«Diseño, maqueto, elaboro y envío yo todos las piezas», confirma esta bióloga artesana. «Hago pendientes, anillos, pulseras, collares y marcapáginas. De momento, lo que más demanda tienen son los pendientes», indica la joven empresaria. Cada pieza es única y también se le pueden encargar regalos personalizados y el distintivo es «hecho a mano y creado en Galicia».
Todas las flores, plantas y conchas que emplea para sus creaciones las busca en la naturaleza. Ella misma prepara la resina y, tras colocar las piezas a encapsular en los moldes, las cubre con ella. Veinticuatro horas después ya se completa el procedimiento. «Lo más difícil de trabajar con resina es el cuidado que hay que tener, ya que al ser un producto tóxico se debe evitar el contacto con la piel y usar mascarilla, además de que tarda en solidificar. Lo más divertido es que no tiene límites, puedes combinar flores, colores, conchas, todo lo que se te ocurra, y es genial para dejar volar la imaginación», señala María Freiría.