Así era el presupuesto vigués de 1750

j. miguel gonzález fernández VIGO

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Los mayores gastos se destinaban a la iglesia colegiata

27 mar 2022 . Actualizado a las 10:30 h.

Los presupuestos municipales tal como hoy los entendemos no se remontan más que a bien entrado el siglo XIX. Antes, alguna autoridad superior podía obligar al Ayuntamiento a declarar sus ingresos y gastos para tener información y control de los mismos. Contamos con varias relaciones (a veces incompletas) del período 1750-1780, suficientes para hacernos una idea de aquellas cuentas públicas.

Casi un cuarto de los gastos municipales se iban en satisfacer los impuestos y cargas fiscales debidos a la Real Hacienda del monarca. Destaca el llamado Servicio Ordinario y Extraordinario, el de Paja y Utensilios (para gastos de tropas en los pueblos) y el ramo del Aguardiente, todo 1.888 reales. El primero se repartía entre los casi 800 vecinos (familias fiscales) con lo que no resultaba oneroso, aun siendo el principal. Súmensele la parte de los réditos que el rey debía pagar cada año por ocho préstamos a diversos altos nobles y un par de instituciones, los cuales montaban la cuarta parte de este grupo. Sin embargo, al arzobispo de Santiago, señor jurisdiccional, solo contribuía por el derecho de Mula y Cuchara, incluido el propio que lo llevaba a Compostela, la cantidad de 165 reales (0,1 %). Cantidad simbólica, pero que les «recordaba» todos los años quien tenía el dominio sobre Vigo.

Una quinta parte estaba destinada a gastos burocráticos y los salarios de los empleados municipales, destacando el médico con 1.100 reales. Reseñar que el Concello disponía de un agente en la Corte de Madrid para gestiones ante los altos organismos. Un sepulturero por enterrar y «tener cuidado del enlosado de la colegiata», ya que casi todos se inhumaban bajo lápida. Un maestro cerrajero debía «dar cuerda al reloj y traerlo arreglado». Y al escribano, portero y demás. Los 6 concejales se repartían 200 reales. Nos sorprendería que únicamente el 10 % iba para obras y reparaciones de calles, calzadas, fuentes y casas de venta de pan y despacho de carnes; los arreglos los realizaba un maestro cantero al mejor postor.

Un poco menos se dedicaba a cuestiones relacionadas con el mundo militar: cuarteles del cuerpo de guardia, 2 % de los bienes propios del Concello. Pero más de un tercio de los gastos se invertían en cuestiones de índole religiosa: Sermones de los franciscanos y de Cuaresma, Monumento de Semana Santa, celebraciones de las Vírgenes de la Purificación y de la Ascensión, la patrona de Vigo y de toda España, en «luminarias que se ponen a la víspera por la noche, sermón, fuegos, cera y otros». Pero el 85 % de este capítulo lo llevaba la colegiata, sobre la cual el Ayuntamiento ejercía el patronazgo; total 4.815 reales, un buen cargo. Desde cera para las funciones al aceite para las lámparas, ornatos de plata, vestiduras sacerdotales o reparaciones; una atención muy completa y cara que los ediles realizaban con gusto. ¡Si nos vieran hoy!

El capítulo de ingresos se nutría fundamentalmente de los «propios» de la villa, donde entraban el derecho de banastería, corretaje, etc (sobre la riqueza del mar), y el portazgo (introducir productos en la urbe). Los «arbitrios» suponían casi la otra mitad, la sisa de la blanquilla del vino, «cuarto de millar» de la pesca, y el estanquillo del aguardiente y otros licores. Estos eran arrendados al mejor postor en puja pública por la cantidad de remate. En 1757 corría con los dos primeros Salvador Padín, vecino de Freixeiro, un protocacique, que después librará un largo y enconado pleito con el Concello por la paga de 6.000 reales que adeudaba; el último D. José Caminada, hombre de negocios que acabará en la ruina. Muy poco se sacaba por un juro (beneficio de una inversión), un censo (hipoteca) y dos foros (rentas prolongadas y bajas, de inmuebles). Los ingresos, según las cuentas de los ediles, superaban con holgura a los gastos, pudiendo incluso duplicar la cantidad, lo cual es bastante sospechoso.

Historiador y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses