Carlos Silla se enfrenta a 18 años de cárcel por 3.700 kilos de cocaína transportados en narcovelero en el 2020

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

VIGO

Los 3.700 kilos de cocaína decomisadas fueron expuestos en la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra
Los 3.700 kilos de cocaína decomisadas fueron expuestos en la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra Cedida

El histórico Antolín Pajuelo, de A Guarda, figura entre los acusados como su mano derecha y se enfrenta a 13 años y seis meses, al igual que resto de procesados por el primer gran alijo requisado en la pandemia

17 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El bautismo policial y procesal del considerado máximo exponente de la última generación de narcotraficantes da terra, Carlos Silla; la enésima detención de un viejo roquero de la considerada mafia autóctona, Antolín Fernández Pajuelo; dos planeadores alimentadas por potentes motores fueraborda serpenteando a la luz de la luna entre bateas de la ría de Arousa asediadas por patrulleras y un helicóptero; fardos a la deriva llegando a la costa de Ribeira, 3.700 kilos de cocaína decomisados en O Grove y la desembocadura del río Umia; un velero, el Benirras, que zarpó desde Portonovo para surcar el Atlántico y que su patrón, Pajuelo, hundió deliberadamente frente A Guarda para esconder la principal prueba de un negocio que, de coronarse, generaría un beneficio de 127 millones de euros. Pero esta impecable investigación será recordada también como la primera gran incautación de droga en Europa durante la pandemia. Ocurrió en marzo del 2020, a los pocos días de decretarse el confinamiento más severo de los impuestos por el covid-19.

Carlos Silla ocupa la posición más alta de la «organización piramidal» desmantelada. Se le acusa de «gestionar, coordinar y financiar» todo lo necesario para que las más de tres toneladas requisadas acabasen en el mercado negro. La Fiscalía Antidroga en Pontevedra le pide una pena de 18 años de cárcel y una multa de 360 millones de euros; para los otros ocho procesados reclama 13 años y seis meses y multas de 300 millones a cada uno.

Pero la calificación del ministerio público relata, por encima de todo, la capacidad y el talento de un vilagarciano que hasta ese momento era un desconocido presunto narco especializado en importar toneladas de coca en velero al que nadie había logrado incriminar ni un gramo de droga. De ahí que esta acusación suponga el primer epígrafe de su ficha policial, inmaculada hasta entonces. La investigación se bautizó operación Tuneladora-Lince y la cocinaron a partes iguales el grupo II de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional y el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga de la Guardia Civil de (EDOA) de la Guardia Civil, ambos con sede en Pontevedra, y se instruyó en el Juzgado 2 de Cambados.

Todo empezó en diciembre del 2019, al tenerse constancia de que el velero Benirras, próximo a las Rías Baixas, podría transportar un gran alijo de coca. El Servicio de Vigilancia Aduanera lo inspección, pero con resultado negativo. Sí estaban a bordo Pajuelo, propietario del barco, y Carlos Silla, en condición de patrón. La tesis policial indica que el supuesto porte de coca fue descargado antes de arribar los aduaneros. El EDOA y la UDYCO compartieron información y trabajo de campo desde entonces. El Benirras, marca Trehardm, se localizó amarrado a los pocos días en el Club Náutico de Portonovo.

El velero. Captura de un vídeo tomado durante la estancia del velero en el puerto de Portonovo en
las semanas previas al viaje que realizó por el Atlántico
para recoger los 3.200 kilos.
El velero. Captura de un vídeo tomado durante la estancia del velero en el puerto de Portonovo en las semanas previas al viaje que realizó por el Atlántico para recoger los 3.200 kilos.

Jesús Francisco Alonso, por orden de Silla, expone la Fiscalía, asumió el acondicionamiento del velero para la enésima travesía. Contrataron equipos electrónicos, pagados en B, sin factura, y recurrieron a la grúa de la cofradía local para acometer reparaciones. Todo indicaba que el casco blanco del Benirras se adentraría en aguas del Atlántico más pronto que tarde.

La investigación también constató la adquisición de dos planeadoras para su acondicionamiento en naves de O Salnés. En esta ocasión, otra vez, Silla figura como el responsable de coordinar a los operarios y de pagar las facturas. Pero Silla, sin saber qué pasaría en el futuro, cometió un error que, llegado el juicio en la Audiencia Provincial de Pontevedra, supondrá una prueba de cargo contra él. Compró en una tienda náutica de Vilanova de Arousa una zódiac cargando el coste en la cuenta abierta a nombre de su padre. Dicha lancha auxiliar, identificada policialmente por el número de serie, lo relaciona directamente con el alijo. 

La lancha. Pajuelo y Del Río ayudaron a trasvasar los fardos a las planeadoras y, ya frente A Guarda, hundieron el velero. Luego, en la lancha auxiliar, se desplazaron al puerto de la villa con cinco mochilas negras.
La lancha. Pajuelo y Del Río ayudaron a trasvasar los fardos a las planeadoras y, ya frente A Guarda, hundieron el velero. Luego, en la lancha auxiliar, se desplazaron al puerto de la villa con cinco mochilas negras.

Venezuela-Brasil

Ya en febrero, el Benirras zarpó de Portonovo y cruzó el Atlántico hasta situarse en las inmediaciones de Venezuela y Brasil. La investigación ubica a Antolín Fernández Pajuelo, Daniel del Rio Señoráns y José Oswaldo Tapia integrando la tripulación. Cargaron más de tres tonelada de cocaína y regresaron a Galicia sin complicaciones. La investigación tenía en el radar a una de las planeadoras, que fue posicionada, el 27 de marzo a las 4.50 horas, a 80 millas de la ría de Arousa tras zarpar, en la tarde previa, desde A Illa.

