Un vigués muestra el pasillo de salida de la guerra de Ucrania

Carlos Punzón
C. Punzón VIGO

VIGO

William Coitiño

William Coitiño, camarero en un restaurante de Canido, muestra la infraestructura montada en la frontera para acoger a los que escapan de la contienda

04 abr 2022 . Actualizado a las 14:54 h.

Frontera de Polonia con Ucrania. Organizaciones de todo el mundo han formado con sus tiendas un pasillo solidario con el que reciben a quienes tratan de huir de la guerra. William Coitiño, uruguayo afincado en Vigo desde hace 22 años y camarero del conocido restaurante Basilio de Canido, es uno de los que esperan cargados de ayuda a quienes superan el paso fronterizo ateridos de frío y con la incertidumbre de cuál será su destino y si podrán volver a su país.

Willy, como ya le conocen también en el pasillo humanitario, después de concluir la jornada graba con su teléfono qué es lo que se encuentran los refugiados nada más poner un pie en la localidad polaca de Medyka, a 86 kilómetros de Leópolis. «Hay de todo, pero hace falta más. Todo lo que tenemos se nos escapa de las manos como agua. Sería bueno que mandasen más ayuda, esta gente lo necesita», dice ante de mostrar a su familia, amigos y a los lectores de La Voz de Galicia cómo es ese pasillo de 250 metros de salida de la guerra, dedicación a la que se ha entregado mientras espera que le asignen un cometido en el frente, donde se ha alistado poniendo al servicio de Ucrania su experiencia de cinco años en el ejército de Uruguay en una división antiterrorista.

«Menos dos grados, no se está tan mal, ya se fue la nieve», bromea. Sillas de ruedas para transportar a los que ya no pueden caminar ni un paso más y el hospital de campaña son las primeras tiendas que se asientan en los metros iniciales tras la frontera. Puestos de la Cruz Roja, de Israel, Testigos de Jehová, de la fundación del chef español José Andrés (World Central Kitchen), organizaciones británicas, chinas, mexicanas, turcas, la especializada en atención de refugiados Humanity First u Orange, que proporciona tarjetas gratis a los ucranianos que huyen de la guerra, son algunas de las muchas instituciones e iniciativas que se suceden como en un mercado, pero en este caso para que nadie quede sin atención de manera gratuita. En medio de esa exposición solidaria, Coitiño y sus compañeros llegados de diversos puntos de España también han montado su puesto de atención, en el que surten de comida, leche, pañales y todo tipo de alimentos y productos a las personas que van llegando. «Vamos comprando cosas, otras nos las entregan. Muchos llegan exhaustos, sin comer, mal vestidos, con hambre... Lo primero que hacen es agarrar comida. Los niños se mueren por un chocolate caliente, un caramelo, un juguito. También nos piden mucho pasta de dientes, champú, jabón, pañales... todo lo que sea higiénico te lo llevan del mostrador como si nada», cuenta el camarero vigués, que también ha repartido peluches que ha llevado desde Vigo para entregar a los pequeños como gesto de acogida. 

Niños de Ucrania recibieron juguetes enviados desde Vigo
Niños de Ucrania recibieron juguetes enviados desde Vigo

«Aquí pasa un millón de gente al día, esto es increíble», señala Willy. «La comida no llega, pero hay muchos puestos y la verdad es que resulta gratificante ver como mucha gente ayuda», relata antes de llegar al final del recorrido de un cuarto de kilómetro en cuya extremo final parte un autobús o furgoneta con refugiados cada cuarto de hora.

«Gracias a la colaboración de todos podemos hacer este trabajo. Somos los únicos independientes en este pasillo. Creo que estamos haciendo las cosas bien, la gente lo ve y nos aprecia un montón y nos tratan bien», concluye en su comunicación, no sin dejar de pedir mantas, «porque hace un frío que te mueres. No sé como llega la gente hasta aquí, alguna incluso con poca ropa. No sé como aguantan todos los kilómetros que tienen que recorrer hasta la frontera». «Esto es peor de lo que se dice», termina para concienciar a quien le pueda llegar su mensaje.