«¿De dónde salió esta?»

x. r. c. VIGO

VIGO

CEDIDA

La viguesa Judith Rodríguez afrontó su primera cita de la Copa del Mundo para aprender y terminó ganando tras salir desde el último lugar de la previa

19 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Debut en una Copa del Mundo de esgrima adaptada y medalla de oro en espada, la primera de una española en los doce últimos años. Así de fuerte entró en la élite mundial la viguesa Judith Rodríguez, que dejó su tarjeta de presentación en Brasil. «Debían de decir algo así como: ‘¿De dónde salió está'?», comenta sobre la reacción de sus rivales, todas más experimentada y que a partir de ahora la tendrán en cuenta.

Judith Rodríguez era una firme promesa de la esgrima cuando un accidente de tráfico en el 2018, regresando de una competición, obligó a amputar parcialmente su pierna derecha. Entonces, a la viguesa se le abrió la posibilidad de encauzar todo su potencial hacia la esgrima adaptada. Dos años después el accidente, debutó en la nueva modalidad en Valladolid con tres medallas y ahora, consolidada a nivel estatal, decidió dar el salto al panorama internacional.

A Brasil solo iba con la intención de aprender. «Mi maestro me dijo: ‘Es la primera Copa del Mundo a la que vas, las demás tienen mucha experiencia y se dedican solo a esto. Vamos para aprender, para ver cómo se mueven'», recuerda Judith, que en absoluto se esperaba «un resultado así». Además, la cosa no comenzó demasiado bien en la modalidad de florete, su especialidad. En su arma fue quinta. «Cuando perdí, la verdad es que me cabreé bastante. Estaba un poco nerviosa», expresa. Pero la viguesa enseguida pasó página y entró a la espada, su segunda arma, sin presión pero con mucho ánimo «intentando adaptar todo lo que sabía de esgrima y del florete a la espada. Salió bien».

La tiradora de El Olivo tuvo que iniciar su camino hacia el oro en la poul (fase previa) más complicada al tener el último número. Ahí lo bordó, pasó como primera, cediendo tan solo un punto y con la sensación de que «no estaba tan lejos de las chicas de espada». Una vez en el cuadro final, superó la ronda de octavos, la de cuartos para meterse en la lucha por las medallas —«no me lo creía, era la leche verme ahí»— y en la final, muy nivelada, tiró de recursos para alzarse con el triunfo. «En los dos últimos puntos fui valiente, hice dos ataques y me llevé la victoria», relata. Dos décadas y dos años después, un esgrimista español volvía al podio en una cita internacional adaptada. «Me alegré mucho por romper la sequía y poder decir que en España tenemos gente buena y que podemos llegar a esa nivel», precisa.

El triunfo es una tarjeta de presentación para el futuro, pero también descubrir sus cartas. En la próxima cita ya no será un tapado. «Ahora tengo que estudiar a mis rivales, porque ellas van a hacer lo mismo conmigo para ver cómo me pueden ganar». La viguesa cuenta para ello con la experiencia de Manuel Mariño, su maestro, y de Xiana Pérez, entrenadora y analista de vídeo.

Las diferencias

Con un excelente palmarés en su etapa de formación en la esgrima de pie, Judith asume los cambios que conlleva la esgrima adaptada con naturalidad. «Trato de trasladar los movimientos que hacía con los pies a la cadera Es un poco difícil pasar de una cosa a la otra», comenta la viguesa, mientras admite que le costó interiorizar «la rapidez con la que se hacen todos los tocados» porque están muy cerca el uno del otro, lo que le obliga a no despistarse en ningún momento: «Aquí, si te quedas parado una milésima de segundo, ya tienes el tocado encima. Tu mente tiene que ir más rápido».

Igual que su carrera, que no se detiene. Ya tiene a la vista una prueba de la Copa de España en San Sebastián, la posibilidad de una Copa del Mundo satélite en Niza y la obligatoriedad, para sumar puntos, de estar el Tailandia el 14 de mayo, en junio en Polonia, en septiembre en Italia y Hungría y en diciembre afrontando el Europeo de la especialidad. Un no parar con los Juegos como telón de fondo. Y en un ambiente de felicidad. «Es de la mejores experiencias que he vivido en mi vida, no la cambiaría por nada», sentencia Judith.