«A ver si no tropiezo con el balón»

M. V. F. VIGO

VIGO

Xoán Carlos Gil

Juan Puertas retoma el fútbol sala en Redondela tras tres años retirado

21 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tres años después de dejar el fútbol sala tras una larga trayectoria como profesional, Juan Puertas (Redondela, 1979) vuelve después haber sido padre y, a la vez, bromea, convertido en «abuelo». Porque el flamante nuevo fichaje del Redondela FS comparte vestuario con juveniles en un plantel donde los más veteranos rondan la treintena. «Casi todos pueden ser mis hijos», comenta. Incluso su técnico es más joven que él. «Pero yo voy a entrenar como un niño más. Esto es mi pasión, lo que hice toda la vida y eso es lo que permite que con 41 vaya a poder seguir jugando», dice.

En su día decidió dejarlo porque esperaba su primer hijo junto a su pareja y las prioridades eran distintas. «Iba a ser papá y estaba pensando en otras cosas. Tenía ofertas, pero era el momento de dejarlo», recuerda. Cansado de viajes y de todo el sacrificio que implica el deporte, al principio no lo echó de menos. Solo al principio. «Hace tiempo que me intentan convencer con que es al lado de casa y hasta voy andando al pabellón. Me dejé querer, pero en realidad el gusanillo de volver estaba», confiesa.

Físicamente se encuentra bien y, aunque sí se apartó del fútbol sala en lo que a practicarlo se refiere —nunca como aficionado—, no del deporte. «Me fui enganchando al pádel y me sirvió para mantenerme en forma», cuenta. A la hora de volver a entrenar, tras tanto tiempo sin tocar un balón, «cuesta, pero cada día te vas encontrando mejor». Cuando reaparecieron las ganas, lo retrasó por ser su hijo muy pequeño. «Por respeto a mis compañeros, no quería jugar sin entrenar. Ahora el niño tiene dos añitos y tengo algo más de tiempo», dice.

Este fin de semana comienzan la liga y el primero objetivo, señala entre risas, está claro: «A ver si no me tropiezo con la pelota». La misma idea con la que empezó los entrenamientos, añade. Pero por ahora le va bien. «Al principio cuesta. Es verdad que me notaba raro, como oxidado, pero poco a poco, voy a mejor», explica. Le beneficia no haber tenido prácticamente lesiones a lo largo de su carrera y, además, ahora se está poniendo las pilas: «Mes estoy cuidando porque sé que si quiero jugar, tengo que hacerlo».

Con muchas ganas de aportar al equipo, también tiene claro que su planteamiento ahora es otro. Su prioridad es pasárselo bien y aportar en todo lo que sea posible. «Quiero ayudar a que los jóvenes mejoren, no me lo tomo de otra manera. Por supuesto que me gusta ganar, pero quiero divertirme y aportar mi experiencia por encima de cualquier otra cosa».

A la mayoría de los jugadores que ahora son sus compañeros ya los conocía desde hace mucho tiempo. Aunque nunca antes había jugado en el Redondela, su contacto con el club viene de atrás. «A los veteranos de toda la vida los conozco desde que eran pequeños. Cuando estaba en algún equipo y venía aquí de vacaciones, iba a entrenar con ellos para mantenerme en forma y los he ido siguiendo todo este tiempo», detalla.

A base de coincidir con él, le pedían que se uniera a ellos. «Me escribían y me decían: ‘Tienes que venir, queremos jugar contigo’. Y es un orgullo que te digan eso», comenta. Ahora, es el el que está encantado: «Da gusto entrenar con ellos, tienen una ilusión y unas ganas de crecer que te contagian». Aparte de que ve en el equipo «una buena base para hacer una buena temporada, ya que están mejorando día a día».

Otro aliciente es coincidir con el técnico del equipo, Álvaro Gil, gran amigo de Puertas de toda la vida y responsable en gran medida de su decisión: «Todo se fue dando para que viniera. Pero en la pista separamos la amistad porque hay que respetar el trabajo del entrenador».

«Tenía la ilusión de que mi hijo me pudiera ver jugar algún día»

Una de las grandes motivaciones de Juan Puertas para volver a jugar al fútbol sala es que su hijo, de dos años, le pudiera ver sobre la pista. Lo dejó cuando el pequeño estaba a punto de nacer, pero en el fondo nunca descartó del todo el regreso por la ilusión que le hacía imaginarle como espectador. «Es como una promesa que me había hecho. Supone una ilusión enorme que mi hijo me vea jugar algún día y espero que así sea. Si puede ser en este primer partido, sería muy bonito», dice en referencia al duelo que les enfrentará al Baíña de Baiona en su pabellón este domingo a las 18.30.

A la pregunta de si le gustaría que su hijo siguiera sus pasos en este deporte, es de la opinión de que debe ser el niño el que escoja, aunque, desde luego, no lo vería con malos ojos. «Siempre digo que haga lo que le guste, no le voy a estar yo diciendo. Si le gusta el fútbol sala, bien, y si prefiere el tenis o cualquier otro, también. Lo que sí me gustaría es que hiciera deporte», indica. Cree que viéndolo en casa desde pequeño, es probable que tire por ahí, aunque por ahora el balón por casa no le acaba de seducir: «Le da alguna pasada, pero ya veremos».

En cuanto a él, se está planteando también la idea de formarse como entrenador. Y tiene claro que quiere que sea precisamente con los más pequeños. «Estoy pensando en sacar el título y tengo claro que me gustaría trabajar con niños de la base para ir enseñándoles desde abajo», comenta. Para nada le atrae ponerse al frente de un equipo sénior: «Sé cómo es, que no es nada fácil tener a todos controlados. No me apetece», finaliza.