constancia de inyección de sustancias ni abusos sexuales asociados

18 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La oleada de pinchazos a mujeres de la que se alertaba antes del verano ha tenido un efecto prácticamente nulo en el entorno de Vigo. Ni los hospitales han atendido una gran cantidad de casos, ni los han visto la Policía Nacional o la Guardia Civil, ni han llegado a los juzgados. En otros lugares de España se alarmó con un creciente número de denuncias y el Ministerio del Interior notificó 203 entre julio y el 10 de agosto. Pero no en Vigo.

La Policía Nacional, con competencias en la ciudad y Redondela, no atendió a ninguna mujer con un supuesto de este tipo durante el verano. Sí tuvo conocimiento de algunos que fueron asistidos en los hospitales, porque el centro sanitario tiene que informar, pero no se presentaron denuncias. Ninguno de los casos dio positivo en ninguna sustancia, por lo que se descartó el intento de sumisión química.

La Guardia Civil, que se ocupa de la seguridad ciudadana en el resto de municipios del área de influencia de Vigo, tramitó dos denuncias desde junio, una en Nigrán, el 3 de agosto, y otra en Salvaterra, el día 8. Ambas denunciantes aseguraron que los pinchazos habían tenido lugar en espacios concurridos durante la noche. La Guardia Civil concluyó que en ningún caso se inyectó sustancia alguna a las mujeres. De hecho, una finalmente se correspondió con el rascazo en un brazo y no con el pinchazo de una aguja. Este caso se tramitó como un delito de lesiones leves, aunque se desconoce quién pudo ser el autor. Aun así, ambas mujeres acudieron a centros hospitalarios al detectar que alguien pudo clavarles una aguja, y en ambos casos se descartó que les hubieran inyectado nada.

En el sur de la provincia de Pontevedra, la Guardia Civil recibió otros avisos de más mujeres alertando de que habían sido víctimas de pinchazos en el mismo contexto de ocio nocturno durante el verano, pero rechazaron presentar denuncias.

En el Hospital Álvaro Cunqueiro calculan que atendieron menos de quince casos en urgencias en todo el verano. «Han sido muy pocos, sin conexión entre sí, sin robos o agresiones sexuales derivadas y no vinculados a eventos concretos», explica la jefa de unidad de urgencias, María Teresa Maza. Existe un protocolo de actuación concreto para estos casos, con toma de muestras para el laboratorio. Como parecía un fenómeno creciente en toda España, Maza reconoce que se esperaban que tras alguno de los evento masivos del verano pudiesen llegar varias chicas al hospital por estas agresiones, pero no fue así.

En Povisa, en el servicio de urgencias que dirige Ángel Martín aseguran que no atendieron ni un solo caso en todo el verano.

El escaso número de casos detectados y el paso del tiempo han desinflado la preocupación por esta práctica, sobre todo porque en general no parece asociada a la inoculación de sustancias.

Pero una cosa es que los pinchazos no preocupen como modo de sumisión química y otra cosa es que no preocupe la sumisión química en sí misma, como método para agredir sexualmente a mujeres. En su memoria del año pasado, Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses recogió 3.001 agresiones sexuales. Se practicaron análisis en 994, de las que se sospechaba que podían ser casos de sumisión química. En el 72% de los casos el resultado fue positivo. Es decir, en una de cada cuatro agresiones sexuales recogidas por este organismo público a la víctima le habían dado alguna sustancia.

Las víctimas suelen ser mujeres jóvenes y los agresores, hombres conocidos. Las drogas pueden ser el burundanga, analgésicos, opiáceos o alucinógenos, normalmente a dosis bajas.

María Teresa Maza, en el Hospital Álvaro Cunqueiro
María Teresa Maza, en el Hospital Álvaro Cunqueiro Oscar Vázquez

«Aunque no se inoculen tóxicos, esta práctica es una agresión a mujeres»

El Servizo Galego de Saúde cogió el protocolo que tenía el servicio de urgencias del hospital de Ourense para los casos de sumisión química, lo adaptó y lo extendió a todos los hospitales de la comunidad, para que estuviesen preparados por si llegaban casos de este tipo. «Esto es una actuación médico-legal, en la que tenemos que atender a una paciente y también garantizar la cadena de custodia policial de las muestras», explica María Teresa Maza.

Si existe una intoxicación, se puede tratar, y esto es lo más urgente. Aunque no parezca haberla, como en los pinchazos, se toman muestras de sangre y de orina. Solo se procesan en el laboratorio si la mujer denuncia, pero deben custodiarse por si un juez ordena hacer análisis.

El pinchazo puede presentar diferentes aspectos, pero si se piensa en la pequeña marca que deja la inyección de una vacuna —cuando no hay reacción—, es fácil comprender que se trata de algo a primera vista muy pequeño, imposible de diferenciar de un pinchazo con una chincheta u otro objeto.

Que esta práctica no haya llevado, aparentemente, a inocular ninguna sustancia traslada el fenómeno a un ámbito diferente de la toxicología, pero no le resta gravedad. «Los pinchazos son una agresión a mujeres», subraya la doctora Maza.