Chema Barros: «Espero que el mundo que he imaginado nunca sea real»

VIGO

M.MORALEJO

«La absurda guía de viajes a países que no existen» es el nuevo libro del publicista vigués y su primera novela de ficción

22 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El publicista Chema Barros Tizón (Vigo, 1967) sufre de incontinencia narrativa. Su imaginación es un torrente de ideas y mientras su sector profesional recupera el pulso tras el batacazo de la pandemia, vuelca sus ocurrencias en una nueva entrega entre el humor y el apocalipsis. Durante el confinamiento se estrenó como autor publicando cinco libros (sobre cine, televisión, series, anuncios y noticias de portada), que escribió sin parar, uno tras otro, «como un Forrest Gump del teclado», decía entonces. Después de aquello, el vigués experto márketing digital, producción de contenidos y organizador de eventos, escribió varios cuentos infantiles y ahora acaba de salir su primera novela de ficción para adultos: La absurda guía de viajes a países que no existen. La obra, autoeditada con Amazon, está ya disponible en versión digital y la semana que viene en papel. La historia se desarrolla en el siglo XXII, en un planeta Tierra que ha mutado hasta comprimirse por los polos de tal modo que en lugar de una esfera es un dado de seis caras que gira a su bola donde la superficie terrestre es un 80 % tierra y un 20 % agua, no hay estaciones y todo el mundo es sabio y posee todo lo que desea .

—¿Qué pensó cuando se planteó esta historia entre delirante y apocalíptica?

—Pensé en viajar con la mente y en vez de recorrer tópicos de lo que ya existe, inventarlo todo. La dificultad estuvo en exprimirme hasta rayar con lo absurdo para asegurarme que el país imaginado ni existe ni pueda existir ni de coña. Espero que nunca sea real.

—Y se le ocurrieron 27 países, nada menos.

—Sí, en mi planeta cúbico hay 27 países, uno por cada letra del alfabeto. Me marco límites para poder frenar a tiempo. Cada país tiene un nombre, por no tener un número, también inventado y sin significado. El primero es Almondia y el segundo, Barlingia. Hay un único personaje, que es el protagonista, y tampoco tiene nombre.

—¿Cuál es su aventura?

—Es un tipo que vive muy bien pero no es consciente de ello porque es lo que siempre ha conocido. Un día del año 2112, el primero capicúa del siglo que viene, decide salir a ver qué hay más allá de su entorno, pero no como un Indiana Jones, sino como una persona corriente que se va encontrando países y alucinando con lo que se encuentra, no los monumentos, que no hay, sino las sociedades, que si son infelices, no lo saben porque no tienen elementos para comparar, no saben si están renunciando o carecen de algo. En cada país tienen sus peculiaridades, desde la opulencia al hartazgo, desde la escatología a la ecología o a la tecnología, como un país esclavizado por la robótica y la domótica o jóvenes que viven en dos metros cuadrados donde la cama y el WC son lo mismo y se alimentan por un respiradero.

—Eso suena a reflexión social más profunda, ¿no?

—Sí, también se puede interpretar como una especie de crítica que recrea, o elucubra, sobre el mundo que podemos llegar a ser desde ahora a dentro de ciento y pico años. Pero no todos son malos. Algunos son maravillosos, como el del protagonista.

—¿Alguno de esos países se podría parecer a Vigo? ¿Hay algún toque costumbrista que identifique?

—Hay uno, que se llama Quíntel, que tiene un prócer que se dedicó a dar pan y circo al pueblo y todos viven felices porque habitan en una eterna fiesta entre los preparativos y la postfiesta. Hay tantos elementos para la diversión que ya no cabe nada más. Hay una noria con unas dimensiones como la nave espacial de 2001 Una odisea del espacio.

—Parece que, en cierto modo, es también una guía de viajes en pandemia, que es el viaje a ninguna parte

—Los libros de viajes cuentan aventuras, pero las que yo relato ni son como las de la selva de Salgari ni las de Kipling, Marco Polo o James Bond. Es un recorrido totalmente aleatorio por un futuro distópico, a ratos apocalíptico, pero sobre todo divertido, chocante y un humor absurdo pero elegante.

—¿Incluye un mapamundi del planeta?

—Pues estuve a punto. Conocí al humorista Raúl Cimas y le gustó tanto el proyecto que no solo me animó a seguir con él, sino que se brindó colaborar. Pero al final, por diversos contratiempos no fructificó. Una de sus aportaciones iban a ser unas ilustraciones con cartografía.