La exposición de los peces a la luz artificial nocturna hace que entren en pánico y huyan de las zonas costeras
31 may 2022 . Actualizado a las 00:27 h.
Hemos analizado varias veces el problema de la contaminación lumínica y sus efectos negativos sobre nuestra salud, ya abundantemente documentados por la ciencia, y como afecta también a los ciclos vitales y la ecología del resto de especies de animales y plantas, además de su incidencia en la crisis climática, pero hasta ahora nos habíamos centrado sus efectos terrestres y aéreos. Nos faltaba un medio por analizar y podríamos resumirlo así: Los peces de nuestra ría tampoco pueden ver las estrellas. La contaminación derivada del exceso de luz artificial nocturna está afectando también a los ecosistemas marinos. La semana pasada el Equal Sea Lab de la Universidad de Santiago organizaba una muy interesante jornada en Vigo sobre la dimensión humana de las áreas marinas protegidas y allí nos lo decía Javier Costa, patrón mayor de la cofradía de Cangas, alertando del grave impacto que la pesca artesanal está detectando por la iluminación directa (cada vez más focos y de mayor potencia se utilizan en la pesca) y la indirecta producida por la navegación y sobre todo la sobre iluminación del litoral, desde los paseos marítimos y puertos comerciales y deportivos, hasta las propias ciudades y pueblos costeros. Nos contaba Javier cómo los peces, que carecen de párpados por lo que no pueden defenderse del exceso de luz, entran en pánico y huyen en estampida cuando se les ilumina directamente (al principio se quedan paralizados) y como las zonas marinas afectadas por la iluminación artificial procedente de tierra se quedan sin peces, y los mariñeiros artesanales sin pesca. La contaminación lumínica de Vigo y del resto de poblaciones de la ría llega a afectar a la zona marina de las Cíes. Buscamos las referencias científicas y para ello recurrimos a quien sabe, y mucho, de estas cosas para que nos ilumine, en el buen sentido. Nuestro maestro y sin embargo amigo Salva Bará (referente internacional en el campo de la investigación y acción sobre contaminación lumínica) confirma que en efecto, aunque la investigación en este ámbito todavía no está tan avanzada, ya existe abundante literatura científica sobre el impacto de la contaminación lumínica en las costas y los ecosistemas marinos. De estos estudios se desprende que más del 54% de toda la costa Europea está afectada por la contaminación lumínica, siendo el continente donde se produce con mayor intensidad y los atlas de iluminación costera sitúan a la ría de Vigo como uno de los puntos calientes de dicha contaminación. Están documentados también sus efectos en las especies, como las bioluminiscentes, que necesitan oscuridad para su ciclo vital, algo que aquí conocemos bien como el mar de ardora. Pero su impacto se documenta también en el zooplancton y fitoplancton, la base de la cadena trófica marina y sobre las aves marinas, sus rutas migratorias, las tortugas marinas, los corales y un encadenado largo etc. La ciencia confirma lo que observan cada noche los pescadores artesanales. Los espacios naturales protegidos de la ría de Vigo, desde el área marítima del Parque Nacional en Cíes, la Red Natura de la Ensenada de San Simón, incluyendo el espacio natural protegido a nivel local de las dunas de O Vao están sufriendo directamente esta contaminación sin que no solamente no se haga nada por evitarla sino, al contrario, haciendo mucho por aumentarla. La conclusión es preocupante: estamos introduciendo sin control, estudio ni reflexión alguna sobre sus efectos un nuevo foco de contaminación en los mares en general y en el caso de la rías lo hacemos en aumento vertiginoso sin pensar en sus consecuencias. La ciencia nos alerta de las consecuencias ecológicas y la pesca artesanal empieza a sufrir las consecuencias económicas de la iluminación artificial del mar. Debemos tomar medidas urgentes para mitigar el impacto de la contaminación lumínica también en los ecosistemas marinos y avanzar en el conocimiento científico del mayor y sin embargo más desconocido ecosistema del planeta. Que no sea por no advertirlo.