El pediatra Luciano Garnelo: «Ahora las patologías banales causan muchísima más ansiedad a los padres»

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Calma con cuentos: «No son científicos, pero a consulta vienen niños, no linfocitos»

09 may 2022 . Actualizado a las 19:21 h.

Ahora que acaba de jubilarse, dice que se ha ido con una sensación de enorme gratitud al Sergas, a sus compañeros y a las familias, y «con la caja de los rencores vacía». No es poca cosa. Luciano Garnelo (Betanzos, 1954) es una institución en la primaria gallega y llevó la voz cantante en la masiva dimisión de jefes de servicio de Vigo, única en España.

—Se va con una pandemia. Vaya final de carrera...

—¡De traca! Yo me iba a jubilar cuando se jubiló mi mujer, Begoña Caamaño, que también es pediatra. En medio llegó el covid y los residentes me decían que no me lo podía perder. El actual conselleiro [Julio García Comesaña, en aquel momento gerente del área sanitaria de Vigo] me llamó para que fuese el responsable covid de los centros de Colmeiro, Nicolás Peña y López Mora.

—¿Cómo ha sido la pandemia vista en la consulta de pediatría?

—Con mucha carga de ansiedad, pero también muy interesante. Siempre aprendes sobre cómo gestiona la gente el miedo, la angustia o la ansiedad, que a mí es un tema que siempre me ha fascinado. Pero para mí fue un fracaso que se cerrase el sistema sanitario, salvo las urgencias, la uci y las plantas covid. Eso no tenía que haber pasado ni en los centros de salud ni en los hospitales, porque llevamos toda la vida tratando con virus respiratorios. Se gastaron miles de millones en desinfectar calles y columpios para nada, en lugar de insistir desde el minuto 1 en mantener el aire limpio. Esto es un fracaso de gestión de la OMS y de los gobiernos. No hay que demonizar a nadie, pero sí que hay que analizar la gestión, porque las pandemias volverán.

—Se va en pandemia, pero cuando empezó su carrera sí había enfermedades graves.

—Empecé en el año 1978, en la Escuela de Pediatría, del doctor Peña, en Santiago. Entonces la meningitis era endémica y vivíamos la última epidemia de sarampión. Las guardias eran prácticamente clasificar a los niños: meningitis, sarampión, meningitis, sarampión.

—De graves endemias o epidemias a una pandemia. ¿El nivel de ansiedad en los padres es parecido?

—No, ahora es mayor. En este momento el nivel sanitario es espectacular, ya no vemos las enfermedades de hace 40 años, como el raquitismo, la meningitis, la tuberculosis... Pero las patologías banales, como las virasis respiratorias o gastrointestinales, o las dermatológicas, generan muchísima más ansiedad que aquellas otras, que sí eran graves. Cuantos más medios tenemos, más ansiosos estamos.

—Una de sus herramientas habituales para combatir esa angustia son las historias.

—Sí, los cuentitos. Hace mucho tiempo descubrí la medicina asertiva: empatizas con los problemas del paciente y, con una buena comunicación, tratas de resolverlos. La comunicación es la base de la relación médico-paciente y los cuentitos son una buena herramienta para entender temas complejos. Siempre he contado cuentitos en la consulta. No son estrictamente científicos, pero es que en mi consulta nunca entró un linfocito T, siempre entraron madres angustiadas o niños con miedo…

—¿Y funcionan?

—No hay mayor angustia que no saber qué te pasa. Cuando alguien te lo explica y vas viendo que es así… entonces se genera confianza. El 50 % de la enfermedad es la angustia. Yo siempre he creído en los autocuidados. Hay que enseñar el porqué de la fiebre y cómo se trata, o cómo usar los aerosoles en niños con hiperactividad bronquial, bronquiolitis, asma... para no tener que ir a urgencias a las dos de la mañana. La risa también funciona, es uno de los mayores antídotos para tratar la angustia y el miedo.

—¿Siempre le gustó la primaria?

—Soy un creyente de la primaria, me encantan los seres humanos, convivir con ellos, aprender de ellos. También de los niños.

—¿Qué se aprende de ellos?

—La vida y la sinceridad que emanan es impagable. Su manera de enfocar los problemas me fascina, cómo los intentan analizar y resolver.

«Mejorar la primaria es cuestión de voluntad social, no solo política»

Garnelo llegó a Vigo en 1984, al ambulatorio de la calle Cuba y luego a Teis. «La primaria no existía, la creamos», dice. Fue jefe de servicio en Colmeiro 25 años.

—¿Cómo fue eso de crear la atención primaria?

—En los ambulatorios teníamos dos horas y media de consultas donde se daban recetas, pero no había nada más. Cuando se creó el Sergas (1990), nos integramos mucha gente, pero no había nada hecho. La historia clínica no existía, y la primera la hicimos Luis Baamonde y Tito Garnelo. El programa del niño sano, los protocolos... lo fuimos haciendo la gente que estábamos entonces.

—¿Qué ocurre por el medio para que quienes crean la primaria acaben dimitiendo como jefes de servicio en diciembre del 2018?

—Fue un proceso extraño. Los jefes de servicio habían sido los líderes de los centros durante muchos años. Nos dimos cuenta de que cada vez teníamos menos recursos. No es que pensemos que se quieren cargar el sistema, es una cuestión de meter recursos. En un momento dado, se hizo insostenible: no se cubrían bajas y vacaciones, las consultas estaban desbordadas, los cupos empezaron a doblarse... La primaria de Vigo siempre ha sido muy dinámica y los jefes empezamos a reunirnos y a planteárselo a la gerencia. Como no fue muy receptiva, se fue perdiendo la confianza y dimitimos. Renunciamos a nuestro sueldo, por cierto, que es algo que me enorgullece.

—Y usted fue el portavoz.

—Sí, igual porque soy el más alto.

—Tres años y medio después, ¿de qué sirvió?

—Los conflictos que no se plantean no existen, y son los que se pierden. Desde entonces, la primaria no ha dejado de estar en los medios. El covid constató los problemas. Mejorarla ahora es una cuestión de voluntad social, no solo política, de que sea una prioridad. Pero es que una sociedad enferma no tiene futuro.