Ciclonautas: «Hacemos rock porque alguien tiene que hacerlo»

Serxio González Souto
Serxio González REDACCIÓN / LA VOZ

VIGO

Cedida

El sólido trío que arman Mai Medina, Txo Pintor y Alén Ayerdi a caballo de Argentina y Pamplona presenta este fin de semana su tercer trabajo, «Cámping del Hastío», en Vigo y A Coruña. Hay quien a lo suyo le llama stoner

19 may 2022 . Actualizado a las 18:44 h.

Hace once años, tres talentos unían sus fuerzas para componer un potente trío de rock pedregoso e insinuante, con un ojo en Rosario (Argentina) y otro en Pamplona. Mai Medina (voz, guitarra y principal compositor), Txo Pintor (bajo) y Alén Ayerdi (batería e integrante de Marea) alumbraban Ciclonautas. Como nunca se sabe, y por si la cosa no iba más allá de un primer trabajo, la banda exprimió su creatividad en el 2013 con Qué tal!, un debut en forma de disco doble plagado de colaboraciones. La idea funcionó, y dos años más tarde regresaron al estudio para registrar Bienvenidos los Muertos. Su último lanzamiento data de mayo del 2021 y ha desencadenado una gira con la que los Ciclonautas incursionan en Galicia este fin de semana. Lo hacen con dos fechas: viernes, en La Fábrica de Chocolate de Vigo, y sábado, en la sala Mardi Gras de A Coruña. Su título no puede venir más a cuento: Cámping del Hastío. Unas horas antes de su desembarco, Mai responde algunas preguntas en carretera. Para empezar, que el suyo es material que bebe de muchas fuentes, sin necesidad de anclajes en etiqueta alguna. Ni siquiera la del stoner, que haberla hayla, al igual que trazos de folklore argentino pasados por la trituradora de un sonido sin fisuras.

—En este tiempo ha pasado de todo. ¿En qué momento está la banda?

—En el mejor. El disco lo armamos en Argentina, en Rosario, de donde soy yo. Y al cuarto día de volver llegó la cuarentena. Así que estuvimos en stand by, esperando lo que viniese. Tuvimos la suerte de poder lanzarlo y presentarlo, aunque con aforos limitados, hasta que la cosa se fue abriendo. Y muy contentos, porque el disco tuvo una linda aceptación. Le dimos más tiempo con el parón a la mezcla y a las demás cosas. Fue como más mimadico, no tan a la corrida como el segundo.

—Han pasado siete años desde «Bienvenidos los Muertos». Ciclonautas pueden dar la impresión de una cierta intermitencia entre otros proyectos musicales.

—No, lo que pasa es que hicimos dos giras de los dos primeros discos, y el segundo lo compusimos prácticamente en la furgoneta. La segunda la terminamos en Argentina. Y yo me quedé un poco allá, tenía ganas. Alén tenía la gira con Marea. El parón fue largo pero no premeditado. Intermitente tampoco, porque cuando volví y tenía unas ideas armadas, lo fuimos haciendo de a poquito. Siempre estuvimos ahí. Cuando tenía cosas que mostrar, nos reuníamos y les dábamos forma. Esperamos que el siguiente no sea tan largo.

—¿Cómo se trabajan los temas en esas circunstancias?

—De una manera muy libre. Las composiciones las hago yo, la música y la letra. Las paso a la bajera y allí es donde asoma la estructura del tema. Lo vamos abordando, le hacemos partes, las recortamos. Yo doy la idea y ellos me responden de una forma mejor concebida de la que tenía en mente. Nos entendemos muy bien. Con los años nos conocemos mejor y la dinámica fluye.

—Vamos al disco. Lo del hastío está claro con todo lo que está cayendo. ¿Y el cámping?

—Es algo emocional. Le puedes llamar cámping a lo que te rodea, que te asquea, que te aburre y tienes ganas de salir de eso. Eso es el hastío, el desencanto. Y la verdad es que este tema no sabíamos si iba a entrar en el disco, porque teníamos otros. Pasó de no estar a estar, y a darle nombre al disco por todo lo que estábamos viviendo.

—En vuestros trabajos anteriores ha habido notables colaboraciones. ¿Qué hay de este cámping?

