La montaña de cenizas de incineración sigue en Freixo

Antón lois VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Proponen que el suelo de esa zona de Valadares se catalogue como contaminado y que sea controlado

29 ene 2022 . Actualizado a las 22:09 h.

Durante una década y a razón de 80 toneladas diarias, unas 480 semanales (descansaba los domingos), la incineradora de Freixo, en Valadares estuvo sembrando compuestos tóxicos volátiles allá por donde soplara el viento. El cercano vertedero de O Zondal daba muestras de agotamiento por la falta de espacio físico y a alguien se le ocurrió la brillante idea de quemar una parte de nuestras basuras, como alivio, al vertedero incontrolado.

 La permanente columna de humo de la incineradora esparcía por la ciudad y sus alrededores su carga de dioxinas, furanos (poca broma, son las sustancias más tóxicas que existen), óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, CO2, metales pesados, partículas etc. Sus filtros tipo ciclón, instalados en las chimeneas de sus dos quemadores, apenas retenían una parte mínima de esa carga contaminante. Pero tardamos un poco en darnos cuenta de que cuando quemas algo, y especialmente algo tan heterogéneo como el contenido de aquellas bolsas de basura, una parte pasa a la atmósfera, pero no todo. Entre un 10 y un 25 % se queda en forma de cenizas.

 El problema radica en que buena parte de esos compuestos químicos son COP (Compuestos Orgánicos Persistentes), es decir, que se quedan en las cenizas y se mantienen inalterados durante décadas. El sistema de gestión de aquellas cenizas de incineración era tan eficiente como irresponsable, sencillamente se tiraban alrededor.

 Es difícil precisar la cantidad de cenizas que pueden estar depositadas en esa ladera del monte de Freixo. La incineradora no era especialmente eficiente, máxime si los residuos llegaban con mucha humedad, por lo cual la relación entre cantidad inicial incinerada y cenizas resultantes, sin duda, sería elevada. Un cálculo muy optimista a la baja cifraría en unas 25.000 toneladas el total. Por si fuera poco, una vez clausurada la incineradora, hace unos 30 años, aquella montaña de cenizas incontrolada se utilizó como depósito de escombros de las obras del famoso Plan E. Hace diez años decíamos en estas páginas: «Es urgente realizar análisis exhaustivos y completos de todos los manantiales, fuentes, acuíferos subterráneos de todas las cuencas del suroeste de la ciudad. Se debe intentar contener la lixiviación y las escorrentías de la montaña de cenizas y habilitar zonas de absorción que contengan los vertidos que aún no siendo visibles se siguen produciendo. Y algún día tendremos que acometer la titánica tarea de intentar impermeabilizar e inertizar ese gigantesco vertedero tóxico. Para facilitar esa tarea futura debemos evitar seguir acumulando escombros sobre la montaña de cenizas. El edificio de la vieja incineradora, aunque en ruinas, conserva su estructura muy debilitada y es fácilmente accesible. Algunas zonas son peligrosas, como accesos abiertos a los fosos de las dársenas de descarga, por lo que se debería derribar definitivamente o al menos clausurarlo de manera eficaz. La mejor solución, en cualquier caso, debería ser el aprendizaje. Que lo sucedido en Vigo permitiera aprender de los errores y no repetirlos en el futuro y rechazar siempre la incineración como sistema de gestión de residuos. Analizando la situación actual no parece que vayamos, de momento, por ese camino».

 Pocas cosas han cambiado una década después. La montaña de cenizas sepultada bajo los escombros sigue allí. La estructura de la vieja incineradora, más deteriorada, resulta todavía más peligrosa y ninguna medida de vigilancia y control ha sido adoptada al respecto.

 Pero no todo sigue igual, al menos en lo referente a normativa legal. Contamos con una ley de suelos contaminados. Esta norma empezará aplicarse en otra vieja herencia tóxica, las zonas contaminadas por Lindano en distintas partes de O Porriño. Sería necesario plantearse seriamente solicitar que la montaña de cenizas de incineración en Freixo (Valadares) entrase en la catalogación de suelo contaminado, adoptar de una vez medidas de control y abordar la tarea de convertir esa zona en un área de control por contaminación química.