Una oenegé viguesa ayuda en Polonia a refugiados ucranianos

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Lápices y colores

Lápices y colores asiste a mujeres y niños en un hotel fronterizo

23 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Estamos en un hostal en la localidad polaca de Rzeszów, a pocos kilómetros de la frontera con Ucrania», dice Rosa Blanca Suárez. Es una de las personas integrantes de la oenegé viguesa Lápices y colores que se ha desplazado a Polonia para colaborar con la organización humanitaria Remar SOS Internacional. Su área de trabajo se moverá entre la citada localidad polaca y Mostyka, ya en territorio ucraniano, a setenta kilómetros de Leópolis.

«Estamos en un hostal de 17 habitaciones ocupado por familias ucranianas; están compuestas por madres e hijos, casi todos muy jóvenes», explica Rosa Blanca Suárez. «Los bebés y los niños más pequeñitos juegan ajenos a la realidad que les repara su situación. Se lee en las miradas de estas madres el dolor, pero al mismo tiempo, una entereza admirable», añade.

El trabajo que les han encomendado a los voluntarios vigueses consiste en realizar las tareas de gestión típicas de un hotel, como la preparación de desayunos, comidas, control de material de higiene y ropa, así como pequeñas reparaciones que vayan surgiendo, como el arreglo de una cuna. En estas labores colaboran con el grupo vigués las mujeres ucranianas acogidas.

«La comida la fuimos a buscar a la frontera, al cátering de la oenegé World Central Kitchen, que puso en marcha el chef José Andrés», explica la voluntaria viguesa a las pocas horas de llegar a la localidad que les servirá de base en los próximos días.

Lápices y colores no es la primera vez que colabora con Remar SOS Internacional. Hace algo menos de medio año, la oenegé viguesa también puso su esfuerzo junto a ellos en los campos de refugiados de Malakasa, en Grecia. Ahora, los refugiados ucranianos son acogidos en este hotel de forma gratuita y por el tiempo que necesiten.

Junto al trabajo en el mencionado hotel, Lápices y colores también prestará ayuda en una gran carpa de mil metros cuadrados habilitada en la localidad polaca. «Es un lugar de acogimiento destinado a aportarles seguridad y satisfacer sus necesidades básicas. También es un lugar de protección contra las mafias que afloran donde las desgracias siempre están presentes», recuerda Rosa Blanca Suárez.

Los voluntarios vigueses viven estos días una mezcla de emociones porque, según explican, el sentimiento solidario que les mueve convive con la rabia, el enfado y el miedo. «Sí, también un poco, porque el miedo es un escudo para la prudencia, para ayudar sin renunciar a la cautela. Pero nos anima, ¡mucho!, y consuela ese sentimiento de rabia profundo hacia la injusticia, saber que aportaremos un poco de ayuda a algunos de los miles de refugiados que cruzan la frontera», concluye Rosa Blanca Suárez.

En los últimos quince años, Lápices y colores ha realizado proyectos en distintas zonas del mundo. Han estado en varios países de África y también en Asia, pero contra todo pronóstico en los orígenes de la oenegé, las dos últimas acciones se han producido en suelo europeo.