Las vacas pierden el apetito por la contaminación del Polycommander

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Hemeroteca: El incendio del petrolero, en mayo de 1970 junto a las Cíes, dejó pichi en las playas, el nombre de un trofeo de playas, excursiones marítimas y desconfianza en el ganado

25 may 2022 . Actualizado a las 00:41 h.

El incendio del petrolero Polycommander en mayo de 1970 dejó importantes consecuencias en el ecosistema de la ría de Vigo, pero también en tierra firme. Incluso, generó anécdotas que nos desvelan cómo era la sociedad de entonces, como la recogida por La Voz de Galicia el 26 de mayo, veinte días después de que se produjese el incendio a bordo del petrolero noruego. «Ante las numerosas peticiones formuladas, una compañía de vapores de pasaje que hace servicio por la ría, ha organizado para el domingo una serie de viajes hasta las islas Cíes con objeto de que el público pudiera contemplar de cerca el petrolero noruego Polycommander, encallado en la entrada norte de la bahía viguesa. Se pusieron precios populares y los niños menores de diez años hicieron el recorrido gratis», se podía leer en La Voz.

Tras el accidente, acudieron a Vigo periodistas de distintos lugares para informar de lo que estaba sucediendo tras aquella gran columna de humo que se levantaba desde una de las bocas de la ría. Uno de ellos fue Diego Carcedo, que años después narraría para TVE la evacuación norteamericana de Saigón, en Vietnam. «Es una evidencia que el ganado, durante los primeros días, prefería pasar hambre a llevarse a la boca el forraje», explicaba —supongo que no literalmente —un agricultor de Mañufe al periodista, que quiso buscar los daños colaterales de aquella grave contaminación aérea provocada por la quema continua de petroleo. «Después de olfatearlo, torcía el hocico, resoplaba y volvía a levantar la cabeza», añadía, para referirse a la actitud que había adoptado el ganado de O Val Miñor, a consecuencia de la nube de humo que había originado el incendio del Polycommander entre las 4.15 horas del día 5 de mayo de 1970 y las 10.30 horas del día siguiente. Debido a ello, también descendió durante algunos días la producción láctea en la costa.

El periodista asturiano hablaba los primeros días de gaviotas de alas pegajosas y patitas manchadas, y de acantilados cubiertos de betún, algo que, desgraciadamente, se volvió a repetir treinta años después. «Es como un borrón de tinta oscura, como el cuadro de un psicópata», escribía Diego Carcedo para referirse a las playas. El desastre causó gran expectación en Vigo, y muchos vigueses acudían a una Baiona ennegrecida para ver de cerca la marea negra, que según las autoridades no existía.

El día 13 de mayo, la maquinaria del Estado ponía orden en la situación publicitaria con una comparecencia del gobernador civil Ignacio García López. Decretaba el poncio que la limpieza de las playas se efectuaría en 48 horas; que el marisco y el mejillón no estaban afectados; y que los agricultores del Val Miñor no habían sufrido pérdidas. El director general de Promoción Turística prometió su incondicional apoyo a la promoción de la ría de Vigo. «Las noticias no son muy graves sino más bien esperanzadoras, parece que de momento no se producirá una marea negra», decía el almirante Boado a los periodistas cuando el barco aun seguía escupiendo petróleo. En aquella lucha surgió un nombre mágico, Corexi. Se trataba de un producto químico que tenía «la facultad de disgregar las manchas de petróleo en partículas del tamaño de una micra para ser absorbidas por las bacterias del mar».

Sin embargo, el mar se había tragado 16.500 toneladas de crudo, parte del mismo se había consumido en el incendio y el resto es el famoso pichi que se quedaba en los pies de los vigueses que acudían a las playas.

Campeonato

Otra anécdota sociológica del incendio del Polycommander dentro de la ría nació de la mente de Antonio Nieto Figueroa. Los campeonatos de playas, que impulsaba Leri, organizaron a los pocos días del accidente marítimo un torneo que llevaba el nombre del barco noruego. Aquello de lo políticamente correcto todavía era un concepto tan lejano como entonces estaba Tuvalu de Vigo.

La catástrofe del petrolero noruego fue la consecuencia de un cúmulo de desgracias. El barco no tenía previsto entrar en la ría de Vigo en su viaje desde Sidón a Donges, localidad francesa receptora de las 49.414 toneladas de petróleo, del tipo Arabian Light, que transportaba. La urgente hospitalización de una camarera, esposa de uno de los tripulantes, obligó al capitán noruego Strom Olsen a rebasar las Cíes y desembarcar a la mujer, que fue hospitalizada en el clínica del doctor Troncoso. La maniobra fue rápida. A las cuatro de la mañana, el capitán dio la orden de enfilar la boca norte de la ría. El práctico todavía estaba a bordo de la embarcación cuando, una inexplicable maniobra llevó al Polycommander contra los bajos situados frente a la playa de Figueiras, en la punta norte de las Cíes. Dos tanques del buque comenzaron a verter petróleo. La presencia de un pesquero en la zona proporcionó la chispa que provocó el incendio en el barco. La situación fue de gran dramatismo ya que en el buque noruego viajaban, además de la tripulación, varios familiares de los tripulantes, entre ellos dos niños. Sin embargo, no se produjeron víctimas mortales.

El Polycommander todavía permaneció encallado en las islas Cíes hasta finales de julio. Tras un arreglo judicial, el barco fue remolcado a Grecia. El día 29 de mayo, todos los periódicos hacían hincapié en las altas temperaturas y en el estado de las playas, «de aguas transparentes y su fina arena blanca de siempre».