Constan casos de una mujer que, tras ser intimidada por una ceremonia de vudú, fue trasladada a Europa de forma irregular y allí permaneció bajo control de los acusados ejerciendo la prostitución hasta que pagó una deuda «de elevada cuantía e importe arbitrario y unilateralmente fijado por los acusados». Si no pagaba, afrontaría las consecuencias de incumplir el pacto de vudú.
En algunos casos, la operación era fallida y la inmigrante no salía del país y exigía la devolución del dinero. A veces, le conseguían un pasaporte falso por 6.000 euros. Una ilegal voló desde Lagos a Madrid y luego viajó en bus a Barcelona. Allí la alojaron en una casa para su posterior explotación sexual aunque la víctima fue liberada antes de ejercer la prostitución.