El grupo de participación SUMA está formado por personas con trayectorias complejas. Se reúnen semanalmente e intentar canalizar sus intereses a través de propuestas conjuntas con el barrio. Recuerda, por ejemplo, el caso de un exrecluso al que le gustaba jugar a la petanca. «Barruntamos la idea e hicimos un torneo en la plaza cuando aún era de tierra, construyendo un campo con tablones y contando con la ayuda casual de una vecina que jugaba en el equipo de Sárdoma y se brindó. Se formó lo que llamamos un encuentro improbable, que consiste en hacer que se crucen dos mundos, el normalizado y el de estas personas para las que la vida no lo es tanto. Ese es el motor», reflexiona.
El experto manifiesta que aunque es cierto que la mayoría de los trabajos sociales se hacen desde punto de vista de la atención y cobertura de necesidades básicas (vivienda, empleo, sanidad, situación legal...), existen muchas ausencias para reconstruir redes de apoyo próximo del que carecen. De ahí parte la iniciativa bautizada Qué Pasa No Barrio, con ventana en Instagram, que se hace en coordinación con Provivienda y colaboración con la Xunta, «que se subvenciona con cargo al 0,7 % del IRPF», subraya ahora que estamos en plena campaña de la renta. Para los planes en el callejón da Pomba el presupuesto es cero. «Dependemos en gran parte de donaciones y préstamos como para el evento del cine, que fue un ejemplo de esto ya que se llevó a cabo con el apoyo de la Juakina (proyector), la Asociación Cultural Casco Vello Alto (les dejó la pantalla), la empresa Eventiños (luces) y el colectivo Límites (sonido). La escuela de diseño Aula D nos está acompañando, asesorando y participando desde su enfoque más técnico en todo este proceso», agradece.