«Soy feliz. No tengo una pierna, pero sí mucha vida por delante»

Monica Torres
mónica torres BAIONA / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Álvaro Santalla, el joven baionés que hace un año sufrió un grave accidente de moto, camina con su nueva prótesis

19 jun 2022 . Actualizado a las 13:30 h.

«Soy feliz. No tengo una pierna, pero sí mucha vida por delante y muchas ganas de disfrutarla». El testimonio de Álvaro Santalla enseña que los verdaderos límites son los que uno se pone a sí mismo y que la felicidad es una conquista personal. «Una actitud positiva hace que sanen antes las heridas físicas y mentales», defiende este joven baionés que hace un año perdió su pierna izquierda en un accidente de moto en Ponte de Lima. Su ejemplo vital hace que, con solo 22 años, sea toda una inspiración. O Guerreiro, como lo bautizaron en el hospital San Joâo de Oporto, sigue siendo un ejemplo de superación. Asegura que «momentos duros hay todos los días, pero lo fundamental es la actitud y ver el lado bueno de las cosas»

 «Perder una pierna es un mal menor cuando está en juego tu vida», advierte Álvaro. Durante los 40 minutos que tardó en llegar la ambulancia aquel 5 de junio del 2021 fue muy consciente de la gravedad del accidente: «Allí en el monte, ya empecé a asimilarlo. Cuando sientes que te vas a morir, piensas en tu familia, en la pareja en los amigos y solo quieres vivir».

Aún hospitalizado puso en marcha la campaña de micromecenazgo Echarle un pie a Álvaro y, en veinticuatro horas, casi un millar de personas le apoyaron con los primeros 40.000 euros. «Gracias a todas ellas voy a poder tener la mejor calidad de vida posible», destaca este joven que exprime cada momento. Tiene su primera prótesis desde octubre y, aunque solo es la de transición, la rentabiliza al máximo. «Con esta, que es de material termoplástico, he de practicar bien todo para que cuando el muñón esté estable, dentro de dos años, pueda tener la definitiva, que es de fibra de carbono», explica. Devolvió al mes del accidente la silla de ruedas que le habían prestado, valiéndose solo con muletas, «porque me daban más libertad» y, desde que estrenó la prótesis no deja de superar obstáculos. «Son muchos cambios complicados en el día y hay que tirar para delante. Ahora, por ejemplo, aprendiendo en la playa, porque he de quitarme la prótesis para bañarme y no estropearla», explica. 

Su mejor medicina, asegura, son su familia y amigos «Que ellos me apoyen es para mí lo más importante», dice el baionés. Ha tenido que renunciar al sueño de ser guardia civil, como su padre, pero ha convertido su don para el dibujo en una brillante alternativa laboral como tatuador. «Soy feliz porque estoy en paz con mi situación. Cuando en la vida algo no puede ser, hay que buscar soluciones y aprender», concluye con sobrecogedora resiliencia. «Con la prótesis puedo caminar como cualquier otra persona y ha sido un cambio muy grande», indica con espíritu arrollador. Esta primera ha sido financiada por la Seguridad Social, así que guarda todo lo donado más lo que él ahorra para ganarse la de fibra de carbono. «Al pasar los dos años puedes poner una igual o te dan los 8.000 euros que vale y tú has de completar los 30.000 o 40.000 restantes, así que entonces yo podré tener una definitiva de fibra de carbono con la que bajar y subir escaleras. Y espero tener también una con la que volver a correr», avanza. Insiste en dar las gracias a todas las personas, pero también urge que se pierda la vergüenza de pedir ayuda.