Nuria Domínguez y la memoria del cuerpo

M. V. F. VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

La remera olímpica afincada en Tui, de 48 años, retomó la competición tras seis, habiendo sido madre, y fue cuarta en el Nacional sin apenas preparación

29 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Cuando mi hijo ve a quien sea remando, repite: ‘Papá, papá’. Ahora igual lo cambia por ‘mamá, mamá’». Son palabras de la olímpica Nuria Domínguez, que acaba de ser cuarta en 2.000 metros el Campeonato de España tras seis años sin remar en los que, además, ha sido madre de Oliver junto a su pareja, el incombustible Suso Gonzálezplata doble scull con Rodrigo Conde y que no ha parado nunca—.

Domínguez, sevillana de 48 años pero afincada en Tui desde hace casi quince, decidió apartarse de deporte de su vida en el 2016, cuando la cabeza insistí en continuar, pero el cuerpo se rindió, cuenta. «Empecé a los 14, dos más tarde ya estaba en la selección juvenil... El desgaste era mucho. Yo quería seguir, pero notaba que necesitaba descanso», desgrana. Además, recuerda que el trato por parte de la Federación no invitaba a prolongar el esfuerzo: «Ayudaban más a gente joven que aún no había demostrado nada, mientras parecía que tú estorbabas. Como le sigue pasando a Suso, pero él ha aguantado más».

No solo no se arrepiente de aquella decisión, sino que agradece haberla tomado porque, de lo contrario, «igual no sería madre». «Hasta que dejé de remar, no hice ese click», cuenta. Porque ella no paró con la idea de tener un hijo, ni mucho menos. Fue algo que surgió luego. «Hasta que no paras un tiempo y no cambian tu vida y tus prioridades, no te lo planteas. Era algo que estaba ahí, pero lo veía incompatible. Hasta que paras y dices: ‘Ostras, sí que quería’. El remo me absorbía y me tenía distraída del resto», recuerda.

«Lo dejé del todo»

Oliver nació hace dos años y dos meses y, antes, sufrió un aborto. Pero para entonces hacía tiempo que Nuria había dejado la práctica deportiva a un lado. «Cuando decidí dejar de competir, al principio hacía algo, pero cada vez menos. Tenemos remoergómetros en casa y primero era una vez a la semana, luego cada dos, cada tres...», relata. Prefería ir a caminar con los perros como principal actividad física. «Lo fui dejando mucho, del todo».

Fue esta temporada cuando se animó a raíz de que en su club, el Remo do Miño, decidieran montar un ocho de chicas para su regata. «No sé por qué, pero dije: ‘Venga, me apunto’», resume. Aunque se sentía «totalmente perezosa» y siempre encontraba «otras cosas que hacer antes», lo fue retomando. «Más que nada, porque veía que me sentaba bien muscularmente y para la espalda, la cadera... Al día siguiente, caminaba mucho mejor».

Sigue sin incorporar los entrenamientos a una rutina marcada por su hijo y por hacerse cargo de la casa, ya que está en excedencia en su trabajo. «A raíz de un par de regatas dobles, me propusieron ir al Campeonato de España. Pero entre medias, ni entrené. Solo probé el bote para ver cómo me sentía en el barco y cómo me veía. Ganas de entrenar sigo sin tener. No encuentro hueco, me cuesta», confiesa.

Nada de eso fue impedimento para un cuarto puesto que le deja buen sabor de boca y que cree que aún es recompensa a tantos años de esfuerzo y sacrificio, a pesar del parón. «Tienes una base de tantos años que, parece mentira, pero sigue ahí y se mantiene», asegura. Eso no significa que todo sea como antes, si bien su sensación es que ha ido a menos en unas aspectos pero logra compensarlo con otros: «Perdí fuerza y eso hace que no sufra tanto en la regata, pero tengo la técnica de media vida entrenando y parece que hay cosas en el cuerpo que no se revierten del todo», analiza.

Sin presión ni compromiso

Nuria tiene claro en este regreso cuáles son sus condiciones innegociables, al menos a día de hoy. «No quiero comprometerme y que me genere un estrés o una responsabilidad. Si puedo echar una mano al club con alguna competición en la que pueda aportar algo, lo haré, pero sin ninguna presión», recalca.

Así fue como acudió al Nacional, donde no esperaba esa cuarta plaza entre rivales más jóvenes en su mayoría. «Fue extraño, pero divertido. Fui sin haber empleado tiempo y esfuerzo, sin haber hipotecado nada como cuando lo hacía por otros objetivos. Sin nada que perder». Revela que de haber quedado última, igual no repetía. Pero no fue el caso... De todas formas, bromea con el objetivo inmediato: «La regata de gamelas de Baiona con mi cuñada, que es festiva, divertida y con premios interesantes».