Madre, médica y remera a caballo entre Chapela y Puebla de Sanabria

M. V. F. VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

Antía Domínguez ha ganado el oro compaginando las tres facetas y yendo de un lado para otro

04 may 2022 . Actualizado a las 21:24 h.

«No he ganado sola. Si he podido conseguirlo teniendo hijos, es porque mis compañeras se han adaptado a mí». Antía Domínguez, miembro del batel de Chapela que se proclamó campeón de España el domingo, huye del protagonismo. Pero su historia se sale de lo común. A sus 35 años, aparte de ser madre, ejerce de médica de urgencias en Puebla de Sanabria. Vive a caballo entre esa localidad, donde fue destinada hace dos meses, y su Chapela natal, donde procura perderse los menos entrenamientos posibles.

Empezó en el remo por aquello de que el club le quedaba «al lado de casa». Se enganchó y detrás de ella fue su hermana, otra de las campeonas. Lo dejó en sexto de carrera, tomándose un año sabático en un momento en el que la mayoría de las componentes estaban en una situación similar. Lo retomó luego, pero cuado se quedó embarazada de su primer hijo, Matías, de seis años, hizo un parón que se prolongó hasta esta temporada, cuando su segundo retoño, una niña llamada Mariña, tiene tres.

Reconoce que a nivel físico fue duro, dado que la mitad del equipo nunca ha parado y estaba a otro nivel. «Pero soy cabezona y al final, las cosas van saliendo. Parece que el cuerpo recuerda», señala. Y, además, considera que lo suyo es «una forma de vida». Que ahora mismo consiste en trabajar a guardias de dos días cada cinco o cada seis, que son los que pasa en Puebla de Sanabria. «Tengo buena cadencia. Mi familia y mi casa están en Chapela, así que voy y vuelvo. Me llevo el ergómetro a donde haga falta», comenta. Añade que sus compañeras nunca fallan y ella no puede «ser menos».

Olalla Martínez, Sara Malvar, Marina Domínguez, Antía Rodríguez, Pilar Darriba y Silvia Pereiras son las remeras con las que ha compartido los éxitos de ganar el Campeonato Gallego y luego, el Nacional. «Aún no somos muy conscientes. Fue un gran logro tanto a nivel personal como de equipo. Son mi segunda familia», asegura. Siente que en el club siempre se ha confiado en ellas y celebra que lo han conseguido con un entrenador, Santiago Lago, al que conocen desde hace más de diez años. «Hay una directiva que lucha mucho. Nos han cuidado y nos han criado», agradece.

Recalca Antía que «hay mucha gente detrás que no sale a recoger las medallas». En lo personal sus padres y sus suegros también son claves. «Entienden que estoy loca. Para mí, esto es una forma de vida, el mejor ansiolítico», constata. Sus pequeños estuvieron con ella en Pasaia e hicieron particular recibimiento a las campeonas. No sabe si harán remo, pero tiene claro que le gustaría que practiquen un deporte de equipo y que los disfruten como lo sigue haciendo ella.

Santiago Lago, entrenador de Chapela: «Son un equipo que va a por todas»

Las campeonas de España de Chapela, un grupo formado íntegramente por canteranas, están dirigidas por Santiago Lago, que fue remero del club, que ha entrenado en diferentes categorías y que ha visto crecer a las integrantes del equipo. «Muchas de ellas entrenaron conmigo entre los años 2008 y 2011», recuerda orgulloso. Cree que ahí radica parte del éxito. «Las conozco y me conocen bien, nos exigimos mutuamente. Son un equipo que va a por todas, les gusta trabajar para ganar y ahí está la base de los éxitos», analiza.

Se trata, dice, de un grupo veterano, con experiencia y con las ideas claras. «Todas tienen sus trabajos, sus turnos, Antía es mamá... Pero se sacrifican porque les encanta este deporte y porque valen», elogia. No solo las cinco que remaron, sino todo el equipo, que se lo puso difícil para escoger. «La toma de decisiones impone. Tengo más gente que estaba preparara para haberlo hecho muy bien», les reconoce a las que no pudieron estar. Le consuela que «ahora vienen barcos con más gente», en los que trabajan desde ya, y podrá repartir más oportunidades.

Dentro de la incertidumbre de la falta de información sobre las rivales, confiaba en sus opciones. «Tienen experiencia y estaban entrenando muy bien», dice. Además, ellas viajaron en avión pagándose cada una su vuelo —«encontramos baratos»— para llegar más descansadas. Él se hizo las ocho horas en furgoneta con el remolque. «Era lo de meno. Las que reman son ellas».