—Sí, sobre todo en el primero. Ya sabes que hicimos un disco doble porque no sabíamos si habría un segundo. Estaba todo tan recargado, con tanta información, que empezamos a preguntar a la gente que había por aquí. Pensamos que las colaboraciones eran una buena manera para que no se hiciese tan largo. Y la cosa se fue ensanchando cada vez más. Todos lo hicieron de forma altruista y muy generosa.

—No es muy frecuente arrancar con todo.

—La verdad es que nos volvimos locos. Pusimos toda la carne en el asador.

—¿Y en «Cámpìng»?

—Fue más difícil, sobre todo por la cuarentena. Así que las únicas colaboraciones son las de Maialen Gurbindo (Chica Sobresalto), que quiso colaborar, y los coros que también hizo Leyre Aranguren. Teníamos en vista canciones que queríamos probar con coros de chicas. Y estamos encantados con ellas.

—Dijo Rosendo alguna vez que, con el paso de los años, comprobó que no había nada más sano encima de un escenario que tres tipos haciendo ruido.

—Un hombre sabio.

—Viendo a Ciclonautas, parece que llevaba razón.

—A nosotros nos gusta el formato, nos sentimos cómodos y ahí nos quedamos. A mí también un trío de rock me da otro puntillo, tiene como cierto morbo. Hay que equilibrar, porque cuando uno canta deja de ser guitarrista un rato, y al revés. La guitarra tiene que llenar el sonido para que las cosas no se vengan abajo. Al componer hay que pensar en el directo, que la llama se mantenga. Hay que generar un clima entre los tres, que es tan bueno porque es más arriesgado y se escucha todo. Es el riesgo que corres.

—¿Es el riesgo que nos aguarda en los conciertos de Galicia?

—Eso mismo. Tres personas, un trío de rock que tenemos muchas ganas de volver, porque Galicia es un lugar al que siempre nos agrada ir. Con muchas ganas de disfrutar el directo y de que la gente se la pasa bien. Las cosas se normalizan y estamos aprovechándolas como si fuese la primera vez. Lo dejamos todo y lo disfrutamos mucho.

—Este verano, además, regresáis en el Resurrection.

—¡El Resurrection! Sí, estamos contentísimos.

—Una cosa. Leí una entrevista hace tiempo en la que Alén temía que la gente joven abandonase el rock y no hubiese relevo para las bandas que ahora estáis ahí arriba. ¿Lo compartes? La música, al fin y al cabo, también es una cuestión de modas.

—Lo comparto. También me transmite el temblequeo de que no haya regeneración. Pero es por lo que decís vos. El rock es un estilo musical que hoy no tiene el auge que tuvo en otros tiempos. Pero nosotros hacemos rock porque alguien tiene que hacerlo, para que no hagamos todos lo mismo. Bandas que llenen estadios, como poco, tienen veinte años de trayectoria. Pero acá veo que los chicos se juntan en las bajeras y hace sus ruidos. Todavía queda una llama y la esperanza de que la gente joven se junte a hacer ruido.

—Por cierto, en esta orilla hay una cierta tradición de colaboración de músicos argentinos con bandas de rock españolas. Sin ir a casos tan evidentes como Tequila o Los Rodríguez, recuerdo a Santa, por ejemplo, en los 80, con Leonor Marchesi.

—La comunión es buena, hay muchas cosas en común y los artistas lo solemos intentar. Pero el rock es algo muy urbano, y a veces cuesta intercambiar esta idea del rock español con el argentino.

—De hecho, Argentina ha producido magníficos grupos que en España no han tenido la repercusión que merecían.

—Puede ser lo que te decía. La familia del rock es muy de barrio. A veces no se intoxica la una a la otra, son muy de tribu. No sabría decirte por qué unos grupos pueden tener aceptación y otros no. Pero lo averiguaremos. Me dejaste pensando...

Ciclonautas en Galicia

  • La Fabrica de Chocolate. Vigo. Viernes, 20 de mayo. Apertura de puertas: 22.00 horas. Entradas: 12 euros anticipada, 15 euros en taquilla.
  • Sala Mardi Gras. A Coruña. Sábado, 21 de mayo. Apertura de puertas: 22 horas. Entradas: 12 euros anticipada, 15 euros en taquilla.