«El pulsador me salvó la vida»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

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Alejandro Martínez

Jesusa Ríos, exenfermera voluntaria de Cruz Roja, es ahora una de los 2.300 mayores de la comarca de Vigo a los que la oenegé ofrece el servicio de teleasistencia

19 mar 2022 . Actualizado a las 17:55 h.

Una histórica voluntaria de la Cruz Roja de Vigo es ahora quien recibe atención de esta organización. Jesusa (Susú) Ríos Lamas es una de las 2.282 personas de la comarca de Vigo mayores de 65 años que son beneficiarias del servicio de teleasistencia domiciliaria.

«El botón me salvó la vida», afirma. En una ocasión se puso muy mala y apretó el pulsador que lleva colgado, activándose el protocolo de emergencia. Ella también salvó vidas cuando brindó su tiempo a la Cruz Roja durante los primeros años de la década de los 70. Los bisnietos de un turista madrileño al que reanimó tras sufrir un infarto en las Cíes le siguen mandando cartas de agradecimiento. Susú se considera sobradamente retribuida con todos los servicios que recibe a sus 86 años. Agradece que «siempre me llaman para saber cómo estoy y si necesito algo», afirma. La sede de la Cruz Roja en el número 8 de la calle Teófilo Llorente trae grandes recuerdos a Susú. En el antiguo hospital se formó como enfermera y descubrió su vocación de servicio. Como voluntaria, durante los años 70, visitaba el barrio de la Herrería para conocer el estado de salud y ayudar a las mujeres que se dedicaban a la prostitución. La hija de una mujer que trabajaba allí guardaba la ilusión de convertirse algún día en dama de la Cruz Roja. Ella le regaló su capa de lana, que entonces costaba mucho dinero y la joven no habría tenido dinero para pagarla. Fue un gran estímulo para ella, que alcanzó su objetivo y, con el tiempo, logró sacar a su madre del mundo de la prostitución.

Susú fue enfermera voluntaria durante cinco años en un puesto de socorro en las islas Cíes. Allí iba todos los veranos con sus cinco hijos, de junio a septiembre, para atender las incidencias de los bañistas.. «Los sábados y los domingos no hacía otra cosa que curar las heridas de las fanecas y las medusas», recuerda. Una vez se presentó un caso de peritonitis y recuerda cómo uno de sus hijos acudió a la playa a por arena húmeda, que ella aplicó en bolsas de tela al paciente. Así pasó la noche hasta que, al día siguiente, el enfermo fue trasladado a Vigo. Una de las anécdotas más divertidas que cuenta fue cuando tenía que acudir a pinchar a una mujer con cirrosis que se encontraba alojada en el cámping de las Cíes. Nunca conseguía su objetivo porque, al asomarse a la tienda de campaña, siempre escuchaba una voz que decía «no están». Días después descubrió que aquella voz era la de un loro que se había llevado de acampada la familia, desesperada porque nunca aparecía la enfermera. Cuando se separó, encontró empleo como enfermera de urgencias en el hospital Xeral. Pero lo que ganaba no era suficiente para criar sola a sus cinco hijos. Hija de un abogado que fue alcalde de Vila de Cruces había tenido dinero, «pero saqué de la miseria a una familia y, cuando yo lo necesitaba, no tenía nada», recuerda. Gracias a la Cruz Roja y a los jesuitas y las jesuitinas, que le mandaban bocadillos por sus hijos en el colegio, pudo salir adelante. «De esta casa he llevado mucha comida para mis hijos», recuerda Susú refiriéndose a la sede de la Cruz Roja en Vigo. «La considero mi casa y los jesuitas me ayudaron muchísimo», reconoce. «Toda mi vida me dediqué a hacer bien a los demás», afirma. Reconoce que, si tuviese 50 años menos, con los conocimientos que ha adquirido a lo largo de su larga vida, «me iba al frente a Ucrania».

Ayuda para 2.800 personas de más de 65 años

Cruz Roja atendió a 2.796 personas mayores de 65 años en la comarca de Vigo durante el año pasado. La organización se ha consolidado como un asistente esencial de la creciente población en edades avanzadas, teniendo en cuenta que la cifra de quienes viven solos se está disparando (solo en la ciudad se calculan cerca de treinta mil).

Uno de los servicios más demandados fue el de la teleasistencia a quienes viven en sus domicilios. El pulsador electrónico se ha convertido en una herramienta fundamental para que los jubilados que viven solos puedan estar tranquilos en sus hogares, sabiendo que serán socorridos si les pasa. La oenegé le ha asignado estos dispositivos a 2.282 usuarios que, con apretar un botón, se puedan comunicar con la central de emergencias y recibir una respuesta inmediata.

La organización desarrolla otras acciones en beneficio de la tercera edad. La red social Enrédate benefició a 252 mayores. Se trata de un plan para mejorar las relaciones sociales en el entorno más cercano, ayudándoles a afrontar situaciones de soledad. Los beneficiarios participan en talleres de digitalización, mejora de la participación social , autoconocimiento y autoestima, o paseos culturales, entre otros.

Un total de 258 usuarios se beneficiaron del plan para mantener y mejorar las funciones cognitivas mediante talleres de memoria y charlas y consejos para una mente activa. Cruz Roja también tiene un programa para la promoción de hábitos saludables en el que participaron 203 personas y prestó ayuda a domicilio a un centenar de personas con dificultad para hacer tareas básicas.