«Hay gente a quien la dignidad le da igual si obtiene beneficio»

VIGO

El actor asume el papel del dictador dominicano Trujillo en la adaptación teatral de «La fiesta del Chivo», de Vargas Llosa

09 nov 2021 . Actualizado a las 09:09 h.

El Teatro Afundación acoge mañana, a las 20.30 horas, la obra de teatro La fiesta del Chivo, una adaptación de la novela de Mario Vargas Llosa, dirigida por Carlos Saura, en la que Juan Echanove (Madrid, 1961) encarna a Rafael Trujillo, sangriento dictador de la República Dominicana.

—¿Qué nos encontramos?

—La novela destaca la tremenda historia de una mujer que vuelve a la República Dominicana después de treinta años fuera para ajustar cuentas con su padre, un senador que tuvo la indecencia de entregarla sexualmente a Trujillo cuando tenía 13 años. La magia del teatro es capaz de materializar en tres dimensiones el mundo de Trujillo, ese mundo de humillaciones y falta de dignidad que, por momentos, nos ponen los pelos de punta. Era un régimen absolutamente «ahumano», porque iba contra la humanidad.

—¿Ha sido importante la mano de Carlos Saura?

—Ha sido muy importante la adaptación realizada por Natalio Grueso, que es quien ha llevado a cabo la identificación de la novela con la propuesta teatral. Luego, Carlos Saura ha sabido hacer un ejercicio de contención y síntesis, de jugar con pocos elementos y confiar en la interpretación de los actores y actrices, y lo ha hecho de una forma absolutamente brillante.

—¿Está de fondo en esta historia la idea de lo que entendemos por memoria histórica?

—Hay determinados mensajes en esta historia que son muy importantes y uno de ellos es ese. Todo el mundo tiene derecho a saber qué, cómo, quién o dónde ocurrieron las cosas que definen a la sociedad en la que vive. Yo también diría que, más allá de eso incluso, es importante el discurso que plantea la obra sobre lo elemental que es defender la dignidad de las personas. Esto, a veces, es fácil decirlo cuando no se está en situaciones de violento dominio, pero si no nos planteamos ese principio, evidentemente no solamente los países sino la sociedad o las familias se resentirán una barbaridad.

—A veces se cree que una dictadura es solo cosa de una persona cuando, en realidad, hay mucha gente apoyándola.

—Claro, la dictadura beneficia a todo un círculo afín al poder. Eso nos remite a pensar en hasta que punto una persona es capaz de transigir a cambio de conseguir una vida acomodada, pero hay veces en que descubre uno que en todos esos círculos hay gente con un nivel de aceptación bajísimo; es gente a la que le da igual la dignidad con tal de tener beneficios económicos.

—No sé si se lo toma a broma, pero ya es el segundo dictador que encarna. ¿Qué piensa?

—A Franco llegué de una manera que bordea el esperpento a través de la tesis dramática de Paco Regueiro en la película Madregilda, por lo cual, la aproximación al personaje fue una maravilla porque era una gran reconstrucción. Y a Trujillo me lleva la literatura. Tanto el personaje de Franco como el de Trujillo son dos bombones para cualquier actor.

—La obra ya hace tiempo que está en escena. ¿Ganan los personajes conforme aumentan las representaciones?

—En esta obra estamos seis actores muy implicados tanto personalmente como con el grupo. Esto no siempre es así, pero en esta compañía se ha producido. Nosotros defendemos con toda nuestra concentración poder hacer una función mejor cada día, exigiéndonos un poco más. Hay mucha connivencia entre nosotros que se basa fundamentalmente, aparte de en la amistad, en el respeto absoluto que nos tenemos los seis porque hacemos un trabajo de conjunto muy valorable.

—¿Han notado cambios en el público debido a la pandemia?

—Tras levantarse el confinamiento, salimos inmediatamente de gira y, en ese momento, nos encontramos un tipo de público diverso porque convivimos con 16 protocolos distintos para afrontar el covid. Ahí nos encontramos a toda una platea de fieles al teatro que han valorado muchísimo los esfuerzos por seguir adelante. A mí no se me va a olvidar nunca la presencia de ese público que solamente rompía el confinamiento en su casa para acudir al teatro; esos son los fieles de verdad. Ahora que los aforos ya están completos veo lo mismo que he visto durante todos estos meses, solo que, afortunadamente, en mayor volumen porque ya va más gente a vernos.