Su labor comienza desde el primer paso, cuando los clientes aún buscan información sobre cuál es la furgoneta que mejor se adapta a ellos y sus necesidades. A través del sistema de asesoramiento, guían y responden a los usuarios, con un primer consejo universal: si nunca lo has probado, alquila por un fin de semana. «Esto no sirve para todo el mundo, hay mucha demanda y poca oferta además, por lo que es una inversión alta, pero hay que adaptarse a estar en un espacio muy pequeño», explican desde la firma viguesa, una de las pocas de la zona que trabajan en este mundillo.
En su taller se encargan de todo, desde el sistema eléctrico, la fontanería, la carpintería y tapicería a cualquier detalle del diseño interior. La furgoneta no solo sale personalizada bajo las necesidades y gustos del cliente, también con todo homologado para pasar la ITV y no tener problemas en la carretera. «Hay muchos que nos llegan después de chapuzas en otros lugares para que se las arreglemos, pero no damos», explican desde Landra, donde tarda una media de dos meses y medio en cada proyecto. Lo habitual es que se trate de adaptar furgonetas de entre 12 y 15 metros cúbicos, con lo que el resultado final puede rondar los 30.000 euros de presupuestos o llegar a los 50.000, sin contar el vehículo.