La larga lista de espera para rehabilitación deja coja la atención al ictus en Vigo

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

M.Moralejo

Los pacientes se quedan hasta cuatro semanas en un limbo después de recibir el alta

30 oct 2021 . Actualizado a las 21:22 h.

El ictus es la segunda causa de muerte y muchos esfuerzos sanitarios se dirigen a contrarrestarlo para salvar vidas. La creación de la unidad de ictus del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, en el 2015, la activación de un sistema de alertas con el 061 para que la atención a cada paciente sea lo más rápida posible, la progresiva ampliación de las técnicas que ofrece y la extensión de un sistema de guardias para atender un infarto cerebral en cualquier punto de Galicia en las primeras horas han mejorado mucho la atención, aseguran los médicos que participan de esta asistencia. Pero no está todo hecho. Uno punto fundamental son las secuelas y la larga lista de espera impide abordarlas con toda la presteza.

«El ictus es la principal causa de incapacidad o discapacidad severa a largo plazo», asegura la neurorrehabilitadora Susana Lion. «Esta enfermedad afecta a unos 120.000 españoles al año, de los cuales un 15 % fallecen, y prácticamente la mitad quedan con secuelas severas», dijo ayer la Sociedad Española de Neurología, en el Día Mundial del Ictus.

Y ahí es donde la atención al ictus en Vigo está coja, en la rehabilitación. La doctora Lion explica que en torno a 24 horas después de que una persona ingrese con un infarto cerebral en la unidad de ictus del Cunqueiro un fisioterapeuta y un logopeda hacen una primera valoración y empiezan el tratamiento en la fase aguda. Cuando el enfermo recibe el alta de la unidad, en función de su condición, los médicos pueden enviarlo a su casa o pasarlo a las camas de neurorrehabilitación del Meixoeiro. Hay ocho, que se pueden ampliar hasta doce.

El ingreso allí dura, habitualmente, en torno a un mes. En ese tiempo, el paciente recibe una rehabilitación completa, con fisioterapeuta, logopeda y terapeuta ocupacional, y con los médicos rehabilitadores. El objetivo es que recupere autonomía e independencia. El problema llega después, cuando el paciente recibe el alta. En ese momento, lo prescrito es una rehabilitación ambulatoria para que siga acudiendo a sesiones de rehabilitación durante meses.

Lo que sucede es que hay una lista de espera «de entre tres y cuatro semanas», según Susana Lion. Es decir, durante casi un mes, ningún profesional sanitario ve al paciente. «De poco sirve mejorar la asistencia en las primeras semanas si al alta no disponemos de los recursos necesarios para asegurar una correcta continuación de las terapias de forma ambulatoria», añade la neurorrehabilitadora.

M.MORALEJO

El problema es estar un mes sin rehabilitación. Los que pueden buscan una solución en clínicas privadas, para no dejar de hacer rehabilitación en un momento en el que es tan necesaria. Después, como asisten a un par de sesiones a la semana pero lo ideal es acudir todos los días, los que pueden complementan la atención pública y la privada.

Hay más de medio millar de personas que sufren este problema cada año. Se están estudiando soluciones, como hacer terapias por las tardes, pero la lista de espera es grande. Lion destaca que incluso personas con 90 años entran en los programas de rehabilitación, pero que también hay muchos ictus en gente joven, con un mayor potencial para recuperar la funcionalidad y la autonomía. Ayer, por ejemplo, la edad media de los ingresados en rehabilitación rondaba los 50 años.

«La rehabilitación es un pilar fundamental», apoya el coordinador de la unidad de ictus, el neurólogo José Luis Maciñeiras, «y ha mejorado mucho; en la fase aguda es muy buena, pero hacen falta más medios en la fase subaguda».

Un programa informático permitiría tratar a más pacientes

En el Cunqueiro atienden unos 800 ictus cada año, según los neurólogos. Desde que se creó en el 2015, en la unidad de ictus han ingresado 4.164 personas. Ayer se instaló en el hospital una mesa informativa, con la asociación Alento, para llamar a tomar medidas preventivas. El jefe de servicio de neurología, Joaquín Sánchez Herrero, subraya que la hipertensión, la fibrilación auricular, el sedentarismo, la edad, la diabetes y el tabaco son los principales factores de riesgo.

Una vez se produce el ictus, los enfermos se benefician de la unidad. A los que se puede se les aplica o bien la fibrionlisis o bien la trombectomía mecánica. El ictus se produce cuando un coágulo tapona un vaso sanguíneo en el cerebro e impide la circulación de la sangre. La fibrinolisis es un medicamento para deshacerlo y la trombectomía consiste en extraerlo a través de un catéter. Sobre el primero, Maciñeiras dice que «las guías marcan que se puede aplicar en las primeras cuatro horas y media, o nueve si se utilizan técnicas de imagen avanzadas». Estas técnicas no están disponibles porque dependen de que se implante un programa informático con el que se pudo demostrar que la ampliación del tratamiento era eficaz. El software estudia si hay tejido cerebral que se puede salvar con el medicamento, y entonces tiene sentido aplicar la terapia fibrinolítica, o si no lo hay, y entonces no tiene sentido. Este punto es importante, porque es un tratamiento con sus riesgos, que se ha administrado a 700 personas desde que se puso en marcha la unidad. Los neurólogos lo han pedido en varias ocasiones para ampliar el tratamiento. Son licencias de varios miles de euros al año. El Sergas no las ha comprado.

 La segunda parte es la trombectomía mecánica, que hacen los neurorradiólogos. «El año pasado hicimos 180 y este año llevamos 120», dice el responsable, Óscar Vila. Son la unidad de referencia para las áreas de Vigo y Ourense. Inicialmente solo podían intervenir en las seis primeras horas, pero con las técnicas de imagen avanzadas (que en este campo sí están disponibles) pueden llegar hasta 24 horas.