Una segunda planeadora la acompañaba sin que las tripulaciones de ambas imaginasen que, ya en la ría a la vuelta, los esperaban a portagayola dos patrulleras y un helicóptero del Servicio de Vigilancia Aduanera, que entró en escena a requerimiento del EDOA y la UDYCO. Lo más curioso de la persecución fue constatar que una de las narcolanchas buscó refugio en el islote de Airós, frente a Ribeira. Sus tripulantes incluso intentaron fondear allí parte de los fardos que transportaban, regresando algunos a la ría para acabar varando en la parroquia de Castiñeiras.

Ambas planeadoras acabaron decomisadas, igual que la cocaína y casi todos los tripulantes de ambas lanchas. Solo uno logró escapar, al que se atribuye la condición de piloto, y aún hoy sigue en paradero desconocido. Pero la operación policial no finalizó con la aprehensión y los arrestos: el velero seguía desaparecido. Antolín Pajuelo lo patroneaba ya con su porcentaje del alijo en su poder. Descendió con el Benirras hasta situarse frente a su pueblo natal, A Guarda.

Provocó el hundimiento del barco y, junto a un compinche, se subieron a la lancha auxiliar que Silla compró en Vilanova cargando el gasto a nombre de su progenitor. Llegaron a puerto con mochilas estancas negras y se apearon, con la mala suerte para ellos de que un vecino anónimo, que los conocía, alertó a la Guardia Civil por lo sospechoso que le resultó.

Lo siguiente fue registrar la casa de Pajuelo para encontrar más pruebas. Meses después, el Instituto Oceanográfico, a instancias de los investigadores, bajó una cámara para retratar el velero hundido y demostrar que se trata del Benirras, el mismo barco investigado desde hacía meses y que perteneció a Pajuelo hasta irse a pique y que Silla patroneó en más de una ocasión. Pero entre el elenco de arrestados, entonces, faltaba el considerado número uno de la trama desmantelada.

El velero. Una cámara sumergida a 110 metros, frente A Guardia, retrató las dos letras en la popa que el mar no erosionó tras hundir el velero. Dichas letras constatan que el barco fue utilizado por los investigados.
El velero. Una cámara sumergida a 110 metros, frente A Guardia, retrató las dos letras en la popa que el mar no erosionó tras hundir el velero. Dichas letras constatan que el barco fue utilizado por los investigados.

Carlos Silla logró escapar sin dejar rastro, al menos durante un tiempo. En el registro de su casa en Madrid se encontraron tres llaves de Audi, uno de alta cilindrada, 38.000 euro en efectivo y un completo muestrario de teléfonos móviles. Nada se supo de él hasta que el verano pasado, la Policía Judiciaria de Portugal se lo encontró a bordo de otro velero, regresando de Sudamérica, con 5.000 kilos de cocaína. Pero esa es otra historia y otro procedimiento judicial a sentenciarse en el país vecino.

Los roles que la Fiscalía atribuye a los nueve acusados

Los nueve procesados por el alijo transportado a bordo del velero Benirras serán juzgados en la Audiencia de Pontevedra. Así fueron, según la Fiscalía Antidroga y el Juzgado número 2 de Cambados, los roles de cada uno. 

Carlos silla

Director y financiador. La Fiscalía lo acusa de «dirigir, sufragar y coordinar las labores guiadas a la disposición de las embarcaciones precisas para el desarrollo de la actividad criminal, desde luego del velero Benirras y su embarcación auxiliar, preparados desde enero de 2020 para introducir [3.200 kilos de cocaína] en territorio español en marzo de 2020». 

Jesús Francisco Alonso

Parte técnica. Se le atribuye el papel de asumir «las labores técnicas de preparación y acondicionamiento del Benirras para esa misma ilícita singladura, haciéndolo por encomienda de Carlos Silla Otero y como consciente colaboración en la actividad ilícita investigada».

Pajuelo, Señoráns y Tapia

La tripulación. Antolín Fernández Pajuelo, Daniel del Rio Señoráns y José Oswaldo Tapia Alcalde «conformaron la tripulación del velero en su travesía transoceánica guiada, únicamente, a la introducción del cargamento de cocaína». 

César Rial

Lanchero. Junto a José Oswaldo y un tercero desconocido, «tripuló una de las dos embarcaciones de alta velocidad encargadas, entre los días 27 y 28 de marzo de 2020, de salir al encuentro del Benirras para el alijo posterior de la carga de cocaína».

Jorge Humberto Guerrero

Colaborador. En coordinación con Carlos Silla, «colaboró en la misma actividad integrado en la estructura criminal referida, desde luego, comisionando las labores de José Oswaldo». 

Jesús Mouta

Colaborador. Colaboró en la custodia y preparación de una de las embarcaciones de alta velocidad que acuden al encuentro del Benirras y en la concertada recepción en tierra del cargamento de cocaína del velero; dejó sus huellas dactilares marcadas en el cuadro de mandos de la lancha. 

Miguel Ángel Troncoso

Colaborador. Se encargó de recibir a los tripulantes y efectos del Benirras a su llegada al puerto de A Guarda e impedir que los investigadores localizaran a los tripulantes.