El hombre de los espantapájaros en pleno centro de Vigo

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Ángel defiende sus creaciones: «Sin ellos, los pájaros me dejaban sin nada»

26 may 2022 . Actualizado a las 00:17 h.

El ambiente rural que se respira en algunos rincones del centro de Vigo forma parte del encanto de la ciudad. Muchos ciudadanos siguen cultivando el campo en las porciones de terreno que han quedado libres del asfalto y del afán urbanizador. La vida se desarrolla en estos espacios a un ritmo no tan frenético, marcado por las estaciones del año que indican el mejor momento para cosechar o cultivar.

Estos agricultores que con el paso del tiempo se han visto rodeados de edificios también necesitan proteger sus plantaciones de los depredadores naturales del campo. Hay espantapájaros en medio de la ciudad. Ángel Meréns sabe mucho de ellos. Este jubilado tiene todo un ejército en la pequeña huerta que mantiene cerca de su casa. «Si no, me dejaban sin nada», asegura mientras muestra cómo empiezan a desarrollarse ya los tomates y la verdura que servirá de base para muchos cocidos. Su plantación se encuentra donde uno menos se lo espera, entre Vialia, los accesos de entrada y salida de la AP-9 al centro de la ciudad y la calle García Barbón. De la zona de Guixar hasta Vialia discurre la calle Canadelo Baixo, donde el tiempo parece haberse detenido. Nada ha cambiado aquí en las últimas décadas, mientras el entorno se ha ido transformando de una manera radical. Allí tiene su casa Ángel Meréns, donde sigue cultivando el campo como ha hecho siempre desde hace más de 40 años. Hombre con un gran sentido del humor, este chófer jubilado ha bautizado sus creaciones con nombres de políticos. Felipe González, con gafas oscuras y gorra de la bandera de España, Aznar o Mariano Rajoy tienen su réplica en la huerta de Ángel para ahuyentar a las aves maliciosas. Pero cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Por ejemplo, el espantapájaros que lleva el nombre de Alberto Núñez Feijoo, solo tiene en común «la cara de poco simpatizante», bromea Meréns.

Ángel también se protege de los intrusos que escalan el muro y le roban los frutos de su huerta. Con un cartel en el que puede leerse «Ollo Veneno» trata de advertir a los amigos de lo ajeno. El tránsito se ha incrementado en esta calle porque es un buen atajo para llegar hasta Vialia andando, al menos hasta que se construya el gran ascensor desde García Barbón. La ciudad no deja de crecer, pero hay lugares que no pierden su atractivo. Su huerta con la tropa de espantapájaros llama mucho la atención de los viandantes. «La gente se para a quitar fotos», afirma.