15 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.
«Yo no vi ni un euro. Fue un tema de papeleos». A.LL. explica cómo, de la noche a la mañana, se convirtió en una morosa del Ayuntamiento. No podía pagar y llegaron a embargarle la cuenta en la que percibía la risga. Su empresa relacionada con el sector de la construcción quebró por culpa de la crisis de 2008. Su compañía entró en concurso de acreedores, un procedimiento «absolutamente transparente» en el que fueron declarados «no culpables». Para paliar la deuda generada, hubo que vender las instalaciones de la empresa, que eran de su propiedad. No vio ni un céntimo del dinero que le dieron por la nave. Tan pronto lo recibió ante notario lo entregó para asumir su obligación con los acreedores. «Fue un cambio de titularidad para saldar deudas», explica. No obstante, la operación generó una «plusvalía brutal, como si yo me hubiera enriquecido y el Ayuntamiento reclamó. Por eso viene ese embargo», explica. Habiéndose quedado sin nada no tenía cómo afrontar este pago. Sus únicos ingresos eran los que percibía de la Risga. El embargo, aunque fue por una pequeña cantidad, le produjo un verdadero problema para poder paliar sus necesidades básicas. «Fue el colmo, un sinsentido. Resulta que si dejas más de cinco euros en la cuenta, se considera ahorro y ya te lo embargan. Te dan una ayuda por un lado, y una cuchillada por el otro», comentaba. Por ese motivo, presentó una demanda en el juzgado. Afirma que, a día de hoy, no le han reintegrado el importe que le embargaron, una cantidad muy pequeño. «Es una pérdida de energía constante en reclamaciones. Juegan con el tiempo de las personas», lamenta. Hoy en día la demandante ha mejorado un poco su situación económica, si bien precisa seguir recibiendo ayudas puntuales de personas de su entorno para llegar a fin de mes, aunque ya no percibe la Risga. Cuenta con un trabajo de inserción laboral cuyo contrato finaliza a mediados de este año. Recuerda la época en la que le embargaron la cuenta como «un tiempo horrible». «Ha sido la situación más ridícula, absurda y rastrera que he visto en mi vida. Fue hasta vejatoria», asegura. Su caso sienta un precedente en la medida en que anula los preceptos de la ordenanza fiscal que se contradicen con la Ley de Inclusión Social, de manera que el Concello no podrá embargar las cuentas de personas que subsistan con ayudas de emergencia.